Los videojuegos son la primera opción de ocio audiovisual y cultural en nuestro país. Según explica el anuario de AEVI, ‘La industria del videojuego en España’, el sector facturó 1.479 millones de euros en 2019.
Casi el 20% de los jugadores son niños de entre cinco a 14 años. Se sumergen en mundos de fantasía, humor y deporte, pero en los que puede haber contenido inadecuado para su edad. Algunos de estos juegos incluyen escenas de violencia, sexo, lenguaje malsonante, actos delictivos…
Esta idea no se limita a las representaciones más gráficas y realistas. También nos referimos a videojuegos de estética naïf y divertida, que tal vez exhiben las mismas acciones violentas pero con un halo de desdramatización. Es decir, un diseño para niños con un contenido para adultos. El problema es que los pequeños no han alcanzado el suficiente grado de madurez moral y es posible que esos videojuegos influyan en su desarrollo emocional.
Según un análisis de Qustodio sobre el uso de videojuegos y niños en España, el 80% de los juegos más usados por los menores contiene algún grado de violencia. ¿Cómo saber si esos juegos, por mucho que les gusten, son de verdad aptos para ellos?
La clasificación PEGI
Sus siglas significan Pan-European Game Information y se trata de un sistema de clasificación creado por ISFE, la Federación de Software Interactivo de Europa, en 2003.
Su objetivo es guiar a las familias a la hora de seleccionar videojuegos para los niños y se utiliza para juegos de ordenador, consolas, juegos para móvil y plataformas online.
El sistema PEGI valora la idoneidad del juego para determinadas edades, no su nivel de dificultad. Que un juego sea PEGI 3 querrá decir que su contenido es apto, pero quizá su mecánica es demasiado compleja para las personas de esa edad.
Las compañías no están obligadas a que sus productos muestren el sello PEGI. Es un código de autorregulación y buenas prácticas, pero no establece una prohibición hacia los videojuegos, sino tan solo una recomendación.
Las valoraciones de los videojuegos se encargan a PEGI S.A., una empresa sin ánimo de lucro y de carácter independiente que utiliza como baremo el Código de Conducta de PEGI. En su clasificación, recoge dos tipos de información que se pueden ver en la carátula física o en su ficha online.
Las etiquetas de edad:
- PEGI 3: Apto para todas las edades. No debe incluir contenido que genere miedo ni usar expresiones malsonantes. La violencia está permitida de forma muy leve y en contextos infantiles y cómicos.
- PEGI 7: Permite formas de violencia implícita, no detallada y no realista. Puede incluir imágenes y sonidos que generen miedo de forma muy moderada.
- PEGI 12: Muestra violencia más gráfica hacia personajes fantásticos y violencia no realista hacia personajes humanos. También incluye lenguaje soez leve, así como insinuaciones sexuales y juegos de azar.
- PEGI 16: Admite violencia y sexo tal y como suceden en la vida real. Se tolera un lenguaje más vulgar, así como el uso de tabaco, alcohol y drogas.
- PEGI 18: Es contenido para adultos. Un juego clasificado en esta categoría tiene permitido mostrar violencia sin justificación y hacia personajes indefensos, escenas sexuales explícitas y uso de sustancias ilegales.
Los descriptores de contenido:
- Violencia. El juego incluye actos violentos más o menos explícitos y detallados, según la clasificación por edades.
- Lenguaje soez. Estará presente en PEGI 12 para mostrar un lenguaje ofensivo leve y en PEGI 16 y 18 para advertir de insultos y blasfemias.
- Miedo. Permitido a partir de PEGI 7. Identifica los juegos que incorporan sonidos e imágenes capaces de generar terror, pero sin contenido violento.
- Juegos de azar. Este descriptor se incopora a partir de PEGI 12. Los videojuegos pueden mostrar juegos de azar como los que se ven en casinos.
- Sexo. Junto a una etiqueta PEGI 12, quiere decir que el juego exhibe posturas o insinuaciones sexuales; en PEGI 16 se refiere a relaciones sexuales y desnudos eróticos; y para PEGI 18 indica actividad sexual explícita. Un juego que muestre desnudos sin connotación sexual no necesita este descriptor.
- Drogas. Hace referencia a drogas ilegales, alcohol y tabaco.
- Discriminación. Solo está presente en juegos para adultos. Indica contenidos que, posiblemente, alienten al odio hacia etnias, religiones, nacionalismos u otras categorías sociales.
