¿Puede una inteligencia artificial (IA) crear arte? Es una pregunta muy compleja que ha dividido a la filosofía, el mundo del arte y al de la computación. Aunque suele resolverse con la más pragmática ‘¿puede una inteligencia artificial imprimir una infinidad de composiciones artísticas?’. La respuesta a esto último es que sí. Y deslumbra.
Herramientas como Wombo, Dall·E 2, Make-A-Scene de Meta y Midjourney han demostrado que las IA pueden producir cuadros que antes solo las personas podían dibujar. ‘Producir’ es el término más adecuado teniendo en cuenta el corte industrial y masivo de este nuevo mercado. ¿Qué pasará con los artistas humanos? ¿Sustituirá la IA al arte de las personas?
En qué consiste la generación de imágenes mediante IA
Las IA son sistemas que aprenden a hacer algo. Por lo general, algo muy concreto o específico. Identificar gatos, realizar operaciones de compraventa y localizar errores, por ejemplo. Aquellas que generan imágenes solo saben hacer eso: componer con base en ciertas normas imágenes de determinado tamaño y condiciones. Muchas de ellas. Estas IA han sido entrenadas mediante varios procedimientos.
Lo primero que se hace es escanear el arte existente junto al texto que suele acompañarlo. Este texto suele describir la escena o guardar relación con su contenido. ‘La noche estrellada’ muestra, en realidad, una noche estrellada, aunque le suele acompañar el letrero de ‘Vincent van Gogh’. La IA recibe miles de millones de ejemplos de cuadros, fotos, dibujos, y extrae algunas conclusiones. Por ejemplo, que el de Van Gogh es un estilo muy característico.
Esas conclusiones e ideas generales y generalistas las almacena en un lugar llamado ‘espacio latente’, que va editando a medida que se la entrena. Por ejemplo, se le pide ‘dibujar cinco cuadros de van Gogh’, y luego se le dice cuáles cumplen el objetivo y cuáles no. Así se modulan los ‘pesos’ de la IA, el sistema que luego se usará para crear cuadros nuevos.
A cada una de esas solicitudes se les llama prompts u órdenes: ‘dibuja un castillo’, ‘una galaxia’, ‘un paisaje arbolado’. Y la IA, cada vez, consulta su espacio latente y produce contenido parecido a lo que ya tiene almacenado. Es así como puede pintar ciudades con diferentes estilos.
La evolución de la IA al crear arte
Hace una década, las IA que producían imágenes generaban ‘cuadros’ identificables de forma clara. Cualquier persona que los observase podría determinar que habían sido compuestos por un robot virtual. Desde hace unos años, esto ya no es así. El test de Turing de las IA que pintan ha sido superado. ¿Podrías distinguir los dos cuadros dibujados por una persona en las siguientes imágenes?
Mientras que la técnica humana tiene límites en su mejora y exige décadas de práctica, pudiendo incluso dar pasos para atrás (cuando fallece un artista, su estilo desaparece), las IA solo mejoran y no olvidan. Lo que aprendió Dall·E lo sabe Dall·E 2, al igual que GPT-3 sabía todo lo que sabía GPT-2 y mucho más. El conocimiento de las IA es aditivo y exponencial.
Respondiendo a la pregunta de arriba: no, no podrías distinguir qué dos cuadros han sido dibujados por una persona, porque todos han sido productivos por diferentes inteligencias artificiales.
¿A quién pertenecen las imágenes ‘pintadas’ por IA?
La propiedad de las imágenes generadas por IA es compleja. Como difícil es la atribución de la propiedad del espacio latente. Este ha sido entrenado por imágenes presentes en internet. Y eso significa que hay artistas vivos cuyas obras han contribuido, más o menos, a ese entrenamiento.
Hasta la fecha, casi todos los sistemas de generación de imágenes basados en IA son de acceso casi libre o restringido en parte. La mayoría inicia su actividad mediante una prueba piloto en la que permite que la gente produzca imágenes usando prompts o textos de partida. Por ejemplo, esta imagen ha sido generada con Midjourney con el texto “a plant that is made of origami”.
Dado que producir este tipo de imágenes cuestan potencia de computación y energía, algunas plataformas están empezando a cobrar para generar cuadros. Por ejemplo, mediante un sistema de créditos como el que ya usan los generadores de texto.
Otros han empezado a crear ‘tokenizaciones’ de los cuadros generados por los usuarios. Así, una persona es propietaria del non-fungible token (NFT) de la imagen y puede venderlo como suyo. En esta venta, la plataforma recibe una comisión.
¿Cambiará la generación de imágenes automatizadas el mundo del arte?
Los ordenadores llevan décadas alterando el curso de la generación artística. Lo hicieron con la delineación, con herramientas de capas y con la posibilidad de exportar pinceles y archivos, entre una infinidad de elementos. La IA es una herramienta más, aunque con un enorme potencial. A continuación, se muestra el prompt “un cuadro en el que se muestra una catedral” generado mediante Midjourney.
A diferencia de herramientas previas, la IA que dibuja tiene un enorme potencial para alterar el sector de generación de arte. Con un simple texto es posible generar una infinidad de imágenes disponibles que, además, pueden ser corregidas a medida que ‘quien pinta’ avanza en su cuadro. Cabe preguntarse si el artista se convertirá en curador de contenido y de quién es la autoría.
Dado que ya hay tutoriales y cursos específicos para la construcción de prompts para obtener los mejores resultados en una IA, parece acertado decir que quien escribe qué saldrá de la máquina es quien ‘pinta’, incluso si no ha tocado jamás un pincel. La imagen que abre este artículo ha sido dibujada por una inteligencia artificial.
Redactado por M. Martínez Euklidiadas
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