La próxima ola se llama ‘edge computing’

Innovación

El edge computing o computación de borde es la pieza que hará posible la conducción inteligente, la industria 4.0 o las smart cities. ¿Qué problemas resuelve y cuál será su evolución futura?

En los próximos años gran parte del tráfico de datos en el mundo no será entre personas, sino entre los objetos que las rodean. Se puede decir que ha llegado el momento del internet de las cosas (IoT). En el hogar, la mayoría de los electrodomésticos estarán conectados a la red. También lo estarán los coches, para hacer posible la conducción inteligente o incluso autónoma. Y elementos urbanos como farolas, cubos de basura o postes de parking, enviarán y recibirán información constantemente y conformarán las ciudades inteligentes. Por no hablar de los miles o millones de cámaras que en ciudades y espacios públicos en general estarán conectadas para facilitar tareas de vigilancia y seguridad. 

Se prevé una explosión de sensores y análisis de datos en tiempo real, alentada además por la implantación del 5G como estándar de comunicaciones móviles. Los beneficios llegarán en forma de servicios públicos y tráfico en las ciudades mejor gestionados, por ejemplo. Y en casa, la idea de que no falte de nada. Que nuestros aparatos se adelanten a las circunstancias. Si la nevera detecta escasez de leche, ella misma podría reponer el producto haciendo la orden de compra a un ecommerce asignado. Es una variante del smarthome

IDC prevé que en el año 2025 haya casi 56 000 millones de dispositivos en todo el mundo (casi nueve por cada persona en la Tierra) recogiendo todo tipo de datos, desde sensores de temperatura hasta cámaras de alta resolución. Y el 75% lo estarán haciendo desde una plataforma de IoT. En términos de tráfico global de datos, el volumen que se movió en 2019 se multiplicará por cuatro a la altura de 2025. Se calcula que las múltiples cámaras y sensores de un coche conectado, por ejemplo, generarán hasta 25 GB de información a la hora. 

La solución a las altas latencias se llama edge computing

El problema es que en los centros de datos tradicionales o en la nube no va a haber capacidad para gestionar estas cifras mareantes de información. Además, la lejanía de los centros de computación del lugar donde se generan esos datos, como fábricas, gasolineras, autopistas o tendidos eléctricos en el campo, pone sobre la mesa el problema de la latencia. 

La latencia es el tiempo que la información tarda en ir desde el dispositivo al servidor y volver. Si un coche circula por Cantabria y tiene que enviar los datos a un centro de computación en Irlanda, la respuesta tardará en llegar. Y cuando uno está al volante, unos milisegundos de más o de menos pueden ser cruciales. Lo mejor será entonces que esa información sea tratada en Cantabria. 

La solución que el sector tecnológico está encontrando para resolver este problema se llama edge computing o computación de borde o en el extremo. Es decir, se trata de acercar el centro de proceso de datos al lugar donde se está generando el intercambio de información, para que las respuestas sean instantáneas. Según IDC, nada menos el 75% de los datos serán procesados en el edge en 2025, y no en la nube o en los centros de computación de toda la vida. Además, ahora mismo un 40% de las cargas de trabajo ya se procesan en el extremo. 

En la práctica, el edge computing se materializa en pequeños centros de datos compactos (embutidos en un armario metálico) y que cuentan con un equipamiento básico: uno o varios servidores, cables y equipos de conexión, un SAI por si el suministro eléctrico falla, software de gestión interna… Desde estos armarios, que siempre están encendidos en el cuarto de atrás, es posible hacer esa computación inmediata y alejada de la nube tradicional y de los grandes centros de procesamiento repartidos por el mundo.   

El edge computing cambiará la industria

Más allá del transporte o la gestión de las ciudades, el sector que más está demandando implantaciones de edge computing es el industrial, donde los centros de producción suelen estar en la periferia de ciudades o incluso en el campo, y muy alejados unos de otros. Y donde las comunicaciones y los servicios de cloud que tan bien funcionan en entornos urbanos y poblados, aquí son menos fiables. Además, la llamada industria 4.0, con unos niveles nunca vistos de informatización, robotización y uso de sensores para controlar los procesos de producción, necesariamente tendrá que apoyarse en los minicentros de datos del edge computing para hacerse realidad.  

Por todo ello, la Unión Europea calcula que se necesitarán unos 10 000 nodos de edge computing en el continente en 2030 para evitar latencias o retardos. En España, y según la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones, el reto está en construir unos 1000 nodos en los próximos nueve años. Y según algunos expertos, esta cifra se queda bastante corta. Definitivamente, ha llegado la hora del edge computing o computación en el extremo.   

Por Juan I. Cabrera

Imágenes | iStock.com/yuriz, iStock.com/aydinmutlu, iStock.com/JIRAROJ PRADITCHAROENKUL

Archivado en
Subir