Los negocios basados en datos están a la orden del día. La mayoría de marcas ya usan los datos e información (datos ordenados) para generar conocimiento. También para monetizarlo, convirtiendo esos datos brutos en forma de ceros y unos en un activo empresarial. Con ello se pueden tomar mejores decisiones.
En el futuro habrá muchos más negocios basados en datos, y en este artículo planteamos tres posibilidades diferentes. Tres puntos de vista con los datos en el centro. Desde una fábrica completamente automatizada sin intervención humana hasta el control de los datos personales por parte de los usuarios.
¿Es posible construir una fábrica sin presencia humana?
La idea no es nueva. La obra de teatro ‘RUR’ (1920) ya planteaba la posibilidad, y lo cierto es que avanzamos en esta dirección. Por su infraestructura, las fábricas son lugares donde prima la seguridad. No queremos que ningún trabajador salga herido, pero como el riesgo nulo no existe, la única forma de no tener jamás un accidente laboral es no tener trabajadores.
Abajo puede observarse incluso un entorno industrial funcional. Esta compañía dirige un cultivo íntegramente gestionado por robots. Ellos siembran, limpian, recogen la cosecha, encargan semillas o se encargan de optimizar la luz. Si se puede hacer con la comida, por descontado que es viable hacerlo en una fábrica tradicional: coches, piezas, componentes, ositos de peluche…
Pero ocurre que la infraestructura de gestión se complica mucho a nivel virtual. Cada robot y cada objeto fabricado pasa a formar parte del Internet of Things con una etiqueta única y a menudo con programación específica. Para gestionarlos se necesita lo que en telecomunicaciones se llama network slicing.
Esto ya se hace a nivel urbano: se segmenta en diferentes capas virtuales una misma infraestructura física de telecomunicaciones para que cada tipo de servicio (IoT, banda ancha, servicios urbanos…) circule por un canal. Resulta interesante ver cómo las fábricas se convierten en ciudades en miniatura coordinadas mediante datos.
¿Venderemos nuestros datos personales?
Google, Facebook, el periódico digital que lees gratis cada mañana… Todos estos servicios se ofrecen sin coste económico alguno porque, mientras el usuario los consume, ellos recaban datos que vender a compañías orientadas al marketing. No es un secreto, y los usuarios aceptamos los términos y condiciones de los servicios a sabiendas que usan datos como la posición del GPS.
Sin embargo, hay otro modelo posible: eliminar al intermediario y vender nosotros mismos nuestros datos personales. En 2016 la compañía de broker Totally Money estimó, gracias a una encuesta, que los datos personales que vamos dejando por la red llegaban a valer unos 2.428 euros de entonces.
Es una medida quizá personal que depende del valor que damos a nuestros datos privados. Aspectos como publicar nuestra edad, género o fotografía podrían tener una recompensa económica en lugar de un intercambio por servicios, como ocurre ahora. Es un modelo a tener en cuenta.
El mayor laboratorio meteorológico jamás construido
La predicción meteorológica es más que un espacio al final del telediario. Gracias a las medidas de las estaciones que recogen datos hemos sido capaces de demostrar el cambio climático, pero también mejorar las cosechas, planificar viajes o saber si hay que subir la calefacción porque en diez minutos bajará la temperatura.
Recoger datos nos ha venido muy bien, pero el problema es que estos se basan en muy pocas estaciones meteorológicas. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) solo cuenta con 800 de estos puntos. Sin embargo, todos los vehículos cuentan con sensores de temperatura más o menos fiables.
Puede que estos sensores de temperatura, presión y humedad no estén perfectamente reglados, pero su aportación es mejor que no tener datos. Ahora imaginemos un negocio que consiste en que los fabricantes de vehículos conectados vía SIM envían cada pocos minutos estos datos a la Aemet. Para ello la infraestructura de telecomunicaciones resulta indispensable, y el 5G conseguirá mejores tasas de envío de datos.
En estos casos los modelos climáticos podrían ser mejorados de forma considerable. Se estima que circulan unos 30,5 millones de vehículos en nuestro país (es el número de vehículos asegurados). Estos podrían ofrecer un salto cuantitativo a nivel científico gracias a los datos.
Por Marcos Martínez
Imágenes | iStock/kynny, Jesse Bowser