Así ha sido la cuarentena para los guardianes marinos de internet

Pierre de Fermat, el barco para el mantenimiento de los cables submarinos

Innovación

Durante el periodo de confinamiento, las telecomunicaciones han resultado más relevantes que nunca. La necesidad de seguir trabajando y estar en contacto con familiares y amigos ha puesto a prueba la capacidad y fortaleza de las redes de internet.

Para ello, mientras la mayoría permanecíamos aislados en casa, un grupo de trabajadores de Orange se embarcó a bordo del Pierre de Fermat con el objetivo de asegurar el mantenimiento de los cables submarinos que nos comunican con el resto del mundo.

Una misión única

El Pierre de Fermat es una embarcación que forma parte de la flota de Orange Marine desde el verano de 2014. Durante estos años, sus misiones han consistido en instalar y cuidar de los cables submarinos de telecomunicaciones y energía. Y hacerlo de forma sostenible, respetando el ecosistema marino y optimizando el uso de combustible.

Pero el cometido que cumplió el pasado mes de abril tenía un matiz distinto. Un viaje que le llevó hasta el Mar del Norte para reparar un cable dañado del TAT-14, el sistema de telecomunicaciones transatlántico que funciona desde 2001 y que pone en contacto a Estados Unidos con una parte de Europa. Todo ello mientras la tripulación, formada por 60 trabajadores, extremaba las precauciones sanitarias para que el coronavirus no se instalara a bordo.

El reclutamiento fue voluntario, por lo que cada uno de los miembros del pasaje fue libre de aceptar o no la misión. Antes de subir a la embarcación, los tripulantes tuvieron que realizarse la prueba de la COVID-19. Y tanto los técnicos como el equipo médico recién llegado cumplieron una estricta cuarentena de 14 días, el tiempo de incubación del virus, antes de poder entrar en contacto directo con el resto de la tripulación.

Con estos difíciles condicionantes, el Pierre de Fermat partió del puerto de Brest, en la Bretaña francesa, el 3 de abril, rumbo a los Países Bajos.

Hector 7 entra en acción

Hector 7, el robot que rescata los cables submarinos

Gracias al minucioso trabajo de geolocalización que se hizo antes de iniciar el viaje, tan solo un día después de la partida, el Pierre de Fermat ya estaba sobre la zona de la avería.

Había llegado el turno de Hector 7, el ROV que debía rescatar el cable dañado. Se trata de un robot anfibio con brazos articulados y cadenas que le permiten desplazarse en el fondo marino. Pero, además, está pertrechado con cámaras que ayudan a que el piloto que lo maneja a través de control remoto sepa de forma precisa cuál es su entorno.

Por fin, tras dos horas de búsqueda, el robot localizó el cable, que se encontraba a unos 30 metros de profundidad, enterrado por la arena que las mareas no dejan de mover.

Una pequeña pausa para explicar cómo funciona el cableado del TAT-14. Es un sistema construido por parejas de fibras. Aunque estas se pueden usar de forma simultánea para enviar y recibir datos, se prefiere separar las señales para optimizar la red. Así, dentro de cada pareja de fibras, cada una trabaja en una única dirección. Por otro lado, cada cable contiene cuatro pares de hilos, dos trabajando de forma activa y dos como posible soporte.

En el caso del cable que reparó el Pierre de Fermat, solo una de las fibras estaba estropeada, por lo que su homóloga había podido reemplazar su uso y el servicio no se había visto interrumpido. Pero si un segundo componente se hubiera malogrado, se habría comprometido el funcionamiento de las redes que utilizan millones de usuarios y negocios en su comunicación entre América y Europa.

Reparando los cables submarinos

Lo más probable es que el cable se hubiera dañado por la intervención de un barco pesquero. Aunque estos no tienen permitido faenar en las áreas en las que se hallan los cables submarinos, algunos se saltan las prohibiciones al pensar que, precisamente, estas zonas protegidas tendrán mayor afluencia de peces. Una vez izado el cable, llegó el momento de la reparación, una operación que puede durar varios días.

Primero se revisa el cable en busca del problema. Después, se pela para dejar al descubierto la fibra óptica. A continuación, se sitúa en una herramienta que suelda las diferentes fibras de forma individual. Un trabajo muy costoso, pues aunque TAT-14 solo tiene cuatro fibras, algunos cables son capaces de contener hasta 144. Enseguida se coloca de nuevo el revestimiento protector para, finalmente, volver a sumergirlo en el océano.

En este caso, el ROV Hector 2 y Emma (la nueva máquina de Pierre de Fermat) fueron los encargados de enterrarlo un metro por debajo del sedimento marino. La misión había sido un éxito.

De vuelta hacia Brest, los tripulantes tuvieron tiempo incluso de celebrar la Pascua. Diferente, pero con un banquete especial. A pesar de la incertidumbre ante esa pandemia que recorre el mundo, nada les había impedido cumplir con su objetivo.

Por Noelia Martínez

Imágenes | Orange

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