En 2016 entraba en marcha el 13º Plan quinquenal de la República Popular China. Esta hoja de ruta, que abarcaría los años 2016 a 2020 y se ampliará con el 14º plan de 2021 a 2025, está marcada por una fuerte presencia de compromisos medioambientales. Una especie de hoja de ruta que señala los hitos necesarios para un crecimiento verde, descarbonizando hasta 2060.
China es el país más contaminante del mundo según el informe ‘Emissions Gap Report 2019’ de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, es una métrica distorsionada: China es grande y su población ascendía a los 1395 millones de personas en 2019. En emisiones per cápita, China ocupa el puesto 51 a nivel mundial (España, el 83) con 7,17 tCO2/cap·año (en España, 5,24 tCO2/cap·año). Pretenden llegar al primer puesto.
¿Podrá China cumplir con sus objetivos de crecimiento verde?
China ha pasado en pocas décadas de ser la ‘fábrica del mundo’ a convertirse en una potencia tecnológica de calado. Al menos en algunos puntos clave de la costa este, destacando las ciudades de Shanghái, Pekín, Cantón, Shenzhen y Tianjin. Si el 12º Plan quinquenal buscaba potenciar el tejido empresarial tecnológico, a finales de 2016 se montaba una media de 12 000 empresas diarias y se había crecido anualmente al 21,6%. Son cifras astronómicas.
La tabla anterior muestra cómo China cumplió casi todos los objetivos marcados en el plan quinquenal, con excepción de la inversión en innovación y desarrollo en relación con el PIB, quedándose a 0,1 puntos. Con respecto a los objetivos de protección del medio ambiente, los cumplió todos. Algunos, superando sus propias expectativas, fruto de una inversión masiva en tecnología.
El país quiere posicionarse como líder en energía y tecnología limpia. En apenas 25 años (cinco quinquenios), ha pasado de no contar con ninguna placa solar a ser el país que más fabrica e instala placas fotovoltaicas. En 2019 se instalaron solo en solar 17,5 GW, y en 2020 se espera llegar a 40 GW. Es el país con mayor crecimiento verde del planeta.
Como dato, la potencia total instalada de España ronda los 110 GW. Esta ruta de la tecnología de momento ya ha logrado electrificar los 16 000 autobuses de Shenzhen y convertirse en líder de tecnología móvil en España.
Así es el 13º Plan Quinquenal chino
Los objetivos del 13º Plan Quinquenal chino se agrupan en estas grandes categorías: economía, innovación, recursos y medio ambiente, y bienestar social. Si alguno de los indicadores tienen catalogación de “orientativo”, todos los indicadores ambientales han sido etiquetados como “obligatorios”. Entre ellos se incluyen:
- Reducción acumulada de las emisiones de CO₂ y de O2 sintético un 10%
- Reducción acumulada de las emisiones de SO2 y de NH4NO3 un 15%
- Reducción de las emisiones de NOx un 18%
- Uso del 15% de combustibles no fósiles
- Reducción del 15% en la energía consumida per cápita
- Incremento acumulado de la tasa de cobertura forestal hasta el 1,38%
- Reducción del 18% de las partículas PM2,5 en ciudad
Muchas de estas acciones son más estrictas que las de la Agenda 2030, y otras mucho menos, a años vista de las políticas que ya existen en regiones como Europa. Pero es importante entender que el alcance quinquenal de estos planes es a cinco años, un cambio acelerado que no se ha visto en ningún país del mundo, y que de momento han ido cumpliendo a rajatabla.
La política del plato limpio
Para entender la voluntad política con la que se hace frente a estos objetivos en China, probablemente el mejor ejemplo sea la campaña ‘Limpia tu plato’ de 2013, reformulada en 2020. Literalmente “plato de luz” o 光盘行动.
En China existe la tradición de llenar la mesa de comida incluso aunque después haya que tirar buena parte. El despilfarro es un indicador de estatus social, no muy diferente a la posesión de un vehículo en otros países. Esto hacía que China desperdiciarse el 6% de toda la comida producida, unos 35 millones de toneladas. Al menos hasta que desde el gobierno lanzaron una nueva norma.
No se trata de algo obligatorio, pero sí aconsejable. Muchos restaurantes han pasado a promoverla activamente. En ellos, un grupo de comensales no puede pedir más platos que personas menos una. Así, seis personas podrán compartir cinco platos, y solo cuando se los hayan terminado podrán pedir más.
Como explica el periodista australiano Hazza, “no es muy diferente de cuando tu madre te decía que si no te comías las verduras no había postre”. Y como menciona el experto en energía Pedro Fresco en ‘El nuevo orden verde’ (2020), “en muy poco tiempo consideraremos el despilfarro […] como una falta de convivencia”. En esto, China parece que adelantará a Europa.
Neutralidad de carbono en 2060
En otros plazos, como es la descarbonización, China estará a la cola durante décadas. Su alta dependencia de los combustibles fósiles, con foco en el carbón, seguirá lastrando su economía durante un tiempo. Incluso cumpliendo su exigente calendario irá con una década de retraso hasta 2060.
Como informa ‘Planeta Mauna Loa’ en septiembre de 2020, “hasta hace pocos meses, el banco central de China consideraba las centrales de carbón como activos verdes. Hoy [están] ultimando un plan para alcanzar la neutralidad de carbono en el año 2060”. La estrategia a largo plazo para Europa marca el límite en 2050. En esto, en cambio, el viejo continente va por delante.
Sin embargo, no conviene acomodarse. China ya es el país con más patentes tecnológicas del mundo, y pretende acelerar la tendencia hasta ser la número uno en patentes por cada 10 000 habitantes. Esto implica que, en materia de crecimiento verde, es muy probable que sean ellos quienes den con nuevas formas de energía o tecnología clave para las futuras generaciones.
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