La predisposición innata de los niños y las niñas para usar la tecnología es evidente, pero debemos tener muy presente que esta predisposición natural no conlleva implícito el conocimiento necesario para saber defenderse de los riesgos a los que los menores, al igual que cualquier persona adulta, se pueden enfrentar y que están vinculados al imparable crecimiento de las TIC y de las nuevas funcionalidades que ofrecen.
Por tanto, es necesario dotarles de estrategias para que aprendan a reconocer y afrontar las situaciones de riesgo. La promoción de programas que proporcionen competencias vinculadas al uso seguro de las TIC es imprescindible para contribuir a una cultura de la responsabilidad que permita verdaderamente beneficiarse de la tecnología.
Diseñar y llevar a cabo planes y estrategias en esta línea no es tarea fácil, menos aún ante una realidad que se caracteriza por su dinamismo, transversalidad, globalidad y especificidad. Por tanto, se deben plantear distintos enfoques con intervención y en diferentes ámbitos. Desde la escuela se debe garantizar un aprendizaje formal, a través del que se interioricen conceptos y procedimientos conducentes a la adquisición de destrezas orientadas al buen uso de las TIC. Pero es necesario que se realicen otras acciones complementarias desde otros ámbitos menos formales que también están en relación con las y los menores. Así, la competencia digital es una de las competencias básicas que menores y jóvenes han de adquirir tanto en las aulas, como fuera de ellas.
Por otra parte, es imprescindible que las estrategias que se desarrollen en esta línea se adapten a las necesidades de los menores, puesto que estas son diferentes en función de diversas variables como la edad, la etapa de desarrollo, diferentes niveles de vulnerabilidad…
Las acciones que se planteen, deben tener en cuenta esta diversidad de escenarios, desarrollando estrategias de formación flexibles, escalables, de forma que se pueda atender a las distintas fases evolutivas de cada menor.
Desde edades tempranas, deben conocer cómo protegerse ante los riesgos de la red, qué normas de comportamiento han de seguir, tener claras las personas, entidades y/o direcciones de referencia a las que acudir en caso de encontrarse en situaciones que no saben resolver, conocer cómo se va construyendo su identidad digital y la importancia que esta irá adquiriendo a lo largo de su vida relacional y profesional, qué aplicaciones y ayudas técnicas están a su disposición, etc.
El abanico de contenidos a abordar es muy diverso y deberá adaptarse teniendo en cuenta la vinculación directa entre niveles de vulnerabilidad y riesgo.