Es evidente que el móvil cambió para siempre la comunicación entre usuarios. Pero no solo por las llamadas, sino también por el short message service (SMS), ese mensaje de texto que funciona de forma (casi) instantánea.
Su evolución ha sido en paralelo a la de la telefonía móvil y, aunque apps como WhatsApp y las redes sociales parecen haber apartado al SMS de la primera línea de fuego, sus muchas utilidades demuestran que aún tiene recorrido empresarial.
El nacimiento del SMS
La historia del SMS está vinculada a varios nombres. El primero, el del ingeniero finés Matti Makkonen quien, en 1984, en un almuerzo informal, tuvo la idea de crear un sistema de mensajería para redes móviles.
En aquellos años, diferentes países europeos trabajaban en la creación del sistema global para las comunicaciones móviles (GSM), un estándar para que las tecnologías móviles funcionaran por igual en todo el continente. Al grupo de trabajo le gustó la idea de Makkonen, así que el alemán Friedhelm Hillebrand definió el protocolo inicial y estableció que los escritos serían de 160 caracteres. A su forma de ver, suficientes para mandar comunicaciones eficientes y adaptadas tanto al tamaño de las pantallas como a la capacidad de las redes del momento.
El primer SMS se envió el 3 de diciembre de 1992, cuando el programador Neil Papworth mandó, a través de su ordenador, el mensaje ‘Feliz Navidad’ a su amigo Richard Jarvis, quien lo recibió en su teléfono Orbitel 901.
Al principio, los SMS estaban pensados para que las operadoras mandaran información de servicio a sus clientes. Es decir, no era posible la comunicación entre los usuarios. Este tipo de mensajes se llamaron mobile terminated-short message (MT-SM). Fue la empresa Nokia la que desarrolló el sistema tal y como se conoce ahora, con los mobile originated (MO-SM) que facilitan que cualquier usuario envíe un SMS a otro.
¿Cómo funciona el envío y recepción de mensajes? Al ser enviados, los SMS llegan hasta un short message service center (SMSC) que se encarga de comprobar los permisos para mandar las comunicaciones, así como la disponibilidad del receptor. Si el móvil está operativo, se remite el mensaje; en caso contrario, se almacena para expedirlo después.
Los felices 2000 para la historia del SMS
En 1999, se dio otro importante paso en la historia del SMS: las operadoras permitieron que se intercambiaran SMS entre usuarios de diferentes compañías, lo que disparó el uso del mensaje de texto. En 2012, por ejemplo, se enviaban 15 millones de SMS por minuto y el 92% de los usuarios prefería su uso al del correo electrónico.
El SMS era fácil de usar y obligaba a ser concisos. De hecho, contribuyó a un nuevo lenguaje que usaba abreviaturas y excluía vocales, como los famosos “tkm” (te quiero mucho) o “ntp” (no te preocupes). En su momento, la Asociación de Usuarios de Internet creó el ‘Diccionario SMS’ para recoger la nueva terminología.
Por otro lado, el SMS contribuyó al auge de empresas que comercializaban tonos de llamada y fondos de pantalla para personalizar el móvil. La compra se hacía mediante el envío de un SMS con un coste premium. Otra muestra de su uso empresarial era el de los programas de televisión que solicitan el envío de SMS para participar en sorteos o enviar comentarios, una práctica que sigue vigente.
Pero también había algunos problemas. El SMS era un estándar que debía poder ser usado por todos y quizá ese condicionante imposibilitó su evolución, a pesar de iniciativas como los mensajes multimedia (MMS).
Decadencia y reinvención
Así, la llegada de los teléfonos inteligentes y las apps de mensajería como WhatsApp, con envíos gratuitos y sin límite de caracteres, provocaron un descenso en el uso de los mensajes clásicos. Por parte de los usuarios, al menos, pero no de las empresas.
Por ejemplo, cada vez se emplea más la autenticación en dos pasos en compras online o en transacciones bancarias. Del mismo modo, se utiliza el SMS para confirmar un pedido o para enviar los localizadores de los billetes de los medios de transporte.
Además, está en auge el SMS marketing, una estrategia en la que se envían mensajes promocionales de forma puntual y muy selectiva. Actualmente, los usuarios apenas reciben SMS, lo que provoca que presten más atención cuando les llega uno. Se calcula que su tasa de apertura es superior al 90% y tienen un alto índice de recuerdo.
El futuro del SMS
En 2016, la Asociación de GSM y Google anunciaron un acuerdo para implantar el estándar rich communication service (RCS), una evolución del SMS.
Ofrece las mismas funcionalidades que una app de mensajería, permitiendo que el usuario envíe fotos, vídeos, gifs, audios… Pero, sin tener que instalar una aplicación de terceros; es decir, usando el servicio ya integrado en su móvil (de momento, disponible para Android). Y puesto que es un estándar, los desarrolladores pueden crear sus propias apps basándose en esta tecnología. Todas estas herramientas serán compatibles entre sí, sin importar la operadora con la que trabaje el teléfono.
No es el único horizonte en el futuro de los SMS: servicios de geolocalización, sistemas de pago o la integración de chatbots vienen al rescate de una herramienta de comunicación que aún tiene mucho que ofrecer a los usuarios.
Por Noelia Martínez
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