Pagar una parte del sueldo de los trabajadores de una empresa mediante acciones puede ser una gran idea para que se sientan parte de la compañía de una manera mucho más intensa. Pero ¿le interesa a la empresa el pago de acciones en especie? ¿Y al trabajador?
Como vamos a ver, el pago a través de acciones es una modalidad específica del pago en especie y como tal tiene una serie de ventajas. Además, éstas no solo afectan a las empresas sino que también son cosas que benefician al empleado.
Entre otras, vamos a hablar de las ventajas fiscales para ambas partes, pero también de cómo es una manera de lograr que los empleados se sientan parte de la compañía y, consecuentemente, todos remen en la misma dirección: la del éxito del negocio.
Además, es una medida muy eficaz para la retención y atracción del talento, por lo que es ideal para las empresas que han entendido que los recursos humanos son el tesoro más preciado que pueden tener, y para trabajadores que busquen una empresa donde lograr un desarrollo laboral pleno.
¿Qué significa “acciones en especie”?
Como os explicamos, en ocasiones las empresas ofrecen a sus empleados lo que se denomina retribución en especie o flexible. Ésta puede ser de distintos tipos, pero tiene la denominación común de ser bienes o servicios que la compañía da al trabajador para su disfrute individual (bien de manera gratuita, o a un precio inferior al habitual).
Hablamos, por ejemplo, de tickets restaurante, móvil y/ o coche de empresa o de un seguro médico, que son algunas de las formas de salario en especie (o retribución flexible) más habituales. Sin embargo, también puede darse la entrega de acciones como retribución en especie.
En este caso, se trata de ofrecer un complemento al salario “tradicional” en forma de acciones o participaciones (conceptos que se suelen asimilar pero no son exactamente iguales) de la compañía.
Es decir, dar a los empleados una remuneración basada en acciones que es una forma de hacerlos partícipes de la titularidad de la empresa. O, lo que es lo mismo, que pasen a ser propietarios de la misma, aunque sea en un pequeño porcentaje.
Esto tiene una serie de ventajas, tanto para la empresa como para el empleado, de las que hablaremos más adelante. De momento, nos interesa saber que, como ocurre en el caso de cualquier tipo de retribución en especie, se trata de un complemento al salario “tradicional” y no puede sobrepasar el 30% del salario total del trabajador, según establece el Estatuto de los Trabajadores.
Como parte del salario que es, este pago de acciones en especie se tiene en cuenta para calcular las cotizaciones a la Seguridad Social, genera retenciones en el IRPF y, en caso de despido, debe contabilizarse para calcular el finiquito.
Igualmente, deben incluirse en la Declaración del IRPF, aunque en el caso de las acciones en especie están exentas de ello si el valor de las acciones o participaciones de la empresa no supera los 12.000 euros anuales.
¿Qué beneficios tiene para la empresa?
Los beneficios del pago con acciones en especie para una compañía son varias, pero fundamentalmente hay tres. La primera, es que es una manera de incrementar la retribución que paga a los trabajadores, pero sin necesidad de pagarles más directamente.
Y es que, si la participación del trabajador en la empresa no va más allá del 5% y el empleado mantiene las acciones en su poder durante al menos tres años, las empresas no tienen obligación de tributar por esas acciones. Por tanto, se trata de una estrategia empresarial que resulta fiscalmente eficiente.
La segunda razón está relacionada con la productividad y la retención de talento: pagando parte del sueldo con acciones involucramos directamente al trabajador con la empresa y le hacemos partícipe de la marcha de la organización.
De esta manera, aplicamos aquello de “si la empresa gana, todos ganamos” lo que normalmente implica aumentar la productividad, ya que los trabajadores se interesan mucho más por el negocio y por hacerlo crecer.
Haciendo que el empleado se sienta parte de la compañía, trabajará con mayor motivación y eso debería resultar sin duda en un beneficio para la empresa. Más aún si hablamos de acciones con dividendos.
Sería el caso de empresas que tienen una política regular de reparto de dividendos, en cuyo caso el trabajador acabará recibiendo unos ingresos extra (derivados de sus acciones) que le harán entregarse más a su trabajo.
Y es que, sabiendo que a futuro podrá obtener mayores beneficios, lo lógico es que el empleado se implique más aún y, por otro lado, que no se le pase por la cabeza buscar otro trabajo.
Por tanto, pagar con acciones es, además de una medida beneficiosa en lo fiscal y de cara a la productividad, una forma de retener el talento, y también de atraerlo.
Eso sí, hay que tener en cuenta que la compensación basada en acciones no es adecuada para todas las empresas. Por ejemplo, las que están en una etapa inicial suelen tener una mayor volatilidad en el valor de sus acciones, lo cual puede generar incertidumbre en sus empleados y desconfianza.
Por otro lado, la cantidad de acciones que se pueden emitir a los empleados está limitada por la estructura de capital de la empresa y debe estar alineada con los objetivos estratégicos (es decir, a largo plazo) de la empresa.
¿Y en qué beneficia a los trabajadores?
Realmente, los beneficios de recibir acciones en especie como parte de nuestro salario como trabajadores son prácticamente los mismos que los comentados para la empresa, pero dándoles la vuelta.
Por un lado, tenemos beneficios fiscales también para el empleado ya que, según el artículo 42 de la Ley del IRPF, ciertos pagos en especie están exentos de tributar en IRPF de forma total o parcial (por ejemplo, los seguros de salud siempre y cuando las cuotas no excedan de 500 euros al año por cada persona cubierta).
En el caso de las acciones, están exentas de tributar con un límite de 12.000 euros anuales y siempre que la oferta se realice en las mismas condiciones para todos los trabajadores de la empresa, grupo o subgrupos de empresa. Por tanto, cobrar en especie puede ser una importante ventaja fiscal para el trabajador.
Por otro lado, está claro que con este tipo de pago en especie el trabajador se sentirá mucho más involucrado en la empresa, con lo que aumentará su sentido de pertenencia y orgullo hacia la organización y, consecuentemente, un mayor compromiso con la empresa.
Pero seguramente el mayor beneficio que se puede tener viene a través de los dividendos. Estos son resultado de los beneficios de empresas consolidadas que, si no necesitan invertir el dinero ganado en compensar deuda, incrementar su fondo de reserva o realizar nuevos proyectos, pueden decidir repartir parte de sus beneficios entre los accionistas.
Por tanto, desde el punto de vista de los empleados, puede ser una forma de tener un ingreso adicional. Lógicamente, el trabajador tendrá poca o nula influencia en esto, pero si tiene la suerte de trabajar en una empresa que ofrezca dividendos regulares por sus acciones, entonces sí que le será muy conveniente recibir acciones como parte del salario.
Si no es el caso, y la empresa no cuente con una política de reparto de dividendos, el beneficio no será tan directo. Sin embargo, siempre tendrá la posibilidad de vender las acciones en un futuro obteniendo un beneficio por ellas si la empresa ha ido creciendo.
Y es que, hay que considerar que las acciones en especie que el empleado reciba como compensación de su trabajo se convertirán en parte de su patrimonio neto, contribuyendo a su seguridad financiera a largo plazo.
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