La tecnología nos ha traído cambios impresionantes: podemos hablar y vernos cara a cara (a través de una pantalla) con una persona que está en la otra punta del mundo, tener acceso desde el sofá a millones de películas o comprar online cualquier cosa que necesitemos.
Pero todo esto, en términos ambientales y de sostenibilidad, puede suponer un reto. ¿Son las nuevas tecnologías el aliado que necesitaba nuestro planeta o, por el contrario, estamos perjudicándolo en algunos casos por darles un mal uso?
Hemos analizado los datos obtenido en un estudio publicado por The Kernel para averiguar qué contamina más, comprar online o ir físicamente a las tiendas.
25 pedidos equivaldrían a una visita a un centro comercial
De este estudio publicado por The Kernel se puede extraer una conclusión muy interesante: una persona contamina lo mismo si se desplaza una sola vez a un centro comercial que si realiza 25 pedidos individuales a diferentes ecommerces.
Hay que tener en cuenta que en una única visita a un centro comercial lo habitual suele ser comprar más de un producto, pero, en cualquier caso, parece que la balanza, al menos en términos medioambientales, se decantaría hacia el comercio electrónico. Los datos se compensarían si en el coche viajasen cinco personas e hiciesen un consumo de cinco productos cada uno.
Aunque, según estos datos, el impacto ambiental se reduce si los pedidos se hacen por internet en lugar de ir a comprarlos físicamente, hay que tener en cuenta que comprar online también genera desplazamientos, huella de carbono, etc.
La lucha del consumidor: menos embalajes y concentración de entregas al comprar online
Transporte:
No hay que olvidar que cuando pedimos online lo que estamos haciendo es que un/os producto/s viajen desde la tienda o el almacén hasta nuestra casa. El transporte es uno de los mayores responsables de las emisiones que provocan el cambio climático, por lo que, al aumentar los pedidos, aumenta también su actividad, especialmente por carretera. Además, las tiendas en línea cada vez abogan más por ofrecer tiempos de entrega exprés, lo que hace que muchas veces lleven los camiones a media carga, multiplicando el número de desplazamientos necesarios.
Como consumidores, una forma de ayudar a reducir la cantidad de desplazamientos es concentrar el mayor número de productos en un solo pedido y optar por escoger centros de recogida en lugar de pedir la entrega a domicilio. Por ejemplo, Amazon cuenta con lockers en los que el repartidor puede dejar muchos pedidos en una sola entrega, en lugar de visitar de forma individual cada domicilio. También existen puntos de entrega como PuntoPack, Celeritas, Correos… que muchas tiendas, no solo Amazon, tienen disponibles.
Embalaje:
Otro de los problemas del comercio electrónico es el elevado consumo de cartones y plásticos. De nuevo, se puede reducir concentrando varios pedidos en uno solo y por supuesto optando por medidas de reciclaje una vez que los tenemos en casa.
Devoluciones:
Las devoluciones son cada vez más sencillas al comprar online, pero generan un alto coste ambiental. No consiste en quedarse un producto que está roto o cuyo funcionamiento es inadecuado, pero sí es importante tomar conciencia social y no pedir solo con la idea de probarse una prenda de ropa y devolverla a continuación.
Forma de pago:
Cada año se gastan en torno a 300 millones de toneladas de papel para producir papel de moneda. Los métodos de pago como tarjetas bancarias o PayPal hacen que el dinero físico quede desplazado a un segundo plano. Si una tienda ofrece pago contrarrembolso, desde el punto de vista ambiental sería conveniente no utilizarlo y optar por los pagos telemáticos. La misma responsabilidad deberíamos tomar en comercios físicos: los pagos contactless, además de más higiénicos y seguros, son también más ecológicos.
Por Noelia Hontoria
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