Nos encontramos en un momento donde la eficiencia y el consumo responsable han ganado protagonismo. Por ello, la etiqueta energética se ha convertido en un criterio fundamental para quienes desean comprar un electrodoméstico o dispositivo nuevo.
Este distintivo permite conocer de forma rápida y sencilla qué tan eficiente es un aparato en términos de consumo eléctrico y rendimiento. Elegir bien no solo tiene un impacto positivo para el medioambiente, sino también para el bolsillo, ya que reduce el gasto en electricidad a lo largo del tiempo.Cada vez más personas prestan atención a la etiqueta energética cuando compran un frigorífico, una lavadora o incluso una televisión. Este sistema clasifica los aparatos en una escala que va de la A, para los más eficientes, hasta la G, para los menos recomendables.

La importancia de entender la clasificación energética
Las etiquetas energéticas cumplen una función muy clara: informar al consumidor del grado de eficiencia de un producto. Este sistema estandarizado permite comparar entre distintas opciones del mercado y optar por aquella que ofrezca un mejor equilibrio entre prestaciones y consumo.
La etiqueta energética no solo indica cuánto consume un dispositivo al funcionar, sino que también refleja cómo de sostenible es su uso a lo largo de su vida útil.
Los aparatos con las mejores calificaciones son más caros en la mayoría de los casos, pero el ahorro en la factura de la luz compensa el mayor desembolso inicial.
Por tanto, conviene ver la adquisición como una inversión a medio y largo plazo, ya que la diferencia de consumo entre un equipo con buena etiqueta energética y otro con peor clasificación puede ser considerable en un año.

Cómo interpretar la etiqueta energética
La etiqueta energética presenta una escala de colores y letras muy fácil de entender. En la parte superior, los dispositivos con letra A y color verde oscuro son los más eficientes. A medida que se desciende en la escala, las letras se acercan a la G y los colores cambian hacia el rojo, indicando un mayor consumo eléctrico.
Además de la letra correspondiente, la etiqueta energética incluye otros datos útiles como el consumo anual estimado en kilovatios hora (kWh) y características específicas del producto, por ejemplo la capacidad en litros en un frigorífico o el nivel de ruido en una lavadora.
Estos detalles permiten valorar la opción que mejor se adapta a las necesidades de cada hogar, sin renunciar a la eficiencia. ¡Atención!
A
La categoría A, representada con un verde oscuro, distingue a los electrodomésticos con la mayor eficiencia energética disponible actualmente en el mercado. Estos modelos incorporan tecnologías innovadoras que reducen al mínimo el consumo eléctrico, logrando cifras inéditas hasta ahora.
B
En color verde, la letra B se asocia a los antiguos aparatos etiquetados como A+++. Aunque no alcanza el nivel de excelencia de la categoría A, sigue siendo una opción muy eficiente y recomendada para quienes buscan un equilibrio entre rendimiento y bajo consumo.
C
La categoría C utiliza un verde claro y es equivalente a la antigua A++. Estos modelos ofrecen un buen nivel de eficiencia, aunque ya empiezan a quedar por debajo de las opciones más avanzadas de la nueva etiqueta.
D
Marcada en amarillo, la letra D corresponde a la anterior categoría A+. Se sitúa en un punto intermedio de la escala, con un consumo moderado, superior al de las categorías verdes pero todavía aceptable.
E
La letra E, identificada con un tono naranja, es equivalente a lo que antes era la categoría A. Se encuentra en la parte baja de la nueva clasificación, reflejando un consumo relativamente elevado en comparación con las opciones más eficientes.
F
En un naranja más intenso, la categoría F agrupa los electrodomésticos que en la antigua etiqueta estaban clasificados como B. Son modelos con una eficiencia limitada, que suponen un mayor gasto energético y, por tanto, un mayor impacto económico y ambiental.
G
La letra G, señalada en rojo, representa a los aparatos con la menor eficiencia energética de la escala. Incluye aquellos que consumen entre un 75% y un 100% más de energía y que, en el sistema anterior, se situaban en los grupos C y D. Estos modelos son los menos recomendables para un uso responsable de la energía.
Ventajas de optar por aparatos eficientes
Elegir un dispositivo con la mejor etiqueta energética posible ofrece múltiples ventajas más allá del ahorro económico. Por un lado, contribuye a reducir la demanda energética y, por ende, las emisiones contaminantes derivadas de la generación de electricidad.
Por otro, los equipos más eficientes suelen estar fabricados con materiales y tecnologías más modernas, lo que asegura un rendimiento superior y una mayor durabilidad.
Además, tener en cuenta la etiqueta energética ayuda a planificar mejor el consumo doméstico. Los hogares con varios aparatos eficientes pueden notar una bajada significativa en su factura mensual, mientras que los que utilizan dispositivos con mala calificación ven incrementarse su gasto eléctrico sin obtener mejores prestaciones a cambio.
Factores a considerar antes de la compra
Antes de decidirse por un electrodoméstico u otro, conviene analizar cómo encaja en la rutina del hogar. No siempre es necesario adquirir el equipo con mayor capacidad o potencia si no se va a aprovechar.
Por eso, es importante elegir un tamaño y unas prestaciones adecuadas al uso real. En este sentido, la etiqueta energética ayuda a evitar compras impulsivas, ya que obliga a valorar el equilibrio entre consumo y necesidades reales.
También es recomendable informarse sobre los programas y modos de funcionamiento disponibles, ya que muchos aparatos con buena etiqueta energética ofrecen opciones adicionales para reducir el consumo aún más cuando no es necesaria toda su capacidad. Estos pequeños detalles pueden marcar la diferencia entre un uso eficiente y un gasto innecesario.
Los beneficios de apostar por dispositivos con buena etiqueta energética no son inmediatos, pero sí evidentes con el paso del tiempo. Aunque el precio de compra sea algo mayor, el menor consumo se traduce en un ahorro sostenido a lo largo de los años.
Además, se trata de una decisión responsable que contribuye a cuidar el entorno, un aspecto cada vez más valorado por los consumidores conscientes.