No hay quien jubile a la SIM: 31 años con nosotros

Innovación

Esa pequeña tarjeta SIM que acompaña a cada teléfono acaba de cumplir 31 años. En todo este tiempo se la ha visto menguar, incluso han aparecido alternativas virtuales, pero la realidad es que la SIM tradicional sigue vigente como el primer día, y sin una fecha de caducidad en el horizonte. 

Nació un 30 de julio de 1991 como sistema de identificación obligatorio en la red GSM. Se la llama SIM por el acrónimo de Subscriber Identity Module, que traducido al español sería algo así como módulo de identificación de abonado.

Aunque estas tarjetas pasan la mayor parte de su vida dentro de dispositivos como teléfonos y módems, todo el mundo ha visto alguna vez una: es una pequeña placa inteligente que se conecta a los citados gadgets a través de una ranura lectora

En la tarjeta se almacena de manera segura la clave del servicio del suscriptor, que es lo que permite ser un elemento único en la red de comunicaciones. Esto posibilita cambiar la SIM a otros teléfonos y seguir usando nuestro número.

Un diseño reconocible, cortesía de Giesecke+Dvrient

A pesar de estar escondida, su diseño ha pasado a ser icónico, ya que sus formas y elementos son reconocibles y se relacionan con facilidad con la conectividad en telefonía móvil. Gran parte del mérito se lo tenemos que dar a la implantación masiva y a las tres décadas de uso, pero también al buen hacer de Giesecke+Dvrient (G+D).

Este grupo tecnológico de seguridad alemán fue el encargado de diseñarlas. En 1991 construyó 300 tarjetas para utilizarlas por primera vez sobre las redes GSM del operador finlandés Radiolinja, en la actualidad Elisa. 

Hoy no necesita presentación, ya que está en todas partes, y permite que más de 5000 millones de teléfonos se conecten a las redes de telecomunicaciones. Con la llegada de la red 5G y los dispositivos IoT esta cifra se estará multiplicando con facilidad por cuatro. Siempre y cuando las tarjetas virtuales no consigan jubilar a la treintañera SIM.

En transformación constante

Las tarjetas SIM han ido transformándose físicamente hasta tres veces en su historia, con la intención de adaptarse a las necesidades de los nuevos teléfonos. Los elementos y su disposición no han variado demasiado, el cambio siempre ha ido orientado a hacerlas más pequeñas.

La SIM original presentaba el tamaño de una tarjeta de crédito, luego llegó la miniSIM con unas dimensiones mucho más reconocibles por todo el mundo y que en la actualidad es denominada como SIM. El cambio más evidente estaba en la eliminación de gran parte del plástico para que el chip fuera el protagonista.

La próxima miniaturización tuvo lugar en 2003 con la microSIM. Con 15×12 milímetros, ya tenía un tamaño mucho más acorde con los smartphones que comenzaban a aparecer en el mercado. El último paso lo vivimos con la nanoSIM en 2012. Es el estándar actual con 12,3 x 8,8 milímetros, presente en casi todos los terminales que podemos comprar.

Una vez conseguidas unas dimensiones tan reducidas, el mercado comenzó a demandar la posibilidad de usar dos tarjetas en un mismo dispositivo. Es lo que se conoce como la opción MultiSIM, muy presente en los teléfonos del mercado español.

¿Qué cabe en una SIM?

La SIM cuenta con un chip o microprocesador y también dispone de un sistema operativo que proporciona acceso seguro a la red GSM, para poder realizar y recibir llamadas, enviar mensajes o disfrutar de los datos contratados con el operador. Todo esto es posible al incluir el número de identificación del área local y su clave, así como los datos del operador. 

En la tarjeta SIM también hay un pequeño almacenamiento que puede ir de los 32 a los 512 KB, en el que se pueden guardar mensajes o una libreta de contactos. Ambos viajarán con la tarjeta al cambiar de teléfono.

El futuro es virtual

Parece que fue ayer, pero la tecnología eSIM (o SIM embebida) lleva en el mercado desde 2012, con la misión de reemplazar a las tarjetas tradicionales. Es una propuesta que elimina la pequeña placa física, ya que los datos de identificación pasan a estar integrados en los propios dispositivos.

Las ventajas son diversas: desde evitar la manipulación física de la tarjeta en el teléfono hasta la simplificación para introducir el perfil en nuevos dispositivos o contratar servicios de operadoras diferentes. 

Desde el punto de vista del diseño de los dispositivos, también es positivo dejar libre el espacio que ocupaba la ranura de la tarjeta física. Algo realmente importante si hablamos de wearables como relojes inteligentes.

El cambio se está produciendo de manera lenta pero natural en dispositivos como teléfonos de gama alta, tablets con conectividad y relojes inteligentes. Orange ofrece la posibilidad y actualmente se puede usar de dos maneras:

Por Kote Puerto

Imágenes | Andrey Metelev | Manik Roy | Justin Ormont

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