- Compras en el juego. Tiene compras integradas para mejorar aspectos del juego.
- Conexión online. El jugador tiene la posibilidad de conectarse a internet, por ejemplo, para entablar conversaciones en un chat con desconocidos.
Para que los padres sepan inmediatamente si determinados videojuegos son aptos para niños o no, la web de PEGI incluye un buscador online en el que hacer consultas por títulos.
Otros sistemas de clasificación
Aunque es el más conocido para los usuarios de la Unión Europea, el sistema PEGI no es el único que existe.
ESRB (Enterteinment Software Rating Board) es el procedimiento que se utiliza en casi toda América. Se creó en 1994 a raíz de la polémica generada por ‘Mortal Kombat’ y su uso tan explícito de violencia, sobre todo en sus movimientos finales, los fatalities.
Entre sus clasificaciones para edad tenemos los siguientes: todos los públicos, mayores de 10 años, mayores de 13, mayores de 17 y solo para adultos, cuya venta está prohibida a menores. Además, incorpora numerosos descriptores de contenido como derramamiento de sangre, mutilaciones, alcohol, humor escatológico, humor para adultos, desnudez, desnudez sexual, temas provocativos…
Por su parte, en Japón utilizan la clasificación CERO (Computer Entertainment Rating Organization), una adaptación local del sistema ESRB; en Corea del Sur se rigen por el procedimiento GRAC y en Brasil se sirven del mismo método que emplean para clasificar contenidos audiovisuales.
Videojuegos y niños, ¿dónde pregunto?
Para las familias que necesitan informarse sobre el uso de videojuegos y la seguridad en internet en general, es recomendable una visita a is4k (internet segura for kids). Es una herramienta del Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe) que ofrece guías y buenas prácticas sobre ciberseguridad para los menores.
En su apartado sobre contenido inapropiado indica a los padres de qué manera pueden proteger a sus hijos. Algunos consejos son ayudarles a construir un pensamiento crítico, estimular sus habilidades sociales y mostrarles juegos de calidad, adecuados a su edad.
Si surge cualquier problema, tienen una línea de ayuda para ponerse en contacto con ellos, tantos padres como niños, a través de formulario web o bien por el teléfono 017.
Otra web muy interesante es Common Sense Media. Se trata de una comunidad online en la que se analizan películas, aplicaciones, sitios web y videojuegos y se ofrecen recomendaciones sobre su idoneidad según franjas de edad. Se presenta como un organismo independiente, sin ánimo de lucro, para que los padres tengan toda la información sobre los contenidos culturales que sus hijos consumen.
Presenta foros de debate para intercambiar opiniones, un buscador de contenidos con filtros por edades y temáticas, recopilatorios con los mejores videojuegos o los títulos preferidos de los niños (que no siempre son los más recomendados) y guías extensas sobre productos como ‘Roblox’ y ‘Fortnite’.
La responsabilidad de los padres
Decir que los padres han de saber si ciertos videojuegos son apropiados para los menores parece una obviedad, pero los hechos demuestran lo contrario.
En el estudio ‘El impacto de la violencia interactiva sobre niños’, del año 2000, el 90% de los adolescentes admitía que sus padres nunca comprobaban las clasificaciones de los videojuegos que utilizaban.
Más recientemente, en 2019, ‘Generación Z y Fornite’ revela que el 60% de los niños españoles de entre 8 y 11 años juega a ‘Fortnite’, cuando es un juego que PEGI recomienda a partir de los 12 años.
Y más allá de las recomendaciones y los sistemas de clasificación, es necesario atender al desarrollo y madurez único de cada individuo. ‘Los Sims 4’, por ejemplo, tiene una valoración PEGI 12, por lo que los padres deben saber que puede contener insinuaciones sexuales. Es responsabilidad de cada adulto dictaminar si su hijo está preparado para recibir ese estímulo de forma saludable.
La mejor recomendación es que los padres sepan a qué están jugando sus hijos. Y no basta con mirar la portada y leer el reverso del videojuego. Jugar con los niños, interesarse por sus gustos y acompañarles en el inicio a ese videojuego del que todos hablan no solo les hará ser más conscientes del universo que habitan sus hijos, sino que favorecerá la comunicación entre las familias.
Por Noelia Martínez
Imágenes | PEGI, ESRB, andrii Sinenkyi en Pixabay, IS4K