Las redes sociales han cambiado la forma en que nos informamos. Hemos pasado de un escenario controlado por los medios a uno regido por los algoritmos.
Cambiar la gestión de un grupo de empresarios de la comunicación por la de una máquina traía la promesa de un mundo más informado y una información más libre. Sin embargo, en muchos sentidos, el ansia por los clics y las noticias que generan interacciones han terminado por dominarlo todo en detrimento de la información veraz y responsable. Y en este nuevo escenario, los bulos corren como la pólvora.
Las plataformas sociales han sido señaladas como responsables del auge de las fake news, si bien es cierto que la responsabilidad del fenómeno es compartida. La intención de quien comparte información falsa, las empresas, organizaciones y partidos políticos que se benefician de ello y el comportamiento de los usuarios, que compartimos sin leer ni pensar en la veracidad del contenido, son también responsables de la nueva era dorada de la desinformación. ¿Dónde deja todo esto a los Facebook, WhatsApp y compañía?
La pandemia de desinformación
Durante los últimos 18 meses, la pandemia de COVID-19 ha ocupado nuestras vidas. Junto al avance de la enfermedad, hemos visto también cómo los bulos se multiplicaban, complicando en muchos casos las actuaciones de las autoridades y los trabajadores sanitarios. Hemos recibido fake news sobre las mascarillas, sobre los supuestos chips con 5G que inoculan junto a la vacuna, sobre el origen humano del virus y sobre la propia existencia de la enfermedad.
Solo durante los primeros seis meses de la pandemia, la International Fat-Checking Network (una organización periodística de la que ya te hablamos aquí) identificó más de 6000 bulos relacionados con la COVID-19. Lo incierto de la situación y la sobreinformación provocaron que todos buscásemos respuestas sencillas y claras a las que agarrarnos, abonando el terreno de cultivo perfecto para que enraizase la desinformación.
Además, según otro estudio de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, la falta de formación digital, el aislamiento y los diferentes sesgos cognitivos humanos también contribuyen a cimentar la tendencia a creerse y compartir informaciones falsas. Según ese mismo estudio (elaborado con datos anteriores a la pandemia), el fenómeno se intensifica en grupos de mayor edad.
Por último, no puede obviarse lo excepcional de la situación pandémica y el confinamiento, que provocó que la mayoría de personas quisieran informarse más de lo habitual. Según el estudio ‘El consumo de información durante el confinamiento por el coronavirus’, elaborado por el grupo de investigación Digilab de la Universitat Ramon Llull (Cataluña), casi el 80% de los españoles se informó más durante el confinamiento que antes de la pandemia (un 52% aseguraba consultar noticias tres veces o más al día).
Este mismo estudio señalaba que, en los inicios de la pandemia, más del 80% de la población recibió bulos relacionados con el coronavirus. La mayoría de ellos llegaba a través de las redes sociales y, en particular, de WhatsApp. Además, casi un tercio de los encuestados para la investigación reconocía haber compartido información que luego resultó ser falsa.
La desconfianza en Facebook y WhatsApp
Esta situación tiene muchas causas y otras tantas consecuencias. Entre todas ellas, hay una cada vez más clara: la desconfianza de los usuarios en las redes sociales no deja de crecer. El 78,5% de los usuarios españoles considera que las redes sociales mienten, según un estudio demoscópico realizado por Alpha Research en el marco del Proyecto Culebras de la Universidad Complutense de Madrid y la consultora Torres y Carrera. Un 52,3% considera que lo hacen, además, a un nivel alto.
El estudio también señala que cada vez más gente se informa a través de las redes sociales, a pesar de que son conscientes de la proliferación de bulos. El 66,8% de los encuestados señala a Facebook como la red social en la que se encuentran más noticias falsas, seguida de WhatsApp (55,1%), Twitter (49,2%) e Instagram (35,3%). De todas las plataformas, la que aparece como más fiable es LinkedIn, ya que solo un 7% considera que contiene noticias falsas.
De entre los medios puramente periodísticos, solo la televisión mantiene buenas cifras de audiencia (un 77% la considera la plataforma preferida para informarse). En relación a los canales a través de los que los españoles contrastan las noticias, la prensa digital (50%) aparece también entre los preferidos.
“Asistimos con preocupación a la pérdida de relevancia del tratamiento profesional de la información en la composición de la realidad que nos estamos haciendo como sociedad”, explica Cristóbal Fernández, vicedecano de Estudiantes y Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense. “El periodismo siempre ha representado un medidor de la calidad democrática de una sociedad y los datos, en estos momentos de proliferación digital de fake news, no invitan al optimismo”.
El estudio también refleja que existe cierta preocupación por los bulos entre los usuarios. Aun así, esta preocupación no es la misma en los diferentes grupos de edad. Solo el 36,4% de los más jóvenes (entre los 16 y los 24 años) se muestra preocupado porque una información que les interesa sea falsa. Mientras, el 78,7% de los mayores de 55 años sí muestra esta preocupación.
La pérdida de confianza en los medios tradicionales fue una de las primeras consecuencias claras de la proliferación de bulos e informaciones claramente sesgadas. Ahora, el auge de las fake news parece estar llevando también por delante la confianza de los usuarios en las plataformas.
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