El mundo se ha vuelto un lugar sombrío. La pobreza, la contaminación y la inseguridad lo recorren todo. Cada vez es más difícil vivir en la Tierra. Menos mal que existe OASIS.
En el mundo virtual creado por Steven Spielberg, los protagonistas de ‘Ready Player One’ huyen de su realidad hacia un complejo metaverso en el que las posibilidades parecen infinitas. ¿Es este universo virtual un sitio ajeno a la influencia de quienes han acabado con el mundo real? La respuesta a esta pregunta no es el objetivo de este artículo, pero OASIS sí, en cierto sentido.
Los metaversos han estado presentes en la literatura y el cine de ficción durante años. Son un paso más de ese mundo virtual que empezamos a generar con internet y que, poco a poco, ha ido absorbiendo más facetas de nuestra vida. Seguimos viviendo en un mundo físico y analógico, pero cada vez con más trocitos digitales.
Ahora, por primera vez, la construcción de un metaverso real parece al alcance de nuestras manos. Meta (antes Facebook) ha prometido convertir las relaciones sociales en el entorno digital en un universo paralelo en el que los usuarios puedan interactuar casi como si estuvieran en el mundo real, pero a través de realidad virtual y aumentada. Este anuncio, sin embargo, ha generado muchas dudas en diferentes frentes, incluido el de la privacidad y la protección de los datos personales.
La tecnología del metaverso
El metaverso, tal como se plantea en este artículo de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), debe funcionar como el mundo real. Para ello, los usuarios tienen que sentir que son capaces de interactuar con otros seres virtuales de la misma manera que lo hacen en la realidad. Además, el metaverso debe ser interoperable y permitir a los usuarios saltar entre mundos y plataformas. También debe estar estandarizado con respecto a comunicaciones y tecnología.
La tecnología, hasta ahora principal barrera para el desarrollo de un metaverso, ya lo hace posible. Los avances en realidad virtual y aumentada, las redes de alta velocidad y baja latencia (potenciadas con el despliegue del 5G) y las tecnologías para reforzar la seguridad de los datos (de la criptografía al edge computing) hacen que construir un universo virtual parezca factible por primera vez en la historia.
“El metaverso involucra al usuario en múltiples dimensiones […] hasta virtualizar todos los aspectos de desarrollo del individuo, y extiende los datos recogidos a la información no verbal y biométrica. La coyuntura colectiva y técnica actual ha creado el contexto ideal para su desarrollo y expansión, traduciendo las experiencias humanas a un tratamiento de datos digitales mediante simulaciones. Sin embargo, el tratamiento de estos datos personales es completamente real”, añaden desde la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).
El metaverso y la privacidad
Para la AEPD, el uso del metaverso puede ser muy intrusivo desde el punto de vista de la privacidad, ya que los datos que comparten los usuarios aumentan de forma exponencial. Ya no hablamos de las fotos de las vacaciones y los likes, como sucede en las redes sociales, sino de un nuevo universo de datos personales, de compartir nuestra vida al completo en una plataforma digital. Para la AEPD, estas son las principales dudas que presenta el metaverso desde el punto de vista de la privacidad.
- Más datos, con mayor granularidad y precisión. Los dispositivos para interactuar en el metaverso recogen nuevos conjuntos de datos inexplorados hasta el momento: información de wearables (e interfaces neuronales a más largo plazo) e información ocular extraída de las gafas de realidad virtual que permite analizar respuestas emocionales.
- Disponibilidad de información no verbal, que permite analizar en profundidad al individuo, en función de sus movimientos, sus tiempos de reacción y sus formas.
- En conjunto, se podrá conocer y perfilar a cada usuario a niveles no alcanzados hasta ahora con las redes sociales. Esto abre la puerta a la explotación automática de los datos personales.
- Los riesgos de las tecnologías en conjunto. La inteligencia artificial, internet de las cosas y las interfaces neuronales tienen sus propios riesgos para la privacidad que están siendo estudiados. Para la AEPD, los efectos individuales y sociales del uso conjunto de todas ellas son, en gran medida, desconocidos.
- Riesgos del mundo real en el virtual. Al experimentar el entorno digital como si del mundo real se tratase, el usuario también está expuesto a riesgos como la vigilancia masiva, la discriminación, la pérdida de autonomía, el fraude y la suplantación de identidad.
- Reglas automatizadas. La regulación del metaverso se basará, en principio, en reglas ejecutadas de manera automática como ya sucede en entornos nativos digitales como el de las criptomonedas. Para la AEPD, el ser humano no debe ser desplazado del proceso de aplicación de la norma y del derecho. El metaverso tendrá que cumplir siempre el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y otras normativas europeas como la Digital Services Act y la Digital Markets Act.
Para minimizar los riesgos para la privacidad del metaverso, existen diferentes enfoques. Son, por ejemplo, diseñar los dispositivos para minimizar los datos recopilados, la transparencia en el funcionamiento y las auditorías externas, la privacidad desde el diseño y el refuerzo de la seguridad y la confidencialidad de la plataforma. Todo un universo por explorar del que seguro oiremos hablar mucho en los próximos años.
Por Juan F. Samaniego
Imágenes | Facebook, Facebook 2, Unsplash/Matthew Henry