Cristina Gallego (EAE): “El fin último de todas las tecnologías es mejorar la vida de las personas”

Innovación

Internet de las cosas (IoT) lleva tiempo ganando inercia con un crecimiento exponencial tanto en I+D+i como en implantación tecnológica, tal y como aparece en la publicación ‘Internet de las Cosas: comparativa internacional, España y Comunidades Autónomas’. Aunque la covid-19 puede truncar algunos sectores al reasignar presupuestos y limitar la posibilidad de congresos.

Cristina Gallego Gómez es Doctora en Organización de Empresas por la Universidad Rey Juan Carlos, profesora en EAE Business School y autora principal de la publicación mencionada. Hablamos con ella para conocer su opinión sobre el futuro del IoT en nuestro país.

– Durante los últimos años se ha observado cómo la inversión en IoT no deja de crecer. ¿Por qué se destina tanto capital a este sector?

En el momento de la publicación del informe, que se realizó antes de la covid-19, se estaban produciendo cambios sobre el tejido empresarial actual con la voluntad de cambiar a nuevas industrias digitales. Las últimas noticias apuntaban a destinar más fondos y conocimiento a todo lo que tenía que ver con automatización. Crear sociedades conectadas, todo aquello de la ‘sociedad red’ y la interconexión.

Se pensaba que a través del IoT se iba a poder lograr, sobre todo en los hogares y en los coches, compartir datos e información mucho más inteligente, y con ello conformar una sociedad mucho más ‘lista’.

– ¿Qué regiones lideran este cambio?

En España nos situamos en la posición número cinco, con Barcelona como punta de flecha, que es donde el tejido empresarial ha cambiado más y han sabido posicionarse como sociedad del conocimiento. Allí se destinan más recursos, y tienen gente más experta y con más conocimiento, especialmente en lo que tiene que ver con la gestión del dato.

– ¿Y por qué España está tan lejos de encabezar el desarrollo como para vender a segundos países?

Porque nuestro tejido empresarial se basa en otros sectores que no tienen que ver con el impulso del I+D+i o con un conocimiento más tecnológico. Al final, necesitamos profesionales que sean expertos en la materia (científicos, ingenieros) y que puedan dar soluciones mucho más acotadas e innovadoras. Nuestro expertise es otro y aún no estamos consagrados como referentes.

– ¿Pueden esas soluciones específicas de IoT ayudarnos a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)?

Lo que se hizo en el informe, que se basa en un estudio previo de Deloitte que quería conocer la situación de los ODS, fue ver los panoramas por países. Unos países tienen objetivos más marcados que otros, o están más desarrollados en su consecución. Se supone que para 2030 todos estos países tienen que cumplir todos esos Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sinceramente, no sé si vamos a llegar. Para 2020 teníamos que haber dado lugar a un impulso fuerte, y no hemos cumplido.

De nuestros ODS, de los 17, es cierto que tenemos muchos en los que suspendemos. El número 8 (trabajo y crecimiento económico), en el 9 (industria, innovación e infraestructura), en el 12 (producción y consumo responsables), en el 13 (acción por el clima), en el 14 (vida submarina) o en el 15 (vida de ecosistemas terrestres).

Todos estos Objetivos de Desarrollo Sostenible nos están marcando cómo estamos de avanzados a nivel tecnológico en España. También en IoT. Suspender precisamente en los mínimos que se piden con otros países y que nosotros no lleguemos a ellos… Pensemos en la educación de calidad. Cumplimos una muy pequeña parte de los objetivos, lo que impacta directamente en el desarrollo.

De hecho, en los ODS 8 y ODS 9, que tienen que ver con la innovación y crecimiento económico, directamente suspendemos. Es muy difícil desarrollarse en IoT con base en esto. En otro informe de esta casa, EAE, que hicimos sobre productividad, habíamos mejorado respecto al año anterior, pero las empresas aún denunciaban muchísimo absentismo laboral (por motivos variados), lo que tiene un impacto directo sobre la productividad de las empresas.

– ¿El IoT y el teletrabajo tienen un punto de contacto o son universos separados?

