La inteligencia artificial es uno de esos conceptos de moda. Está presente en casi todos los medios y, aunque no lo percibamos, ya se usa a nuestro alrededor. Como bien dice Ignacio Latorre, catedrático de física teórica, “la mayoría de la gente no tiene ninguna conciencia” de las posibilidades de la inteligencia artificial. ¿Sabes cómo afecta la IA a una persona promedio?
¿Necesito saber programación para usar la inteligencia artificial?
A nivel usuario, no. La inteligencia artificial es difícil de visualizar, por lo que pedimos que imagines un martillo. Ahora piensa en golpear un clavo con ese martillo. Puedes usarlo sin saber la composición atómica de la cabeza de la herramienta o dónde nació el árbol cuya madera hace de mango. Puedes utilizarlo sin entenderlo.
No necesitas desmontar un PC y reconocer sus componentes para escribir en Word. Ni siquiera es preciso saber cómo funciona este procesador de textos o cómo se reparten las tensiones (flectores, axiles o cortantes) a lo largo del martillo cuando golpeas un clavo. Lo mismo ocurre con la inteligencia artificial.
Cuando me despierto escucho noticias de todo el planeta
Me despierto y solicito en voz alta “Ok, Google, ponme las noticias”. Mi voz se digitaliza y envía a través de la red gracias a la infraestructura de telefonía. En algún servidor de California estos datos son procesados por sistemas de aprendizaje, y una o varias IA toman una decisión. Como resultado arrancan cinco fragmentos de noticias breves de periódicos de todo el mundo.
Los asistentes virtuales son un magnífico ejemplo del uso de la inteligencia artificial para una persona promedio. No necesitas aprender cómo funciona una red neuronal para solicitarle a Alexa que te enseñe a preparar una receta porque una IA se encarga del procesamiento del lenguaje necesario para entenderte.
Algo parecido ocurre con los buscadores de texto. Si tecleamos en YouTube “Aguanchu bi fri”, el motor de búsqueda sabrá que lo que queríamos poner es “I want to be free”, y nos mostrará la mítica canción de ‘Queen’. El algoritmo va aprendiendo a medida que buscamos información. Es, en cierta medida, inteligente.
¿Estás hablando con un humano o con un robot?
Cada vez es más frecuente programar un bot en una tienda virtual. Estos saltan desde una esquina con forma de bocadillo de diálogo. “¿Necesitas ayuda?”, preguntan. De lo que no somos conscientes es de que en una primera instancia estos sistemas de conversación no tienen personas detrás. Son robots autónomos. El motivo de que se usen sistemas inteligentes es que son capaces de resolver casi todas las dudas.
Si despertamos y les hacemos una pregunta a las cuatro de la madrugada, sabrán responder. Si no, nos derivarán a un horario comercial. Pero lo importante es que esa pregunta sin respuesta servirá para atender mejor al siguiente usuario. Y este puede irse a la cama con la duda resuelta sin saber que en todo momento habló con una máquina.
Los gamers conocen muy bien a las inteligencias artificiales
Si alguna vez has disputado una partida contra una máquina (ajedrez, un partido de algún deporte, un juego de disparos), probablemente hayas reparado en que con frecuencia se puede configurar la dificultad de juego. Lo que se modifica es cómo de inteligente queremos que sea la IA contra la que jugamos.
Especialmente en sistemas como videojuegos, generalmente con gráficos y acción rápida, la red de telefonía y fibra óptica tiene un papel importante. A mayor latencia de red (lo que tarda en ir y volver la información al servidor), más lag o retraso en la experiencia de juego. De ahí que el 5G esté tan cotizado.
¿La tienda sabe lo que quiero comprar antes que yo?
Quizá, aunque nos resulte extraño, las tiendas virtuales hacen uso de nuestro historial de navegación para aprender sobre nosotros. Si da la casualidad de que he comprado cuatro de los cinco objetos que han adquirido perfiles muy parecidos a los míos, la tienda online me recomendará ese quinto que no tengo.
Y dado que mi comportamiento de compra es muy parecido al de esas otras personas, es muy probable que yo también esté interesado. De modo que no es raro, ni fruto de la casualidad, entrar en una tienda online y toparnos con ese producto en el que llevábamos tiempo pensando. Es IA.
Puede que esta música te agrade…
Algo parecido pasa con otros bienes menos tangibles como películas o música en nuestro servicio de streaming. ¿Por qué YouTube Music acierta con sus recomendaciones? Porque, al igual que Netflix, un complejo algoritmo aprende de nuestros patrones de visualización.
Si siempre dejo las películas de misterio hasta el final y acostumbro a dejar los dramas a la mitad, HBO me recomendará más thrillers. Y lo mismo ocurre con la música. Cuando paso las canciones que no me gustan, Spotify aprende que debe ponerlas menos veces. Para todo esto se usan inteligencias artificiales.
En el futuro la IA nos ayudará a encontrar el mejor tratamiento médico, evitar conducir e incluso prevenir riesgos laborales, un aspecto en el que Orange lleva tiempo trabajando. Y, como el martillo del ejemplo, nos acostumbraremos a usar las inteligencias artificiales como una herramienta más.
Por Marcos Martínez
Imágenes | NordWood Themes, Andreea Popa, Sean Do (Unsplash)