Noticias y muestras sociológicas nos trasladan a diario la realidad de nuestra vida conectada, de la denominada ‘brecha digital’ entre generaciones y del interés respecto a cómo crecen las nuevas generaciones en un mundo invadido por las pantallas. Con retos y oportunidades a partes iguales, las familias españolas capean como pueden un temporal que les recuerda la importancia de preparar a los hijos para un futuro digital y la aún mayor relevancia de proteger a la infancia y la vida familiar de los riesgos de la pérdida de comunicación, los hábitos tecnológicos perjudiciales o los ‘peligros de Internet’.
La digitalización de la sociedad ha impactado de lleno en la vida familiar y en la educación que damos a niños y adolescentes. No solo han aparecido nuevas formas de comunicación, entretenimiento, aprendizaje, organización de la vida cotidiana o planificación del ocio, sino que han surgido nuevos tipos de conflictos, incluso nuevos castigos y nuevas recompensas. La convivencia entre padres e hijos incluye hoy distintas formas de conectividad o uso de la tecnología y la relación que unas generaciones y otras establecen con las pantallas genera nuevas preocupaciones.
Al mismo tiempo que se conocen cada vez más las enormes ventajas que brinda la tecnología en materias tales como la educación, la comunicación y el entretenimiento, también se presenta esta como un elemento disruptivo de la vida familiar sobre el que hay que reflexionar. Sabemos que el uso exclusivamente recreativo de la tecnología impacta en nuestros hijos, que el tiempo que pasen conectados importa, que padres e hijos tenemos distintas percepciones sobre la vida digital y que tanto riesgos como ventajas del tándem menores-pantallas son reales.
Cuando los niños se acercan a la tecnología por primera vez (videos, apps, juegos…), lo hacen en casa, a través de sus padres. Cada vez acceden antes a Internet y cada vez pasan más tiempo delante de las pantallas. En términos de educación digital, entre los padres los hay permisivos, limitadores y mentores; los hay usuarios del mundo digital y conservadores que prefieren seguir siendo lo más analógicos que puedan. Pero sus hijos e hijas, los llamados “nativos digitales”, tienen una relación más cotidiana y temprana con las herramientas digitales, que les proporcionan nuevos referentes, nuevas formas de jugar y una combinación de curiosidad e intuición casi natural sobre cómo funciona la tecnología. A su vida personal y escolar se incorporan pantallas en mayor o menor medida como también a la vida diaria y laboral de los progenitores, y su forma de consumir revoluciona la publicidad y la distribución de contenidos infantiles y juveniles.
Responder a la necesidad de acompañar a niños y adolescentes en el proceso de aprender a relacionarse con la tecnología implica retos y oportunidades para las familias, actualmente invadidas de información relativa a la educación de los niños en un mundo híperconectado. Existen numerosos recursos para empezar a plantear soluciones, desde muchos puntos de vista y con muchos tonos diferentes. Y una de las iniciativas en este sentido es FamilyON, nacida hace unos meses de la mano de Orange, como parte de su estrategia de concienciación sobre un uso seguro y responsable de las TIC, con el objetivo de ayudar a padres y madres a crear momentos compartidos utilizando pantallas y, de paso, entendiendo cómo funciona esa tecnología y convirtiéndola en parte de la conversación entre padres e hijos.
Tal y como explica María Zabala, consultora de comunicación especializada en educación digital, “la familia es la primera trinchera en la educación de nuestros hijos, en todo y también en lo tecnológico. Educar en un uso responsable de las pantallas empieza con el ejemplo y la compañía, con crear espacios en los que transmitir un mensaje que no solo sea sobre tiempo, peligros de Internet o contenidos inadecuados, sino también sobre seguridad, uso positivo, responsabilidad o creatividad. Si queremos inculcar buenos hábitos, respeto, equilibrio, creatividad y cultura en la relación que nuestros hijos desarrollen con el mundo digital, necesitamos incorporar la tecnología al resto de la educación que damos en casa, para ayudarles a entender el contexto, intentando conseguir que las pantallas formen parte de la convivencia familiar y no sean un departamento estanco en la vida de niños y adolescentes”.
Cuando los niños son pequeños, preocupan el tiempo de pantalla y el acceso a contenidos inapropiados. Conforme van creciendo, preocupan el acoso, el uso excesivo de las pantallas, la sobreexposición en redes sociales, la escasa conciencia sobre privacidad o seguridad o la pérdida de valores en el mundo digital. “Si bien la tecnología en sí misma no es neutral, la responsabilidad del usuario es real y puede marcar la diferencia”, añade Zabala. “De ahí que resulte fundamental que inculquemos a nuestros hijos las claves de su rol en la toma de decisiones digitales sobre respeto, paciencia, equilibrio, coherencia, seguridad o talento, tal y como ya hacemos de forma más natural en otras parcelas de su crecimiento”.
