Cómo sería un mundo sin seguros

Orange Seguros

El irreal silencio que reinaba en el pueblo hacía aún más difícil creer lo que acababa de suceder. Como recién despiertos de una pesadilla, los vecinos se auscultaban el cuerpo con las manos para comprobar si seguían enteros y también para asegurarse de que lo que estaban viviendo era real. 

En efecto, concluyeron, lo impensable había ocurrido: unos segundos de estruendo y caos en los que el suelo que pisaban se convirtió en un enemigo mortal que atentaba contra ellos. Sin embargo, nadie entró en pánico ante la posibilidad de que el temblor se repitiera. Con sus casas, negocios y haciendas bajo los escombros o pasto de las llamas, a lo que tenían miedo era al resto de sus vidas.

Esta historia no llegará a sus pantallas en fechas próximas, ni estará disponible en formato físico y digital en su librería de confianza. Este drama es muy auténtico, y de ello pueden dar fe en Lorca (Murcia), en el barrio barcelonés de El Carmelo o en un sinnúmero de municipios almerienses. En la ucronía que hemos trazado, un seísmo destruye gran parte de un pueblo, cuyos habitantes se enfrentan a un futuro que ojalá fuese incierto. 

Con sus viviendas y tiendas reducidas a pavesas, sus posibilidades de recuperación son nulas. ¿Por qué? Porque nos hemos tomado la licencia literaria de ubicar nuestra localidad ficticia en un universo en el que no existen los seguros. 

Dejen volar la imaginación y caminen por sus maltrechas calles: ¿cómo afrontará el dueño del colmado el desplome del techo de su local? ¿Quién costeará las fachadas derruidas de las viviendas donde viven decenas de familias? ¿De qué manera saldrán adelante los autónomos que regentaban los restaurantes y bares sepultados bajo los cascotes? En esta realidad alterna, son preguntas que carecen de respuesta.

Una red de seguridad ante lo impredecible

Hemos elegido un terremoto como ejemplo, pero la furia de la naturaleza se manifiesta en las más variadas formas: riadas, inundaciones, incendios, lluvias torrenciales, vendavales… Con toda la tecnología y el conocimiento acumulados por la especie humana, aún existe un elevado margen de error a la hora de predecir lo que hasta hace bien poco era impredecible: los elementos. Hay, sin embargo, algo que sí podemos predecir y establecer. Nuestra salvaguardia.

Los antiguos eran plenamente conscientes de lo desvalido que puede llegar a verse el hombre ante su propio entorno. Por eso, formas primitivas de contratos de seguro pueden encontrarse en culturas tan tempranas como la antigua Mesopotamia y las ciudades-estado del Mediterráneo oriental. Los pueblos ligados al mar, fuente nutricia de riqueza, pero también de desastres, han destacado siempre por ser pioneros en la concepción jurídica y comercial de las herramientas aseguradoras, como bien ilustran los fenicios y los mercaderes de la isla griega de Rodas.

Las formas primigenias de aseguramiento, de las que descienden y beben las actuales, no limitaban su cobertura a las agresiones de las fuerzas naturales. Los marineros mercantes rodios no solo se protegían frente a los maremotos y tifones, sino también frente a la piratería y las acciones bélicas. Y es que la mano malintencionada del hombre puede causar tanto o más daño que el volcán más furioso.

Preguntas sin respuesta

El momento presente, marcado por una pandemia global que ha deteriorado el tejido productivo, es el ejemplo perfecto. El daño producido por los miles de robos en comercios y empresas se multiplica en estos tiempos de ‘vacas flacas’, en los que autónomos y pymes pugnan por no engrosar la estadística de cierres. Hoy más que nunca, la póliza comercial se erige en escudo imprescindible frente al butrón, el saqueo o el vandalismo. 

Regresemos al turno de preguntas: ¿puede aguantar de pie una joyería que apenas cubre los gastos las consecuencias de un desvalijamiento? ¿Sería capaz un taxista que aún está pagando la licencia de afrontar los gastos de un siniestro provocado por un conductor negligente? Eliminando los seguros de la ecuación, la única alternativa posible sería un Estado hipergarantista capaz de hacer frente a todas las eventualidades, lo que nos mete de lleno en el terreno de la utopía política.

Un sector público omnipotente exigiría una presión tributaria colosal que asfixiaría el emprendimiento y el consumo, disparando la evasión fiscal y la economía sumergida. Por este motivo, los habitantes de nuestro poblado ficticio no pueden contar con una Administración todopoderosa que solucione su porvenir. Ello constata que no solo ellos, sino la sociedad en su conjunto, necesita un sector asegurador fuerte y bien regulado que garantice la estabilidad económica de particulares y empresas.

Por José Sánchez Mendoza

Imágenes | @antomalani y @kkincade en Unsplash

Acerca de Orange Seguros:

Orange Seguros es una Agencia de Seguros Vinculada perteneciente al Grupo Orange que comercializa seguros exclusivos para los clientes de Orange, ofreciendo a sus clientes una relación muy sencilla con sus seguros a través de una experiencia digital. La razón social de Orange Seguros es Orange Mediación de Seguros, S.L con N° de registro en la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP): AJ0232.  Orange Seguros mantiene suscritos contratos de agencia para la comercialización de seguros con ZURICH VIDA, COMPAÑIA DE SEGUROS Y REASEGUROS, S.A.U y Zurich Insurance Public Limited Company, Sucursal en España. 

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