A rasgos generales, el IoT sí que debería posibilitar el teletrabajo. Si vamos a una sociedad más madura con respecto al conocimiento y mucho más conectada, tendremos menos dependencias por las que las empresas nos obliguen a tener que ir al puesto de trabajo. Contar con algo más deslocalizado y desconectado sí que debería posibilitar el teletrabajo, pero no he localizado en este momento ningún estudio que los relacione de forma directa.

Sí que es verdad que, por ejemplo, en medicina hay muchos dispositivos que lo potencian, como ocurre con parte del desarrollo de las ciudades inteligentes. Eso debería, por lo menos en algunos sectores, potenciar el teletrabajo, porque dispondríamos de los medios suficientes como para acceder a otros recursos que no sean presenciales; el proceso a potenciar sería a nivel cultural.

– ¿Cómo se está aplicando el IoT en las empresas, más allá del teletrabajo o la covid-19?

Las empresas lo que quieren es tener toda la información localizada. Al inicio de las tecnologías de la información (TIC), las empresas perdieron mucho dinero creando islas de información. Durante años se ha trabajado y se está trabajando en esta unificación, que nos permite IoT y posibilita, no solo una mayor productividad, sino que también es una parte importante del PIB si realmente lo potenciamos.

– Sin embargo, hay muchas barreras de acceso.

La principal sería la parte de formación. La formación tiene un papel fundamental en este tipo de industria. También el desarrollo y las ayudas, especialmente en productos que tienen buena acogida en el mercado. Habría también que definir algún horizonte ético que nos impidiera hacer un mal uso de este mundo conectado.

– ¿El IoT ya está cambiando los hábitos de consumo o, por otro lado, son los hábitos de consumo los que han impulsado el IoT?

Creo que son ambos. Es como el marketing: no sabes que necesitas algo hasta que te creo la necesidad, te lo muestro, y es entonces cuando lo necesitas. Se crean necesidades. El fin último de todas las tecnologías es mejorar la vida de las personas, y en este marco aplica muy bien el Internet de las Cosas.

Mejora nuestra vida dándonos más información, permitiéndonos que todo esté más conectado, tener un mayor control de nuestra vida personal, así como de nuestro coche, de nuestra salud, etc. Necesitamos tener información agregada para poder procesarlo. Creo que a través de nuevas innovaciones, una vez probadas y confirmado que son positivas, se incrementan las necesidades de adopción.

– Menciona a los coches, y en el informe apuntabais a que en 2025 la movilidad liderará el gasto en IoT. ¿Algún ejemplo de uso?

Hay algunas aseguradoras que han intentado lanzar plataformas para medir determinados factores. Es un filón; la gente quiere saber lo que consume, su velocidad media, la huella de carbono e incluso recibir consejos de conducción, etc. Se sospecha que es exponencial y que se llevará antes en el coche que en casa, pese a que también en casa se esté experimentando un uso mayor de domótica.

– En las casas hay, o había, un problema de privacidad y seguridad con respecto a las primeras generaciones de IoT. ¿Está solucionado?

Los avances son lentos en este sentido. Los consumidores compran productos tipo Alexa o cualquier producto similar, y la privacidad y regulación es de cada uno de esos productos.

– ¿Cómo va a afectar la covid-19 a las perspectivas de crecimiento en IoT?

Los esfuerzos están puestos en otros sectores, lo que tiene un impacto directo en otros muchos. Por ejemplo, en la educación. Es cierto que hay ayudas para la tecnología, el impulso de las TIC y los ODS, e incluso hace poco se impulsó la Agenda 2030. Pero el dinero es limitado y hay que repartirlo donde más falta hace.

Tenemos competidores muy fuertes y, aunque se va a dar un impulso muy grande a estos sectores, no se va a invertir tanto en tecnologías de la información como si todo hubiera ocurrido de forma ‘normal’, según las previsiones. De hecho, se están anulando muchos congresos como el World Congress, que se hacían en Barcelona por lo fuerte que es esta en conocimiento en datos. En el momento en que todos estos congresos y todas las conversaciones dejen de existir se pierde un poco de competitividad.

Redactado por M. Martínez Euklidiadas

Imágenes | iStock/doble-d, iStock/megaflopp, iStock/Scharfsinn86

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