Tener decenas de pestañas abiertas a la vez puede parecer una forma eficaz de mantener todo bajo control, pero también te expone a un riesgo creciente y poco conocido: el tabnabbing, un ataque a través de las pestañas inactivas.
Este tipo de ataque de phishing aprovecha el desorden digital para engañar al usuario y robar datos sensibles. Si sueles dejar pestañas abiertas durante horas o incluso días, podrías estar dejando una puerta entreabierta para los ciberdelincuentes.
El tabnabbing es una técnica especialmente peligrosa porque se activa sin necesidad de interacción directa. Una pestaña inactiva puede ser manipulada por un atacante para mostrar una página falsa —normalmente de login— que simula ser una plataforma conocida.
Cuando el usuario regresa a esa pestaña distraídamente, introduce sus datos sin sospechar nada. Este método es silencioso, astuto y particularmente eficaz con quienes no gestionan sus pestañas activamente.
Qué es el tabnabbing y cómo funciona
El tabnabbing fue documentado por primera vez hace más de una década, pero con el aumento de la navegación multitarea, ha cobrado más relevancia. La técnica explota una debilidad del navegador, especialmente en navegadores como Chrome o Firefox.
Cuando dejas una pestaña sin supervisión, un código malicioso puede modificar el contenido sin que lo notes. Imagina volver a una pestaña donde dejaste abierta tu cuenta de correo, y en su lugar, encuentras una pantalla de inicio de sesión idéntica. Si no te detienes a mirar la URL o los detalles, podrías caer en la trampa.
Este tipo de ciberestafa forma parte del amplio arsenal del phishing, una estrategia basada en la suplantación de identidad para obtener información personal o financiera. La diferencia clave es que, en lugar de recibir un correo engañoso, el fraude ocurre directamente en una pestaña que ya habías abierto tú mismo.
Cómo prevenir el tabnabbing sin dejar de ser multitarea
Para evitar ser víctima de tabnabbing, es esencial adoptar buenos hábitos de ciberseguridad. Una recomendación básica es cerrar las pestañas que ya no utilizas, especialmente si acceden a servicios sensibles como bancos, correos electrónicos o plataformas laborales. Además, verifica siempre la URL antes de introducir tus credenciales, por muy familiar que te parezca la interfaz.
También puedes utilizar extensiones para el navegador que controlan la actividad de las pestañas inactivas o impiden que sitios modifiquen el contenido una vez cargados. Mantener el navegador y sus extensiones actualizados es otra medida preventiva básica pero efectiva.
Orden digital y tranquilidad mental
Además de ser un riesgo de seguridad, el exceso de pestañas abiertas puede generar ansiedad y fatiga mental. Herramientas como los grupos de pestañas de Chrome, o extensiones como OneTab o Tab Groups, permiten organizar las ventanas en bloques temáticos. Puedes tener un grupo para el trabajo, otro para ocio y otro para compras, por ejemplo. Esta organización no solo facilita encontrar lo que buscas, sino que también te da más control y reduce el caos digital.
Cerrar pestañas innecesarias y conservar solo lo importante no solo te protege mejor, sino que también mejora tu concentración. Una mente despejada empieza por un navegador despejado.
El desorden digital es terreno fértil para las ciberestafas
Muchos usuarios creen que abrir múltiples pestañas es sinónimo de productividad, cuando en realidad puede ser un síntoma de desorganización digital. Ese desorden es el entorno perfecto para que estrategias como el tabnabbing funcionen. Cuantas más pestañas tienes, menos atención prestas a cada una. Y eso, en ciberseguridad, es un error crítico.