El síndrome FOMO (siglas de ‘fear of missing out’) está asociado a la tecnología y las redes sociales. Se trata de un tipo de ansiedad social causada por la impresión de que el resto del mundo está teniendo experiencias gratificantes y divertidas sin la persona que lo sufre. Esto provoca la necesidad de estar siempre conectado y un miedo irracional a la sensación de estar perdiéndose algo.
En realidad, deriva del tradicional miedo a la exclusión, a no pertenecer al grupo, pero las nuevas tecnologías lo han agravado. Para los jóvenes, y también para muchos adultos, es un síndrome que les mantiene pegados a las pantallas de sus dispositivos. Guiados por el miedo a perderse un acontecimiento, un momento vital en grupo, una experiencia, una celebración, un viaje… Que otros muestran a través de las redes sociales y que el que lo ve no está viviendo en ese momento exacto.
A través de las redes sociales estamos siempre conectados, viendo qué hacen los demás con su vida, los momentos más felices, los lugares más impresionantes y una imagen siempre positiva y triunfalista de la vida de cualquiera. Esta conexión nos hace sentir que todos pertenecemos al mismo grupo, tanto con amigos y conocidos como con otras personas a las que no se conoce, como famosos e influencers, cuya vida, en realidad es muy diferente.
Ahí es donde radica el problema. Todas esas personas muestran vivencias que solo vemos a través de la pantalla, lo que provoca la sensación de exclusión y el FOMO. A raíz de esta serie de pensamientos, se generan sentimientos de soledad, aislamiento, baja autoestima y tristeza que también pueden acabar en angustia, ansiedad, adicción e incluso depresión.
Los jóvenes, los más afectados
El FOMO genera dependencia de las redes sociales y la tecnología, ya que se busca satisfacer la necesidad de saber constantemente lo que están haciendo otros e induce a desear mostrarle al mundo cómo queremos ser, no cómo somos en realidad, y que no nos quedamos fuera de nada.
Son las generaciones más jóvenes las que más sufren este miedo a perderse algo, porque son las que más tiempo pasan conectados con otros a través de las redes. Según indican los profesionales de Orbium, consulta especialista en tratamiento de adicciones, estrés y ansiedad, “la adicción a redes sociales, y a internet en general, se ha convertido en uno de los principales problemas en la población joven actual”.
Este equipo de psicólogos, psiquiatras y terapeutas explica que “el fenómeno FOMO hace referencia a la necesidad irresistible de estar continuamente conectados y participar de manera activa. Con lo que, las distintas plataformas que existen hoy en día para establecer contacto en vivo y directo desempeñan un papel crucial en el desarrollo de adicciones al móvil e incluso a consolas de videojuegos que permiten la interacción en línea con otros jugadores”.
¿Cómo saber si se sufre FOMO?
Según los especialistas en psicología de Orbium, los síntomas más identificables de FOMO son:
- Consultar las redes al despertarse y antes de dormir.
- Las redes sociales abarcan las principales actividades cotidianas.
- Se tiende a involucrarse cada vez más porque brindan recompensas y confort.
- Se experimenta sensación de autoeficacia, pertenencia y satisfacción en las redes sociales.
- Sne empieza a ignorar las relaciones reales, cambiándolas por la interacción virtual.
- Hay una importante disminución del bienestar emocional.
- Aparecen sensaciones de inseguridad, evitación e irritación ante actividades reales.
- Mayor uso del móvil para no perderse otras experiencias.
- Aparecen la ansiedad, la sensación de soledad y abandono y exclusión por no participar.
- Estrés asociado a experiencias negativas con otros usuarios de redes sociales (haters, acoso)
Para estos expertos en psicología, el FOMO aumenta cuanto más se usa el móvil, la tablet o el ordenador con videojuegos colectivos, y debe atajarse con tratamientos contra la adicción a los móviles o a las nuevas tecnologías e internet. El FOMO se considera un problema grave cuando:
- Se utilizan los dispositivos de forma excesiva, se revisan las redes sociales de manera obsesiva y se documenta la vida propia constantemente.
- Disminuye la motivación académica o laboral.
- Aparecen problemas de autoestima, autoconcepto e incluso de imagen personal.
- Se alivia el malestar con la interacción en las redes, pero solo a corto plazo.
- Hay problemas para relacionarse con otras personas en la vida real. Este es un aspecto más preocupante entre los adolescentes, cuyo momento vital ya plantea problemas en este sentido.
Se puede evitar que nuestros adolescentes y jóvenes acaben sufriendo el síndrome FOMO mediante la educación, la vigilancia y la corrección del “uso desadaptativo de las plataformas digitales”, indican desde Orbium. Sin olvidar la necesidad de fomentar las habilidades sociales y la autoestima desde la infancia.
Por Marián Álvarez Macías