En un momento en el que voces dentro de la industria anticipan su posible resurgimiento, el compact disc (CD) cumple 40 años. Repasamos qué ha sido del disco compacto, último formato físico en el que la música fue grabada y protagonista de un auge insólito y un declive aún más veloz.
Revolucionó el mercado y para la mayoría supuso la puerta de entrada a un futurista mundo digital. Sin embargo, igual que la tecnología le dio vida, también fue causante de su práctica destrucción. Con altibajos, el cedé ya lleva cuatro décadas acompañándonos.
El compact disc cumple 40 años
Puede que generaciones más jóvenes, acostumbradas a escuchar música en streaming, no tengan una idea clara de qué es un CD y la revolución que supuso. En una época en la cual dominaban otros formatos como el vinilo y el casete, anticipó un futuro digital con una tecnología que sonaba a ciencia ficción.
El CD fue desarrollado en conjunto por Philips y Sony. Se comercializó en Japón en 1982 y dos años más tarde en el resto del mundo. Era un disco óptico fabricado en policarbonato de plástico y protegido por una capa de aluminio cuyos datos eran leídos por un rayo láser. Su forma clásica proponía un diámetro de 12 centímetros y podía almacenar hasta 74 minutos de audio.
Se eligió esa duración por ser la de la ‘Sinfonía n.º 9’ de Beethoven. Los primeros CD fueron ‘The Visitors’, de Abba, y ‘52nd Street’, de Billy Joel. Su éxito fue colosal: ya en 1985 el álbum ‘Brother in Arms’ de Dire Straits alcanzó el millón de copias vendidas y se calcula que el best-seller histórico, un recopilatorio de éxitos de The Eagles, supera los 39 millones.
Auge y caída del CD
Sus ventajas lo convirtieron en el formato musical por defecto. Ofrecía mejor calidad que el casete y era más cómodo de manejar y almacenar que el vinilo. Además, permitía saltar de canción en canción sin la incomodidad de rebobinar la cinta o mover el brazo del tocadiscos, con el peligro de rayar el disco con la aguja si nos temblaba el pulso.
Gracias a los compact disc read-only memory (CD-ROM) y la proliferación de grabadoras, se alzó como el sistema ideal para almacenar con rapidez datos digitales. Todo contribuyó a que alcanzara su cenit en la primera década del nuevo siglo, llegando a vender mil millones de unidades. El CD no parecía tocar techo, pero la popularización del formato de compresión MP3 fue el principio de su fin.
Primero, a través de plataformas de intercambio P2P como Napster, SoulSeek y eMule. Después, en acuerdo con la industria gracias a servicios como Spotify, la música pasó a estar comprimida en archivos MP3 y AAC, formato universalizado por Apple con el éxito de sus iPod. La tecnología hizo brillar al CD y, décadas más tarde, lo destronó.
¿Se volverán a llevar los CD?
La nostalgia vende y no se puede desdeñar el encanto de un formato que lo fue todo. Igual que el vinilo ha sido el refugio de los melómanos, que defendían su carácter analógico frente a la uniformidad digital y la obligatoriedad de dedicarle tiempo de calidad a la escucha, cada vez más voces en el sector auguran una vuelta inminente del ‘compacto’.
Su ‘muerte’ parecía sellada y firmada cuando en 2020 las ventas de vinilos superaron a las del CD en uno de los pocos mercados donde conservaba relevancia, el norteamericano. Aunque ya se intuye un cambio de tendencia: el cedé ha aumentado su cuota de mercado por primera vez desde 2004, según datos de la Recording Industry Association of America (RIAA), analizados por MRC Data.
Los medios especializados están atentos, desde posiciones generalistas como la de ‘Rolling Stone’, enfocadas en el underground como la de ‘Pitchfork’ e incluso en boca de un crítico español de tanta trayectoria como Diego A. Manrique. Que una artista del calado de Adele haya apostado por el CD con su nuevo álbum da pistas de que la industria se toma en serio el revival.
La ‘guerra’ de la calidad digital
Siendo realistas, el porcentaje de música que se escucha en streaming es muy superior a la grabada en formato físico. No parece que vaya a cambiar con facilidad en un momento en el que toda la discografía universal está en la nube, llevamos reproductores portátiles en el bolsillo integrados en los smartphones y nos rodean altavoces conectados.
Por su concepción analógica, para los puristas hay una serie de armónicos en el vinilo que se pierden en digital, aunque sean casi inapreciables sin un equipo carísimo y oídos expertos. El problema para quien quiera empezar colección es que sus precios resultan casi prohibitivos. Así, especialistas del sector ‘audiófilo’ como Darko Audio y Cheapaudioman defienden las virtudes del cedé.
Entre otras razones relacionadas con la comodidad, insisten en que, a igualdad de condiciones, un CD suena mejor. Sobre todo en comparación con la gran dominadora del streaming musical, Spotify, y otras populares como YouTube Music, que aún ofrecen música comprimida. Aunque existiendo opciones ‘hi-res’ como TIDAL, Qobuz, Amazon Music HD y Apple Music, el debate está servido.
Por Pablo Vinuesa
Imágenes | Portada: fotografía de Patrick Lindenberg. Interiores, Chris Yates y Brett Jordan, todas en Unsplash. ABBA Library en Instagram.