En 2016, Dinamarca ocupaba el noveno lugar en el ranking de la ONU sobre desarrollo del gobierno electrónico. Hoy se sitúa en el primer puesto. Una ambiciosa estrategia digital y la apuesta por la nube marcan el futuro de la Administración más electrónica del mundo.
Desde 2016, Dinamarca ha venido implementando una hoja de ruta para la digitalización del sector público y su relación con las personas, las empresas y la industria. Entre otras cosas, el país ha establecido la obligatoriedad de las comunicaciones digitales entre gobierno y ciudadanos. O la telemedicina para personas con enfermedades crónicas. Ahora, el Estado nórdico mira hacia arriba. ¿Se puede gobernar un país desde la nube?
La estrategia digital 2016-2020 de Dinamarca
Bajo el prisma de que la digitalización del sector público crea valor y crecimiento, genera un sistema más eficiente y refuerza la confianza de los ciudadanos en sus instituciones. Así fue creada la estrategia digital 2016-2020 de Dinamarca, la quinta edición de un plan de apuesta por la tecnología en el que el país está embarcado desde 2001. Esta estrategia, abierta y revisable cada año, se ha fijado tres grandes objetivos.
- Las soluciones digitales de la administración deben ser fáciles de usar y rápidas
- La digitalización del sector público debe estar siempre enfocada en generar condiciones para el crecimiento económico
- La seguridad y la confianza de los ciudadanos deben ser la base de todos los cambios
A partir de esos tres puntos, el documento desgrana multitud de metas. Un mejor uso de los datos para la gestión eficiente de la Administración. El refuerzo de las políticas de bienestar mediante herramientas digitales. La gestión eficiente de las utilities y de la relación con las empresas que manejan estos servicios. La protección de la infraestructura digital. Y sacar el máximo partido a la nube.
“Dinamarca está evolucionando hacia la Administración pública digital y los servicios electrónicos. Su estrategia enfatiza la necesidad de que el sector público trabaje estrechamente con la comunidad empresarial, las organizaciones y otras partes interesadas para establecer las bases de una sociedad flexible y con capacidad de adaptación, preparada para un mundo cada vez más digital”, señala el informe de la ONU ‘United Nations e-Government Survey 2018’.
El futuro de la Administración pasa por la nube
El último paso dentro de esta estrategia ha sido lanzar un plan específico para apostar por la nube pública para centralizar los servicios del Estado. Una apuesta cargada de promesas de oportunidades. Y un paso no exento de riesgos. Sin embargo, desde Statens IT, el organismo que centraliza todos los servicios digitales de Dinamarca, aseguran que no hay otra opción posible.
“Nuestra estrategia general es reducir la complejidad para los usuarios. El uso de la nube pública ofrece muchas ventajas y quedarse fuera no es una opción realista. Pero también introduce un alto nivel de complejidad y fragmentación. Una gran cantidad de sistemas deben integrarse y trabajar juntos”, señala Michael Ørnø, director de Statens IT, en este artículo para McKinsey. «Pero al usuario no debería importarle dónde está el problema, solo que se están solucionando».
Las ventajas (y desafíos) de un país en la nube
La apuesta danesa por migrar servicios públicos digitales a la nube busca aumentar su flexibilidad y su personalización. Pero también la gestión ágil, la eficiencia financiera y la reducción de costes gracias a la escalabilidad (sumar más servicios a la nube no tiene por qué incrementar su precio), la posibilidad de compartir infraestructura entre diferentes agencias y al ahorro energético.
Además, según Michael Ørnø, los servicios y funcionalidades de la nube pública se actualizan e incrementan de forma constante. Obviarlo e intentar depender solo de una infraestructura de nube privada no es una opción.
Sin embargo, la migración de un país a la nube no está exenta de desafíos. De acuerdo con el whitepaper de Cisco ‘Cloud Computing in the Public Sector’, estos retos son, fundamentalmente, cuatro.
- Los proveedores de servicios de nube pública pueden estar fuera de la jurisdicción del gobierno que los utiliza, lo que abre la puerta a riesgos específicos para la seguridad del país.
- La garantía de uso de estándares abiertos no existe, por lo que existe el riesgo de depender de la tecnología exclusiva de un proveedor.
- La privacidad de los datos de los ciudadanos y las administraciones puede verse comprometida en la nube pública. Para ello, deben desarrollarse infraestructuras de nube híbrida con partes privadas.
- La continuidad del negocio (o, en este caso, la Administración) puede verse comprometida por un fallo en la nube. Sin embargo, a medida que mejoran los servicios de conectividad y las infraestructuras, este riesgo se irá reduciendo.
Para Michael Ørnø, existen algunos desafíos más locales en el caso danés, como la adecuación de los marcos regulatorios europeos (es decir, el Reglamento General de Protección de Datos o RGPD). Por último, el director de Statens IT señala el riesgo, a veces subestimado, de que los costes se disparen si los servicios en la nube se vuelven demasiado complejos.
En un lado de la balanza, escala, flexibilidad, agilidad, eficiencia. En el otro, riesgos para la privacidad, dependencia y brechas de seguridad. De fondo, la pregunta de si es posible para un estado renunciar a la nube en un mundo cada vez más digital e interconectado.
Por Juan F. Samaniego
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