La literatura y el cine llevan décadas soñando con coches sin conductor. Hoy los primeros prototipos ya circulan. Mañana serán protagonistas de nuestras carreteras y parte central de nuestros sistemas de movilidad. No solo conducirán solos, sino que se comunicarán entre sí y con el mundo sin nuestra ayuda. La conectividad móvil y el 5G serán sus aliados. Y las operadoras de telecomunicaciones ya trabajan codo con codo con el sector de la automoción para hacer realidad el sueño.
¿Qué es la conectividad?
Usamos nuestro smartphone para pedir comida a domicilio. Mandamos un email de trabajo para fijar una reunión por Skype. Utilizamos Wifi, 4G, puertos USB… Todas estas acciones implican conectividad, en líneas generales, la capacidad de conectarse, ser conectado o establecer conexiones.
Hace poco más de una década, conectividad significaba escuchar a nuestro módem llamando al proveedor de Internet. Hoy significa movilidad, rapidez e Internet en cualquier esquina del planeta. Con la mitad de la población mundial con acceso a la esfera online, ahora empezamos a conectar también nuestras cosas y nuestros coches.
Los primeros coches autónomos circulan ya, a modo de prueba, por nuestras carreteras. En pocos años prometen ser una opción más de movilidad. Internet será el sexto sentido de los vehículos y esto presenta una serie de desafíos de conectividad. El volumen de datos que se van a comunicar a través de las redes, la rápida velocidad de respuesta que requiere la conducción, la seguridad o la saturación de las redes son algunos de los aspectos que operadoras y fabricantes de coches tratan de resolver.
Qué está haciendo Orange
Los primeros coches con algún tipo de servicio o sensor conectado hace años que son habituales. En el camino hacia el vehículo autónomo, el siguiente paso es llevar el Internet de las Cosas a las carreteras. En este entorno, Orange mantiene dos acuerdos de desarrollo con dos de las compañías líderes en el sector automoción: SEAT y Honda.
Con la división europea del fabricante japonés, Orange trabaja en la integración de Mapit en las motos de la compañía. Se trata de un dispositivo GPS que permite que los usuarios tengan toda la información sobre su moto desde un móvil, tablet o portátil. Es autónomo y funciona a través de 2G/3G mediante tecnología GPRS. Esta es, de momento, la red más extensamente utilizada para el Internet de las Cosas.
De forma paralela, la startup catalana Mapit y Orange han empezado las primeras pruebas de concepto sobre LTE-M. Los nuevos prototipos con módulos de comunicaciones LTE-M permitirán mejor cobertura y mayor duración de la batería de los equipos.
Por otro lado, en el marco del MWC 2018, Orange anunció un gran acuerdo de colaboración con SEAT. El convenio se centra en tres ejes: mejorar la experiencia de los ocupantes en el vehículo desarrollando innovaciones del coche conectado, acercar la experiencia digital del hogar o la oficina a los usuarios del coche y la puesta en marcha de un programa de fidelización que promueva el uso recurrente de aquellas nuevas soluciones de conectividad y movilidad que lancen al mercado.
De telón de fondo, la tecnología 5G. Este nuevo tipo de red no es una evolución más de 3G o LTE. Es una tecnología que conectará mucho más que móviles y personas. Servirá para empezar a conectar el mundo y nuestro entorno de forma eficiente, rápida y estable.
El papel de las redes
En los dos proyectos de Orange con Honda y SEAT las redes juegan un papel central. Es, al fin y al cabo, a través de ellas que se produce la esencia de la comunicación. Por eso, muchas esperanzas están puestas en la tecnología 5G y las nuevas posibilidades de desarrollo que está abriendo en conectividad de objetos en general y de vehículos en particular.
A grandes rasgos, la industria tecnológica y de las telecomunicaciones coinciden. No ha habido un salto tan grande como el que supone de 4G a 5G desde el paso de la tecnología analógica hasta el primer GSM digital. Es cierto que la velocidad y la capacidad de las redes móviles ha cambiado mucho desde 2G hasta 4G. Pero la tecnología 5G es una nueva forma de entender y utilizar la conectividad móvil.
El futuro de los coches autónomos
La latencia es un parámetro fundamental de la tecnología 5G. La suma de retardos en la red, el tiempo total de respuesta desde que se da una orden hasta que se recibe la respuesta es inferior a 1 ms con 5G. Eso quiere decir, por ejemplo, que se puede confiar en que la respuesta de un coche autónomo ante un imprevisto llegue a tiempo de salvar vidas.
Por otro lado, la tecnología 5G permite más de un millón de conexiones por kilómetro cuadrado. Esto permite que la red funcione con normalidad en entornos muy saturados como, por ejemplo, un atasco o una manifestación. La 4G empieza a fallar a partir de las 10.000 conexiones en el mismo espacio.
Además, los dispositivos conectados a 5G mejoran su eficiencia energética hasta en un 90%. Por último, 5G permite configurar las redes móviles de forma mucho más flexible, en función de las necesidades de cada objeto o persona conectada y de lo que demande el entorno.
Así, la tecnología 5G promete una auténtica revolución en la comunicación móvil. Como tal, será una pieza angular de la conectividad en vehículos. Primero en el desarrollo y aplicación de servicios concretos, como el de Mapit, Orange y Honda. Después, para la integración total del Internet de las Cosas en los transportes. Por último, para que los coches autónomos sean una realidad eficiente, cómoda y, sobre todo, segura.
Por Juan F. Samaniego