Es una paradoja. La generación más conectada le tiene aversión al teléfono. Esos jóvenes y adolescentes (millennials y centennials) que se pasan el día pendientes de las notificaciones del móvil y subiendo contenidos a las redes sociales tienen fobia a las llamadas. El fenómeno se conoce como “telenofobia”. ¿Hasta qué punto está extendido? ¿Por qué ocurre?
Es un fenómeno que confunde y a veces enrabieta a muchos padres y personas mayores. Porque ven a sus hijos todo el día (y a veces durante la noche) enredados con el smartphone. Pero luego no entienden cómo son incapaces de descolgar cuando los llaman desde casa para saber qué tal están o cuando les necesitan. Las excusas que les dan son muchas y muy variadas: “No lo he oído”, “No tenía batería”, “Lo tenía en silencio”, “Tenía poca cobertura”, “Estaba reunido”, “Estaba conduciendo”, “No encontraba el móvil”…
Muchos jóvenes de hoy consideran que una llamada de teléfono es una intromisión fuerte en su intimidad. Casi una ofensa. Y por eso algunos denominan a las nuevas hornadas de usuarios “la generación muda”. Han caído en la telenofobia, o miedo a hablar por teléfono. Y está asociado con el miedo a hablar en público. «Los millennials y la generación Z han integrado la comunicación mediante plataformas asíncronas, en las que no es necesario que coincidan en el tiempo los dos interlocutores, y les resulta más fácil, cómodo y menos intrusivo», afirma Enric Soler, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
En Estados Unidos, una web de compra venta de teléfonos móviles y tabletas preguntó a 1200 millennials por qué odiaban las llamadas. Un 75 % decía que porque consumen mucho tiempo. Como defiende el psicólogo Enric Soler, a los jóvenes les molesta no saber cuánto tiempo tendrán que dedicar a responder una llamada imprevista. La segunda razón para rechazar las llamadas es que los jóvenes creen que tendrán que atender la necesidad de alguien si responden. También son muchos los que declinan la comunicación por voz para evitar hacer favores o afrontar una confrontación verbal.
La aversión de millennials y centennials (entiéndase, personas entre 16 y 40 años de edad) al tono de llamada de sus móviles refleja, según el experto de la UOC, falta de confianza en sus propias habilidades comunicativas, sobre todo para sacar adelante una conversación presencial y síncrona.
La telenofobia y las competencias comunicativas
Un 81 % de los jóvenes encuestados en Estados Unidos aseguró que siente cierta ansiedad cuando se les presenta una llamada y llega el momento de reunir el valor para contestarla. Una comunicación directa y en tiempo real es para ellos arriesgada. “Cuando tienes que responder a alguien por teléfono, te sientes vulnerable porque tienes menos tiempo para hacerte una opinión y articular una respuesta. Pero al mismo tiempo, el no tener esos retos y sí la posibilidad de esconderte detrás de la tecnología, eleva las probabilidad de no desarrollar nunca competencias comunicativas y fomenta el aislamiento”, afirman los autores del estudio.
En este sentido, la pandemia de la COVID-19 no ha mejorado las cosas para los jóvenes. De un día para otro, y con la llegada de la crisis sanitaria, millones de personas dejaron oficinas, universidades y centros educativos en general para seguir trabajando o estudiando desde casa. Y para mantener el contacto con compañeros y colegas tuvieron que hacer innumerables videollamadas por Zoom, Microsoft Teams, Webex o Google Meet, entre otras herramientas.
La ansiedad de Zoom
En una videollamada con muchos participantes, las inseguridades del teléfono se multiplican. Nerviosismo, inquietud, pánico escénico a hablar ante varios interlocutores, menor productividad… Son algunas de las consecuencias de una nueva enfermedad llamada “la ansiedad de Zoom”, y que tiene como síntomas la aceleración del ritmo cardíaco, sudoración excesiva, dolor de estómago o incluso náuseas.
En definitiva, a la generación que nació o creció con el smartphone y que no concibe la vida sin apps, redes sociales y mensajería instantánea, le cuesta un mundo hacer o contestar una simple llamada de teléfono. Ahora no es un problema comunicativo, porque disponen de recursos para hacerse entender, sino “un tema de hábitos”, según Ferran Lalueza, investigador de la UOC. Pero a medio plazo, la telenofobia sí que puede suponer un empobrecimiento de las competencias comunicativas de tantos chicos y chicas. Y un cierto aislamiento. Conviene tenerlo en cuenta.
Por Juan I. Cabrera
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