Esta semana acogíamos con mucho interés y expectación la noticia del inicio de los trabajos para elaborar una estrategia nacional sobre la protección de los menores en la red. El Congreso daba luz verde a la puesta en marcha de una subcomisión para su elaboración. Parece que por fin se expresa, desde el liderazgo político, el firme propósito de promover el uso seguro y responsable de las TIC por parte de los menores.
Otros países y algunas Comunidades Autónomas han adoptado, desde hace tiempo, Planes estratégicos de protección de los menores, o cuentan con organismos públicos especializados.
Otros, han creado organismos específicos para coordinar las acciones que desarrollan y para asesorar al gobierno en la adopción de este tipo de estrategias, como el Consejo del Reino Unido para la Seguridad Infantil en Internet. Este Consejo está integrado por 150 grupos de interés, públicos y privados, que se suman para ofrecer una visión estratégica y un compromiso a largo plazo, para incrementar la eficacia de las estrategias actuales y futuras.
Sinceramente, estamos convencidos, que es imprescindible entender la protección de los menores en la red desde una perspectiva multidimensional e intersectorial. La eficacia de los resultados dependerá de la colaboración y cooperación entre la totalidad de los agentes. Y, en el ámbito de los menores y las TIC, son muchos y diferentes los actores implicados. Se hace imprescindible identificarlos y definir claramente su papel.
Sin duda, las TIC juegan un papel fundamental en el empoderamiento de las y los menores. La mejor forma de dotarles de herramientas y oportunidades para acceder a la sociedad del siglo XXI es estableciendo bases de confianza, seguridad y protección pero también facilitando una verdadera adquisición de la competencia digital.
Tenemos la responsabilidad de promover la incorporación plena de las TIC entre los menores como futuros ciudadanos activos y participativos de la sociedad de la información y del mismo modo es nuestra obligación atajar y prevenir los riesgos y amenazas y la mejor forma de hacerlo es en clave de estrategia. Con actuaciones coherentes, coordinadas, priorizadas y planificadas que permitan el cumplimiento de los objetivos conjuntos de la forma más efectiva.