Hemos abandonado el estado de alarma, pero todavía hay que respetar y mantener ciertas medidas de seguridad hasta que la COVID-19 esté completamente controlada. A pesar de que la esperanza para que todo esto acabe crece cada día que pasa, la incertidumbre no se ha ido. Una situación que pone de manifiesto una fatiga que lleva muchos meses entre nosotros, y que trae consigo emociones negativas, como el pesimismo, el miedo o la ansiedad, que hay que gestionar de forma correcta.
¿Cómo nos ha afectado la pandemia?
Aunque las vacunas han supuesto un balón de oxígeno importantísimo, entre la población continúa latiendo la fatiga pandémica. La Organización Mundial de la Salud, encargada de acuñar el término, la define así: “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”.
Este estado de ánimo no se manifiesta por igual entre todas las personas, pero existen una serie de síntomas o indicadores comunes. A las emociones anteriormente citadas se suman otras consecuencias como son el cansancio, la falta de motivación, la irritabilidad, el insomnio, problemas para mantener la concentración, la depresión y la tristeza.
“La tristeza es uno de los síntomas más habituales en la fatiga pandémica. Al no poder hacer muchas de las actividades que nos gustan, podemos sentirnos con el estado de ánimo bajo y desmotivados. Esto es lo que los psicólogos llamamos círculo de la depresión, que puede hacer que cada vez estemos más inactivos y, en consecuencia, nos sintamos peor”, explica la psicóloga Laura Fuster.
A este respecto, uno de los colectivos que más afectado se ha visto a nivel emocional son los sanitarios. Desde el blog de Psicología del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid recuerdan: “después de un año, la pandemia pone de manifiesto que un 80% de enfermeras presentan síntomas de ansiedad en nuestro país, y la mitad de los profesionales sanitarios presentan un riesgo alto de padecer trastorno mental”.
Recomendaciones para sentirse mejor
Los efectos de esta fatiga pandémica se pueden reducir si ponemos en marcha una serie de consejos como los que, a continuación, se indican:
- Establecer una rutina. Las rutinas son importantes porque ayudan a determinar una serie de hábitos y horarios. Es aconsejable introducir prácticas deportivas o de otro tipo como el yoga o la meditación porque favorecen la relajación y nos hacen sentir mejor. También es recomendable llevar una alimentación sana y hacer actividades que nos gusten y con las que disfrutemos.
- Dosificar las noticias que se leen, escuchan o ven. La COVID-19 ha generado (y genera a día de hoy) una gran cantidad de noticias, contenidos, expertos que manifiestan sus opiniones… Para mitigar los efectos de la fatiga pandémica, es aconsejable reducir esta sobreexposición a la información.
- Evitar el aislamiento. Las reuniones y el contacto social se han visto afectadas, pero esto no significa que haya que cortar el contacto con la familia y los amigos. Además de las videollamadas, se puede quedar con ellos siempre y cuando se respeten las normas y medidas de seguridad establecidas: mascarilla, distancia social y lavado de manos.
- Reconocer las emociones. Como explica Fuster: “es importante identificarlas y saber si están adaptadas a la situación o no. Debes preocuparte cuando estas emociones se presenten muchos días seguidos, la mayor parte del tiempo y de manera intensa”.
- Garantizar la seguridad. La incertidumbre que, desde el punto de vista de la salud, ha causado la pandemia puede hacer que los usuarios se planteen otras fórmulas con las que sentirse más seguros si en un momento dado pasase algo. En este caso, seguros como los que ofrece Orange Seguros by Zurich respaldan distintos escenarios.
Por Regina de Miguel
Imágenes | Liza Summer/Pexels
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