Un estándar que no consigue serlo: así es el USB tipo C

Consejos y trucos

La revolución digital no sería lo mismo sin el USB. Este bus universal en serie nos ha hecho compañía durante los últimos 25 años. Pero las cosas han cambiado mucho desde que el primer estándar se lanzó en 1996.

Hoy contamos con diferentes especificaciones USB para los conectores, los protocolos y los cables. Uno de los conectores más populares, que cada vez incorporan más dispositivos móviles, es el USB tipo C o USB-C. Es importante tener en cuenta que tipo C solo hace referencia al conector y no influye en el estándar o el tipo de cable. Es decir, solo nos habla de la forma en que conectan cable y dispositivo, no de la velocidad de transmisión de datos.

¿Qué es un USB tipo C?

Desde su lanzamiento, el USB se convirtió en un tipo de conexión popular. Solo tenía un pero. Los conectores solo podían enchufarse en determinado sentido, lo que en ocasiones podía llevar a confusión. El USB tipo C fue ideado para acabar con este problema, ya que se trata del primer conector reversible. Su forma plana, ovalada y con los 24 pines distribuidos de forma simétrica hace que dé igual el lado por el que lo conectemos.

Esta característica y su forma lo diferencian claramente del resto de conectores USB: tipo A, tipo B, micro y mini. Además de ser reversible, el USB-C es un conector de pequeño tamaño, llamado a ser el sucesor del micro USB. Por último, su estructura permite tener mayores velocidades de transmisión de datos y mayores suministros de corriente. Es habitual, por ejemplo, en los dispositivos con carga rápida de batería.

El USB tipo C fue presentado en sociedad por el USB Implementers Forum (USB-IF) en 2014, coincidiendo en el tiempo con el desarrollo del estándar USB 3.1, que permitía inicialmente tasas de transmisión de hasta 10 Gbit por segundo. Ha buscado, desde el principio, convertirse en un conector común, ya que soporta diferentes protocolos y conexiones como HDMI, DisplayPort Thunderbolt y USB 3.1. Sin embargo, su implementación ha sido bastante caótica.

Diferencias entre tipos de conectores USB

El USB tipo C es, como decíamos, un tipo de conector. No tiene que ver directamente con el estándar de la conexión ni con el tipo de cable. Estas son las principales diferencias entre los conectores USB:

Las primeras versiones de los USB A y B solo soportan los estándares de transmisión 1.0 y 2.0. Esto quiere decir que, como máximo, con los cables y los dispositivos adecuados, alcanzan una velocidad de 480 Mbit por segundo. Las últimas versiones soportan, sin embargo, el USB 3.1, alcanzando hasta 10 Gbit por segundo. Aunque no llegan a los 20 que soporta la última revisión de este estándar. Los mini y micro no llegaron a pasar nunca del USB 2.0.

¿Qué dispositivos usan el USB tipo C?

El USB-C nació de forma paralela al estándar USB 3.1. Así, de forma general, todos los dispositivos desarrollados con posterioridad que soportan este estándar incorporarán al menos un puerto USB tipo C. Lo mismo sucede para aquellos que soportan el estándar Thunderbolt 3.

De esta manera, el USB tipo C es ya un conector habitual en ordenadores portátiles (para transferencia de datos, carga de batería o ambos) y dispositivos móviles. Entre estos últimos, la excepción la ponen los dispositivos de Apple, ya que el tipo C no está presente en ningún modelo de iPhone por ahora y entre los iPad solo aparece en los modelos Pro.

El USB-C también es habitual en todo tipo de periféricos, desde altavoces hasta ratones, y en otros tipos de conexiones, como HDMI. Esta aparente versatilidad es, a pesar de lo que pueda parecer, el gran punto débil del USB tipo C.

Problemas del USB-C

Tal como hemos señalado a lo largo de este artículo, el USB tipo C es solo un conector, el más versátil de los USB y el que mayor capacidad de transmisión de datos y carga tiene. Sin embargo, su rendimiento depende de otros factores, como los dispositivos a los que se conecte y el tipo de cable. Además, no todos los USB-C son iguales y, en función del fabricante, varían sus características.

Al ser compatible con tantos formatos de transmisión, señales y opciones de suministro de corriente, ha terminado por convertirse en todo menos en un estándar de referencia. Muchos fabricantes no especifican qué puede y qué no puede hacer su puerto o conector USB-C. En la práctica, esto se ha transformado en múltiples problemas de uso si cada dispositivo no se usa con los cables y conectores que facilita el propio fabricante.

Los problemas más habituales en el uso del USB tipo C han sido fallos en las baterías y los procesos de carga, sobre todo, con carga rápida (algunos usuarios han sufrido incluso averías importantes). Además de incompatibilidades que hacen que, aunque el USB encaje, no funcione. Esto ha provocado también que el USB-C se haya convertido en una barrera para la ansiada interoperabilidad de conectores, cables y cargadores. Estandarizar por completo estas tecnologías permitiría reducir de forma importante la huella ambiental de los dispositivos móviles.

Por Juan F. Samaniego

Imágenes | Pixabay, Wikimedia Commons, Flickr/Mauricio Pesce

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