Es realmente curiosa la paradoja que asalta al mundo de la agricultura. Por un lado, es una actividad que genera cerca de una quinta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero también emplea a más de 2.500 millones de personas en todo el mundo.
Es imprescindible que dicha actividad continúe, ya que de ella depende nuestro sustento y alimento diario. Por lo tanto, es de vital importancia que la agricultura se torne resiliente y se adapte a las nuevas circunstancias que nos han tocado vivir. No solo hablamos de la covid-19, sino del tremendo problema del cambio climático y de otras catástrofes naturales que asolan las cosechas, como las epidemias de langostas.
El objetivo más importante: la sostenibilidad
Este giro hacia una agricultura sostenible y con capacidad para adaptarse a las circunstancias apoyaría a las naciones para poder responder de manera eficiente a las necesidades de sus ciudadanos.
La crisis que vivimos en la actualidad, cuyos factores se han enumerado antes, están sumiendo en la hambruna a 300.000 personas cada día en todo el mundo, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ponen fecha límite para conseguir la erradicación del hambre y la pobreza en el mundo: 2030. Si no se cambia el modelo de agricultura actual, se pondría en peligro la alimentación de 13 millones de personas.
Cuando uno piensa en innovación lo primero que se le viene a la cabeza es el mundo tecnológico. Y tiene razón, pero le faltan matices. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) lo define bien; considera la innovación agrícola como «el proceso mediante el cual individuos u organizaciones ponen en uso productos, procesos o formas de organización -nuevas o existentes- por primera vez en un contexto específico».
Innovación en agricultura para erradicar el hambre
Invernaderos conectados
A medida que avanza el tiempo, la población mundial aumenta. Y todo el mundo debe estar abastecido de alimentos. Esto supone un grave problema: la mezcla de sobrepoblación y sostenibilidad cada vez es más explosiva. Por ello, internet de las cosas ha acabado llegando a este sector.
Ahora en los invernaderos conectados el proceso de fertilización es automático. El agricultor puede controlar la composición y acidez del abono que se le entrega a las plantas y averiguar el agua exacta y el fertilizante que necesita cada cultivo. De este modo se aumenta la calidad y cantidad de los mismos. Y no solo eso: gracias a los invernaderos conectados se puede conocer cualquier aspecto que influya en los cultivos, como la humedad del aire y la temperatura.
Biotecnología aplicada a la agricultura
La agricultura actual no se entiende sin la biotecnología. En 2013, por ejemplo, se transformó genéticamente una semilla de maíz para que pudiese soportar largas temporadas de sequía sin perder sus cualidades nutricionales. Desde el año 2018 se trabaja para llevar este tipo de cultivo al continente africano, donde más de 300 millones de personas lo tienen como alimento primordial y en el que las temporadas de sequía pueden ser terribles.
La biotecnología agrícola también juega un papel fundamental a la hora de combatir las enfermedades del cultivo, la tolerancia a herbicidas, las plagas y añadir mejores calidades nutricionales. Por ejemplo, hay un tipo de arroz que, potenciado con beta-caroteno, aumenta los niveles de vitamina A en nuestro cuerpo.
Plantaciones hidropónicas
La hidroponia consiste en el cultivo sin necesidad de suelo que albergue la semilla. En lugar de aquel se usa una mezcla de agua y soluciones minerales. ¿Y esto para qué puede servir? Pues para la elaboración de huertos en zonas urbanas o para llevar hortalizas, frutas y verduras a climas inhóspitos en los que escaseen este tipo de alimentos, como los desiertos.
En este sentido también encontramos los huertos acuáticos. Sergio y Luca Gamberini, dos empresarios del sector del buceo, tuvieron una idea brillante: crear un huerto bajo el mar con un conjunto de esferas submarinas, colocadas entre cinco y diez metros de profundidad.
Agricultura de precisión
Gracias al big data y a internet de las cosas se está logrando llegar a un nivel de precisión excelente en el sector agrícola. La robótica cada vez hace más acto de presencia en nuestros campos e invernaderos y ayuda en labores como la evaluación y recolección de los cultivos. Esta tarea se logra completar en menos tiempo y es mucho más eficiente que si la realizara una mano humana.
Y, por supuesto, dentro de la agricultura de precisión, no podríamos olvidarnos de un aspecto primordial, el trabajo en equipo. Se ha creado una plataforma TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) para informar y asesorar a los agricultores, además de incentivar que trabajen entre ellos para incrementar la productividad.
La nube también ha llegado con fuerza al campo. El proyecto Foodie ha creado una nueva plataforma en la nube gracias a la cual los agricultores pueden volcar datos agrícolas espaciales y otros relacionados con su actividad.
Técnica del insecto estéril
Bajo este curioso nombre se podría esconder la solución a uno de los grandes males que asola a la agricultura: la plaga de insectos. Se trata de un método que no actúa contra el medio ambiente y que consiste en liberar a una gran comunidad de insectos previamente esterilizados con radiación. La repetición de este acto podría acabar con las plagas, como ya ha ocurrido con la del gusano barrenador o la polilla del manzano, que está en vías de ser suprimida en la Columbia Británica, Canadá.