En el complejo, flexible y casi siempre estresante ambiente laboral que predomina en nuestros tiempos, decir constantemente que sí a todo puede ser una pésima estrategia. No hablamos sólo desde el punto de vista de un “simple” empleado, también en el de cualquier empresario en relación a sus socios o clientes ante los que es necesario aprender a decir no.
Seguro que alguna vez te has encontrado con el típico compañero de trabajo que no para de hablar y te distrae, y como te cae bien no quieres herir sus sentimientos y mandarle callar. O, si eres emprendedor, el típico encargo de alguien que te pide que le hagas un trabajo como favor que te va a suponer más engorro que beneficios.
Si no somos capaces, y siempre decimos que sí a todas estas demandas de clientes, jefes, compañeros de trabajo o cualquier otra persona de nuestro entorno empresarial, es muy posible que esto se vuelva en nuestra contra.
Así, podríamos acabar con una carga de trabajo desbordante, afectando a nuestra vida personal e, incluso, a nuestra salud.
Los motivos por los que resulta difícil decir que no en el ambiente laboral son varias, pero las más importantes podrían resumirse en:
- Sentirte muy importante o incluso irremplazable.
- Creer que asumiendo tareas que no nos corresponden ascenderemos rápido.
- Tener miedo al rechazo o a perder el trabajo.
- No ser capaz de afrontar conflictos.
- Tener un excesivo sentido de la responsabilidad.
- Ser demasiado perfeccionista y no saber delegar.
¿Cómo superarlo?
Tal y como os contamos, la asertividad consiste en comunicar nuestras opiniones, comentarios, sugerencias o sentimientos de una manera que no ofenda a nuestro interlocutor. Es decir, de forma clara y directa pero también —muy importante— educada y respetuosa.
Se trata de dejar claro nuestro punto de vista y encontrar un equilibrio entre ser demasiado pasivo, cediendo ante las demandas de los demás, y demasiado agresivo, imponiendo nuestros deseos sin considerar los de los otros.
Si esto ya es importante en la vida cotidiana, en el trabajo lo es aún más por lo que implicaría decir siempre que sí. Aquí, la asertividad juega un papel clave para aprender a decir no, ser capaces de mantener una postura adecuada antes las peticiones que recibamos y conseguir nuestros objetivos.
¿Cómo desarrollar la asertividad?
Para desarrollarla, y aprender a decir no, tenemos que ser capaces de controlar la situación, regular nuestro temperamento y no manipular a nuestros interlocutores (ni caer en manipulaciones). Además, para poner en práctica nuestra asertividad debemos:
- Aprender a diferenciar lo importante de lo urgente.
- No tener miedo a dar nuestro punto de vista ni de exponer nuestras razones.
- Ser capaces de escucharnos a nosotros mismos, saber identificar nuestra forma de trabajar y ver con quien encajamos bien a nivel laboral.
- Detectar cuáles son los motivos que no nos permiten realizar determinadas tareas.
- Priorizar nuestro propio bienestar.
Si lo logramos, tendremos una mejora de nuestras relaciones (la asertividad fomenta relaciones más sanas y equitativas), subiremos nuestra autoestima (nos sentiremos más seguros y valorados), tendremos menos estrés (evitaremos conflictos) y lograremos una mayor satisfacción personal (al lograr nuestros objetivos sin sentirnos culpables).
Técnicas para aprender a decir no
Ya decimos que aprender a decir no en el trabajo es una habilidad fundamental, por lo que es interesante conocer algunas técnicas que nos pueden ser útiles para lograrlo:
- Sé directo y claro: evita rodeos o excusas innecesarias. Una simple y directa negativa, acompañada de una breve explicación si es necesaria, es suficiente. Por ejemplo: “Gracias por pensar en mí, pero en este momento no puedo tomar más responsabilidades”.
- Explica tus razones (brevemente): si crees que es necesario, puedes explicar brevemente por qué no puedes asumir esa tarea. Sin embargo, no es obligatorio justificarte en todos los casos.
- Propón alternativas: si es posible, sugiere otras opciones o soluciones que puedan ayudar a la persona que te hizo la solicitud.
- Agradece la oportunidad: muestra aprecio por la confianza que depositan en ti, incluso si no puedes aceptar la tarea.
- Mantén un tono positivo: evita la culpabilidad y la negatividad. Mantén un tono amable y profesional.
- Usa la “técnica del banco de niebla o aplazamiento”: consiste en expresar un acuerdo con el interlocutor, para después añadir el “No”. Por ejemplo: “Muchas gracias por elegirme para el puesto. ¿Le importaría si me tomo unos días para meditar la decisión?”
- Usa la “técnica de la alternativa”: propón otra solución o modifica algunas de las condiciones. Por ejemplo: “En lugar de hacer todo el proyecto, ¿podríamos dividirlo en tareas más pequeñas?”
- La técnica del “sándwich”: empieza con un cumplido, luego expresa tu negativa y finaliza con un comentario positivo. Por ejemplo: “Admiro mucho tu trabajo, pero en este momento no puedo tomar más responsabilidades. Estoy seguro de que encontrarás a alguien más adecuado”.
- Sé firme ante los “discos rayados”: si te encuentras con alguien que no acepta un no e insiste de forma repetida (y puede que cansina), mantente firme en tu respuesta hasta que acepte tu punto de vista.
- Aprende a priorizar: identifica tus tareas más importantes y concéntrate en ellas. Esto te ayudará a decir no a las cosas que no son prioritarias.
- Practica el “no”: ensaya cómo vas a decirlo en diferentes situaciones para sentirte más seguro.
En definitiva, al aprender a decir no, de forma asertiva, estaremos en situación de defender nuestra opinión y establecer límites, sin que por ello nos sintamos culpables o violentos y, en el camino de lograr el éxito laboral.
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