IoT, robots y ‘blockchain’: tecnología al servicio de la economía circular

Innovación

11 200 millones de toneladas de basura. Esos son los restos que dejan todas las actividades humanas durante un año.

Según la Organización de las Naciones Unidas, la mayoría de estos residuos no se gestiona de forma adecuada y, de los que sí se recogen, solo una pequeña parte acaba siendo reciclada. Podríamos buscar una cifra, pero en realidad ni siquiera sabemos a ciencia cierta cuánta basura generamos y cómo la gestionamos, porque no tenemos datos. Además, las tasas de reciclaje varían mucho entre países. Solo en la Unión Europea, las cifras se mueven del 68% de reciclaje y compostaje en Alemania al 0,3% de Serbia. En España, el porcentaje está en el 33%, según la Agencia Europea del Medioambiente.

El problema con el plástico es todavía mayor. Las dificultades que entraña su reciclaje y la escasa rentabilidad de hacerlo hacen que la mayoría de estos materiales terminen en nuestro entorno o incinerados. Según la consultora McKinsey, solo el 15% de los plásticos producidos se recupera de forma efectiva en todo el mundo. De acuerdo con el informe ‘Planet or plastic’ de National Geographic, el 91% de los residuos plásticos no se recicla y se acumula en la tierra, los ríos y los océanos.

Abandonar la economía lineal, que empieza con la extracción de recursos para producir bienes que terminan convertidos en residuos, y apostar por la economía circular, en la que se produce menos, se recicla más y se reutiliza lo máximo posible, es una de las grandes alternativas para terminar con el problema de la basura global. Solo que ha mostrado ser mucho más difícil de lograr de lo que se creía. Para avanzar en la economía circular, la tecnología también está poniendo su granito de arena.

IoT para optimizar la recogida de residuos urbanos

El primer paso para mejorar las tasas de reciclaje en todo el mundo es reforzar los sistemas de recogida de residuos. En este sentido, existen varias iniciativas encaminadas a sensorizar el sistema para recabar datos sobre el comportamiento de los usuarios, identificar mejor los residuos y ayudar a los ciudadanos a que depositen la basura en los contenedores adecuados. Para ello, las tecnologías de internet de las cosas (IoT) son clave.

El proyecto BURBA, financiado por la Unión Europea, ha desarrollado un sistema de identificación de residuos automatizado que fomenta la eliminación correcta de los residuos sólidos urbanos y aumenta la cantidad de materiales recuperados. El sistema es sencillo: conecta los contenedores e informa de dónde está el más cercano en función del tipo de residuo y la posición del usuario. Y con ello logra recabar datos de gran importancia para los gestores del sistema.

Otro ejemplo es el de la compañía francesa sigrenEa, que ha desarrollado una solución inteligente para la gestión de la recogida de residuos. Combina sensores de ultrasonido que se instalan en los contenedores y recopilan datos de llenado con una herramienta de análisis de datos y visualización. La información permite planificar mejor la recogida de residuos, adaptando el sistema a los datos recibidos en tiempo real.

Robots para la separación de la basura

Una vez recogidos los residuos, estos se separan y clasifican en plantas especializadas en reciclaje. Normalmente, es un trabajo manual, en el que los operarios revisan toneladas de basura para escoger qué reciclar y qué no. Gracias a los avances en robótica e inteligencia artificial, este proceso puede ser cada vez más automatizado.

El proyecto ZRR for Municipal Waste, desarrollado en Barcelona por Ferrovial y el Instituto Wuppertal, con tecnología de la startup finlandesa ZenRobotics, estudia que sea un brazo robótico el que separe y seleccione los residuos en la planta de tratamiento. De esta manera, mejorarían las condiciones de trabajo de los empleados (menos expuestos a los residuos) y aumentaría la calidad de los residuos reciclados para su posterior reintroducción en la cadena de valor.

El sistema CSAIL, desarrollado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (Estados Unidos), trabaja también en la misma línea. En este caso, combina sensores táctiles en las ‘manos’ del robot y visión con inteligencia artificial en un sistema que es capaz de reconocer diferentes materiales y objetos entre la basura y mejorar la eficiencia del proceso de reciclaje.

Blokchain para monetizar los plásticos

El sistema de cobrar por los envases plásticos una cantidad simbólica que luego se devuelve si se retorna dicho envase es muy popular en algunas partes del mundo. En Noruega, donde está muy implantando, se han alcanzado tasas de recogida de envases plásticos superiores al 90%. Para establecer este sistema, sin embargo, hace falta contar con una red de recogida bien establecida y la participación activa de productores, autoridades y establecimientos de venta al por menor.

Con la intención de desplegar un sistema similar en países con menos infraestructuras, la startup Empower ha desarrollado una aplicación basada en blockchain que elimina la necesidad de intermediarios. Los envases se etiquetan y quien los devuelve recibe una recompensa en forma de token digital (una tecnología similar a la que usan las criptomonedas). Así, se eliminan barreras como la necesidad de tener una identificación o una cuenta bancaria.

La compañía, que ha logrado llevar este sistema a una veintena de países, está aplicando también la tecnología de cadena de bloques para mejorar la trazabilidad de los residuos y permitir certificar los plásticos reciclados con seguridad.

El reciclaje es, junto a la reutilización, la forma de poner en valor los residuos, de convertir la basura en materiales que puedan volver a ser utilizados y que eviten que se sigan extrayendo recursos de la Tierra. Sin embargo, la forma más efectiva de acabar con el problema de los residuos, y probablemente la más complicada, es reducir. Todo lo que no tiramos, toda la ropa que dura más de una temporada y todos los móviles que se escapan a los ritmos de la obsolescencia programada no necesitan ser reciclados ni reutilizados, porque nunca han llegado a ser basura.

Imágenes | Unsplash/Dominik Scythe, Nareeta Martin

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