¿Es posible que en unos años las pantallas sean tan asequibles como hoy lo es el papel? Hubo un momento en que este material, las placas fotovoltaicas y el almacenamiento virtual eran elementos prohibitivos. Todo parece indicar que las pantallas han empezado un camino similar.
Resultan tan baratas que hace tiempo que sustituyen la cartelería de muchos negocios y administraciones. Allí donde antes había un cartel, ahora es probable encontrar una pantalla. Kioscos, restaurantes, marquesinas y administraciones de lotería están sustituyendo el papel por pantallas.
Así se ‘democratiza’ la tecnología
Todo desarrollo tecnológico surge con un coste inasumible para quien no es rico y luego se abarata tanto que cualquiera puede comprarlo. Es lo que le pasó al papel, un objeto de alta tecnología desde hace milenios que actualmente se compra en paquetes de 500 unidades. Apenas hace un par de siglos el papel era prohibitivo, y hoy es tan barato que se malgasta debido a su bajo coste.
Algo similar le ocurrió a la capacidad de almacenamiento online. Es decir, el coste de los servidores. En 1980 almacenar un gigabit de datos costaba cerca de un millón de dólares. En 2021 su coste comercial está por debajo de los 0,02€, impuestos incluidos. Hoy cualquiera puede costearlo.
La energía solar fotovoltaica es otro ejemplo de bajada drástica de precio a medida que más personas accedían a su compra, aunque al principio solo algunos países podían reunir recursos para manufacturar unas pocas. Si en 2010 el coste de generar 1 kWh era de 110 $ (unos 93€), en 2020 alcanzaba los 34,57 $ (algo menos de 30€).
Lapiceros, máquinas de escribir y teclados son ejemplos de modos de escritura que sufrieron la misma suerte. La ropa, los elementos de construcción, las bombillas y los sensores son objetos cotidianos que también han pasado por este proceso. Ahora es raro que un teléfono móvil tenga menos de dos o tres cámaras. Son demasiado asequibles.
Pantallas, cada vez más grandes y al mismo precio
Tardó un tiempo, pero, tras décadas de uso, la televisión de tubo catódico dio paso al televisor de plasma. Las láminas dieléctricas sustituyeron al cañón magnético, pero no lo hicieron durante mucho tiempo. En menos de una década llegó el televisor LCD, que cambiaba la forma de emitir luz. Y en cinco años ya estaban disponibles los televisores LED, cuya evolución orgánica es el OLED.
En esta evolución acelerada destacan dos factores. Por un lado, la tecnología ha sido sustituida en periodos de tiempo decrecientes. Por otro, el coste para el usuario se ha mantenido estable de cara al mismo tamaño de pantalla al principio, y para pantallas cada vez más grandes durante los últimos años. Además, los primeros años tras el lanzamiento los precios eran elevados.
Actualmente, un televisor con tecnología de hace unos años resulta excepcionalmente asequible. Hoy es posible adquirir una pantalla 4K de 55” a un por pocos cientos de euros, aunque en el momento de su irrupción en el mercado el precio fuera mucho mayor. Que es lo que está pasando ahora mismo con los televisores 16K, los mismos que en 2019 costaban un millón de dólares.
El papel está dando lugar a las pantallas
Esta evolución se ha dado de forma tan gradual que apenas se han notado los cambios, aunque es fácil darse cuenta de ellos una vez que se observa alrededor. Lo que hace un tiempo usaba cartelería pegada a la pared, ahora usa pantallas.
Las tiendas de ropa que antes disponían fotografías de modelos ahora hacen uso de combinaciones de pantallas para mostrar personas a tamaño real. ‘Empalman’ varias pantallas sin marco y la cuadrícula resultante emite grandes imágenes para cubrir todos los monitores.
También se ha visto en la restauración. Si hace no poco era normal encontrar un panel con láminas de cartón retroiluminadas para mostrar los menús, ahora lo raro es no ver una pantalla con contenido promocional y ofertas. Muchas inmobiliarias han seguido este ejemplo y sustituyen los carteles pegados al cristal por monitores ultra delgados en los que van rotando contenido.
Estas pantallas también han llegado al espacio público. Algunas administraciones de lotería han sustituido las impresiones de números ganadores por su equivalente digital. Y cada vez se ven menos carteleros abriendo las marquesinas para colocar sus láminas. En su lugar, estas marquesinas han dado lugar a varias pantallas conectadas a un circuito que muestra publicidad o avisos cambiantes según van pasando las horas.
Allí donde hace unos años había un A3 o un tamaño más grande de expresión visual, se están colocando pantallas. Ya es frecuente en muchos colegios, institutos y universidades que las pizarras y proyectores den lugar a una pantalla. E incluso se pueden ver en los pupitres de los alumnos a través primero de portátiles, luego tablets y finalmente dispositivos e-ink.
Hay dos preguntas que cabe hacerse de esta revolución: ¿cómo aumentará los residuos tecnológicos el cambio de papel por pantallas? Y, ¿afecta a la salud de las personas una exposición casi constante a diodos azules?
Redactado por M. Martínez Euklidiadas
Imágenes | Ahmad Shahzad, Jon Cellier