Los hábitos urbanos locales son fascinantes. Hace unos años, el profesor de economía en la Universidad de Harvard (Estados Unidos) Raj Chetty descubrió que elementos como el fraude y el cumplimiento fiscal de una familia dependía del barrio al que se mudaba y del que venía. Estos hábitos se ‘contagian’ para bien y para mal, e incluyen costumbres como el uso de efectivo y el pago con tarjeta.
¿Por qué algunas ciudades españolas emplean efectivo como moneda prioritaria, mientras que otras apenas lo hacen y prefieren el dinero electrónico? Una reciente publicación de SumUp titulada ‘El futuro del dinero’ analiza las costumbres locales y a qué ritmo avanzan las urbes españolas hacia una sociedad sin efectivo. Vitoria-Gasteiz (País Vasco) es la más destacada al respecto.
Las ciudades que menos dependen de efectivo
Vitoria-Gasteiz es, con diferencia, la ciudad menos dependiente del pago con dinero en efectivo y agrupa varios elementos clave que permiten digitalizar los intercambios monetarios. Entre estos, destaca haber pocas personas en paro, mucha gente con tarjeta de crédito y débito y una población más o menos joven.
Le siguen la ciudad de Barcelona, Rivas-Vaciamadrid (Madrid), San Cugat del Vallès (Barcelona) y Pozuelo de Alarcón (Madrid). No es de extrañar encontrar en esta lista ciudades ‘ricas’, dado que el acceso a un trabajo estable también facilita los medios de pago digitales. Por contra, las ciudades más vulnerables a nivel socioeconómico son las que tienen menos oportunidades de digitalizar los pagos. A más inestabilidad, más pago en metálico.
Córdoba, Sevilla y Granada son las ciudades que más dependen del dinero en efectivo, en parte, debido a las altas tasas de desempleo. Cuanto más paro hay en una población, menos probable es que se soliciten tarjetas de crédito y que prioricen los flujos digitales. En su lugar, florece el pago tradicional y en efectivo.
¿Hacia un futuro sin efectivo?
A pesar de estas diferencias generales entre entornos urbanos, que no son muy grandes en amplitud y que encuentran numerosas excepciones analizadas por barrios, la tendencia nacional es el abandono del dinero en efectivo.
Según el Banco de España, la pandemia de COVID-19 fue un evidente empujón en este sentido. Si en 2014 el 80 % de los encuestados usaban efectivo por defecto, en 2020 solo lo hacía el 35,9 %. Esta cifra era algo superior en municipios de menos de 100 000 habitantes, en parte, debido a cómo el tamaño afecta al empleo.
Los comercios, con cierta reticencia hace una década, casi han abandonado el dinero en efectivo debido a la seguridad del pago electrónico. Tanto que la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios fue modificada en 2021 para obligar en concreto a los comercios a aceptar dinero en efectivo. Una modificación que entraría en vigor en mayo de 2022.
Con el objetivo de realizar una digitalización que no deje atrás a personas mayores y vulnerables (como personas desempleadas y trabajadores sin contrato), la negativa a aceptar el pago en efectivo será perseguida por ley.
Las barreras a la digitalización del dinero
La digitalización del dinero en efectivo será, sin duda, un hecho consolidado en pocas décadas. El mantenimiento del dinero es costoso e inseguro a nivel institucional. Además, no permite la trazabilidad y presenta complicaciones fiscales, además de facilitar la economía sumergida. Sin embargo, hay algunas barreras a la desaparición del dinero en efectivo:
La edad de los usuarios
Aunque la brecha digital se cierra poco a poco, lo cierto es que la edad sigue siendo uno de los factores diferenciadores del uso del dinero. Las personas más mayores son quienes más efectivo usan, mientras que los jóvenes se posicionan como los usuarios por defecto del dinero digital. Es de esperar que, con el tiempo, este factor pierda relevancia.
¿Cómo aplica esto a los municipios de España? Dado que los más pequeños tienden a concentrar más población mayor, es normal que sean los más dependientes del dinero en efectivo. También es frecuente que sean los que más cajeros necesitan.
Desempleo e inestabilidad laboral
Las ciudades en las que más se utiliza dinero en efectivo en España adolecen de inestabilidad socioeconómica, que, a su vez, impide el acceso a una banca digital. Sin salarios frecuentes y pagos bancarizados, es poco probable que los usuarios opten por el pago digital. Una mayor estabilidad laboral ayudaría mucho a consolidar la moneda virtual.
Falta de infraestructura y confianza
La infraestructura digital que soporta los intercambios virtuales de dinero es una pieza clave para la adopción de los pagos digitales. Elementos como disponer de una buena red de datos, mecanismos de seguridad y aplicaciones fáciles de usar son factores que determinarán cómo de rápido se abandona el dinero en efectivo. Por ejemplo, el pago por el móvil ha facilitado mucho esta adopción.
En un futuro, quizá no muy lejano, todo el dinero será digital. Sin embargo, no todas las ciudades avanzan al mismo ritmo en este camino, ni este puede acelerarse generando brechas sociales. Para lograr este objetivo de forma equitativa, el dinero digital tendrá que tener paciencia. Y los diferentes municipios, trabajar en políticas que estabilicen el empleo.
Redactado por M. Martínez Euklidiadas
Imágenes | Clay Banks, Emil Kalibrado