Es probable que en algún momento de 2020 hayas hecho doomscrolling. ¿Qué es? Es el nombre con el que desde hace algunos meses en las redes sociales y periódicos, especialmente en Estados Unidos, se identifica la constante búsqueda y consumo de noticias dramáticas, deprimentes y tristes. Con el smartphone, la tablet o el ordenador. Una tendencia que fácilmente desborda en una atracción fatal por la conspiración y la distopía.
Es una práctica que, obviamente, existe desde hace tiempo. En 2020 se ha vuelto mucho más común y generalizada. La razón radica en que la pandemia ha provocado un aumento innegable de malas noticias, además de reducir drásticamente las actividades que antes servían como distracciones. Se practica menos deporte y se sale menos de casa, por lo que la mayoría del tiempo lo pasamos pegados a una pantalla.
Doomscrolling es un fenómeno relativamente nuevo, pero varios expertos ya alertan de que puede ser muy perjudicial para el bienestar mental. Y tal vez no hacían falta los expertos para saberlo. Según muchos, también puede generar el ‘síndrome del mundo cruel’, en el que la persona cree que el mundo es peor de lo que es realmente.
En inglés, ‘doom’ significa algo como ‘condena’ y ‘desgracia’. ‘Scrolling’, por otro lado, es el verbo inglés que se usa para indicar el acto de mover hacia abajo el muro de una red social o un artículo. A veces, se usa también doomsurfing en lugar de doomscrolling. El diccionario Merriam Webster la ha incluido entre las palabras que está ‘vigilando’. Es decir, aquellas que aún no cumplen los criterios para ser consideradas verdaderas nuevas palabras.
<blockquote class=»twitter-tweet»><p lang=»en» dir=»ltr»>Doomscrolling for the <a href=»https://twitter.com/NewYorker?ref_src=twsrc%5Etfw»>@NewYorker</a> <br>For more animations: <a href=»https://t.co/fJGQ9vUv8e»>https://t.co/fJGQ9vUv8e</a> <a href=»https://t.co/nGoB4HLtRb»>pic.twitter.com/nGoB4HLtRb</a></p>— Christoph Niemann (@abstractsunday) <a href=»https://twitter.com/abstractsunday/status/1317797282138513414?ref_src=twsrc%5Etfw»>October 18, 2020</a></blockquote> <script async src=»https://platform.twitter.com/widgets.js» charset=»utf-8″></script>
¿De dónde viene el término doomscrolling?
El término se popularizó en los Estados Unidos, principalmente de la mano de Karen Ho, periodista de la revista ‘Quartz’. Durante la pandemia, Ho publicó recordatorios periódicos en Twitter sobre la importancia de hacer algo más que leer noticias negativas. Sobre todo, alentaba a evitar los continuos boletines sobre contagios, restricciones, colapso de la economía y pérdida de puestos de trabajo. Ho explica que la primera vez que se encontró con la palabra doomscrolling fue en octubre de 2018. Mucho antes de la pandemia. El pasado mes de octubre, el ilustrador Christoph Niemann retrató con mucha eficacia el doomscrolling en un dibujo animado para el ‘New Yorker’.
«Ahogarse lentamente en una especie de arenas movedizas emocionales, atiborrándose de noticias negativas». Con estas palabras, Brian X. Chen definió el doomscrolling en el ‘New York Times‘. Según algunos datos recopilados durante el confinamiento, nuestro tiempo frente a la pantalla aumentó en al menos un 50%. Esta práctica, combinada con la adicción a los smartphone, podría tener un impacto significativo en nuestro bienestar físico y mental. Ansiedad, depresión, improductividad y aislamiento son solo algunas de las posibles consecuencias.
“Te despiertas a las 6 de la mañana y empiezas a leer. Las infecciones siguen aumentando, al igual que las muertes. Los niños no pueden volver a la escuela. Tu restaurante y peluquería favoritos todavía están cerrados. Las personas están perdiendo sus trabajos. Todo es terrible. El mundo tal como lo recordamos se acabó. Cuando terminas de leer son las 9. Aún no has salido de tu abismo de desesperación para darte una ducha. Repites este ejercicio masoquista durante la pausa del almuerzo y antes de acostarte”. Así describe Chen la experiencia del doomscrolling.
Las posibles causas
La reportera del ‘Wall Street Journal’ Nicole Nguyen ha alineado algunas opiniones de expertos sobre las causas de este fenómeno. La profesora de psicología clínica Mary McNaughton-Cassill lo relaciona con la necesidad innata del ser humano de «buscar amenazas». Ya sean bayas venenosas o tribus rivales. Según McNaughton-Cassill, estamos predispuestos a prestar más atención a las malas noticias que a las buenas. Un mecanismo que conocen muy bien los periodistas.
Cuando estamos nerviosos y estresados, activamos una respuesta natural que aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Normalmente, sirve para prepararnos para el peligro, «pero también puede presentarse cuando no es útil, como cuando nuestro jefe es grosero o cuando vemos algo en la tele”, explica la experta.
Las causas del doomscrolling no solo se encuentran en la naturaleza de los seres humanos, sino también en la propia tecnología. Los algoritmos que dominan las redes sociales están pensados para mantener a las personas pegadas a sus pantallas. «Amplifican las emociones que nos mantienen mirando, especialmente las negativas», asegura David Jay del Center for Humane Technology en el artículo de Nguyen.
Las redes sociales están diseñadas como tableros infinitos, donde potencialmente se puede hacer scrolling hacia abajo sin llegar nunca a un final. “Esto hace que la gente nunca se sienta completamente informada. Nunca obtienen la satisfacción de decir ‘bueno, ahora entiendo el problema’, explica Coye Cheshire, profesor de sociología en Berkeley, al ‘Wall Street Journal’. Un fenómeno que también se conoce como infodemia.
Consejos para evitar el doomscrolling
Finalmente, hablando con la revista ‘NPR’, la psicóloga clínica Amelia Aldao explica que el doomscrolling obliga a las personas a entrar en un «círculo vicioso de negatividad». Esto alimenta la ansiedad por el descubrimiento continuo de nuevas amenazas de las que instintivamente sentimos la necesidad de protegernos. Entre los consejos para contener este comportamiento negativo, Aldao recomienda poner temporizadores para limitar el tiempo de conexión.
Además, recomienda preguntarse a menudo si lo que leemos es realmente lo que buscábamos y queríamos saber. Y, sobre todo, intentar alternar estos momentos con otros solo positivos, preferiblemente offline. Twitter y Facebook respondieron al ‘Wall Street Journal’ enumerando herramientas útiles para cubrir estas necesidades. Algunas de ellas son la posibilidad de bloquear o silenciar ciertas cuentas u ocultar ciertos tipos de publicaciones.
Por Alberto Barbieri
Imágenes | Obi Onyeador/Unspash, Priscilla Du Preez/Unsplash