Un cambio de enfoque en la vida digital familiar
FamilyON es una plataforma web que ofrece actividades multimedia para disfrutar en familia, y haciéndolas juntos padres e hijos trabajan la autoestima, la comunicación, la creatividad, el pensamiento crítico, la inteligencia racional o la innovación. Pero al mismo tiempo se aprende sobre herramientas digitales y se comparte tiempo de ocio.
Según Rocío Miranda de Larra, directora de RSC y Sostenibilidad en Orange España, “llevamos casi una década trabajando en la compañía para fomentar el buen uso de la tecnología entre los jóvenes y esta ha sido una de las líneas principales de nuestra RSC. En un principio nos dirigimos fundamentalmente al entorno educativo sensibilizando sobre los riesgos de la tecnología y fomen- tando un uso responsable de la misma. Este enfoque estaba centrado en los riesgos asociados al uso de la tecnología y cómo prevenirlos. Pero quisimos dar un paso más y trabajar en los benefi- cios, que los hay, de hacer un uso creativo y positivo de la tecnología y lanzamos el proyecto ‘#superprogramadores’ unos talleres en los que programar un videojuego en Scratch. Eran talleres en fami-lia que buscaban fomentar el paso de nuestro rol de consumidores de la tecnología a otro de crea-dores, queriendo además romper ese mito de que ‘tu padre/madre no sabe de tecnología y por lo tanto la pantalla es un espacio exclusivo de los jóvenes que no pueden compartir con los adultos porque no lo entienden’. Cuando acababan los talleres, las familias nos preguntaban ‘y ahora qué’ y de ahí surgió FamilyON”.
Las actividades multimedia de FamilyON se dividen en dos bloques Exploradores (niños entre 6 y 12 años) y Luchadores (a partir de 12 años) y se llevan a cabo fuera de la página web en el ‘mundo real’, hablando, combinando así el uso de la pantalla con la interacción entre personas.
Cada actividad sigue una serie de pasos para poder desempeñarla: Planificación, Elaboración, Tutorial y Ficha pedagógica, en el caso de Exploradores; y Elaboración y Ficha pedagógica, en el caso de Luchadores. Para la parte pedagógica de las actividades familiares de FamilyON se ha recurrido a la colaboración con la Universidad de Padres, mientras que la parte tecnológica ha sido desarrollada por BQ Educa, utilizando a herramientas o plataformas como Toontastic, Scratch, Kahoot o Geoguessr.
FamilyON pretende dar herramientas para ayudar a las familias a encontrar formas de apostar por un uso seguro y responsable de la tecnología, integrado en la convivencia familiar y basado en la comunicación entre padres e hijos. “Un solo proyecto no lo va a cambiar todo, no va a acabar con los peligros de Internet ni con un niño pegado a una pantalla ni con las consecuencias negativas de un mal uso de las redes sociales. Pero modificar hábitos digitales y crear conversación sobre tecnología en casa sí puede marcar la diferencia”, explica María Zabala. “Es necesario un cambio en la narrativa que utilizamos cuando hablamos de familia y tecnología. Que un niño pequeño vea videos en YouTube o juegue con apps en el móvil de sus padres y lo haga solo, como entretenimiento al margen de otros juegos con personas, no es igual a que utilizando una pantalla pero también hablando con su familia vea un video y luego haga una actividad o incluso una manualidad. Y si una niña de 11 años está acostumbrada a hablar en casa sobre ‘cosas digitales’ asumirá con mayor normalidad seguir hablando de esos temas cuando llegue a la adolescencia. Con gran frecuencia damos a los niños mayor autonomía digital que analógica porque pensamos que saben de tecnología, pero la realidad es que necesitan de su familia para poner en contexto su papel en un mundo digital”.
¿Es realmente posible disfrutar de las pantallas en familia? ¿Puede esta opción ayudarnos a trasladar a nuestros hijos los mensajes necesarios para que su educación les ayude a ser usuarios digitales responsables?
¿Qué necesitamos los padres y madres de familia para sentirnos implicados y capaces de convertir los retos en oportunidades?
FamilyON quiere formar parte de esta importante conversación para convertirse en parte de las posibles soluciones.