La digitalización de numerosos sectores es clave para reducir emisiones. En un momento histórico en el que se reconoce el enorme reto que supone paliar el cambio climático, el 5G será vital para cumplir los objetivos climáticos. ¿Cómo puede influir esta tecnología?
Internet genera impacto, como cualquier otra actividad
El aspecto a menudo etéreo de internet, la esponjosidad de la nube o la invisibilidad de las ondas de radio hacen pensar en la red de redes como algo intangible. Lejos de ser así, las antenas, las estaciones base de telefonía móvil, los servidores o los edificios en los que las ingenierías diseñan y mejoran la red existen, ocupan lugar y, por descontado, tienen impacto.
Como se comenta en el episodio ‘¿Salvará el 5G el planeta?’ del pódcast ‘Hola Planeta’, “el efecto invernadero provocado por 1000 búsquedas equivaldría a conducir un coche a lo largo de un kilómetro”. Se estima que la huella ecológica de internet es, aproximadamente, la del 7% del consumo eléctrico mundial. Obviamente, también hace uso de espacio físico o materias primas.
La pregunta clave es, como en cualquier otro sector, ¿qué formas hay de reducir emisiones e impacto año tras año? También hay una segunda lectura al párrafo de arriba, porque las telecomunicaciones ya suponen un ahorro de emisiones notable: las consultas online impactan varios millones de veces menos que las offline. Por ejemplo, tener online una reunión en lugar de hacer que todos los participantes acudan a ella, o teletrabajar, ahorra emisiones. También lo hacen las compras online de proximidad, frente a la proximidad sin red.
El 5G como tecnología para cumplir los objetivos climáticos
Según un estudio de Ericsson compartido a través de su documento ‘Conectividad y cambio climático’ (noviembre de 2021), el 5G puede constituir una herramienta clave para cumplir los objetivos climáticos. “Nuestro estudio sugiere que invertir en 5G y en una mejor conectividad debe ser una prioridad de la Unión Europea en su objetivo de descarbonización, así como en una fuerte recuperación postCOVID”, dicen en el documento.
Pero ¿cuánto serán capaces de reducir? Ericsson habla del trabajo en remoto, la reducción del uso de algunos vehículos, la presencia de sensores de alta eficiencia y la automatización de edificios para inducir hábitos de consumo más racionales. Por ejemplo, evitarán que se use el coche o que se pierda energía en climatización.
Además, el 5G es la base de muchas actividades capaces de reducir el impacto ambiental tales como acelerar nuevas líneas de investigación cuyo retorno sea positivo. Según un escenario proyectado por McKinsey, una mejora en las comunicaciones será necesaria para llevar a cabo el 40 % de la reducción de emisiones (1400 megatoneladas de CO2eq) esperadas para 2030.
Por fortuna, la atribución de fondos europeos Next Generation tiene como objeto la digitalización y la sostenibilidad, así como los proyectos en los que ambas tendencias se den la mano y aprovechen sus sinergias.
¿Qué retos tiene la telefonía 5G?
Aunque el 5G ayudará a otros sectores a rebajar sus emisiones, lo cierto es que para alcanzar sus propios objetivos de reducción de emisiones la telefonía móvil ha de evitar lo que Ericsson llama ‘la curva de la energía’. Tradicionalmente, cambiar de una tecnología a otra implica un mayor consumo de energía derivado de múltiples factores.
Entre estos factores está la masificación de su uso (más población mundial conectada consume más energía), el uso ‘extra’ debido a que al aumentar la eficiencia se utiliza más porque baja su coste (a esto se le llama paradoja de Jevons), y finalmente el añadir más servicios a la ecuación (más sectores trabajando sobre internet implica un mayor tráfico, y, por tanto, más consumo).
La eficiencia energética de los equipos de telefonía es solo una pequeña solución al consumo. Como apunta Enrique Onieva, experto en ciencia de datos e inteligencia artificial, “debemos aprender que no es necesario guardar toda la información, hay cosas que se pueden perder”. En este sentido también es importante que usuarios y empresas comprendan el coste de internet.
Internet no es una nube esponjosa sino un complejo conglomerado de máquinas interconectadas, y estas máquinas consumen energía para hacernos la vida más cómoda. ¿Es posible usarlas con más coherencia? ¿Es posible depurar los códigos para evitar que los programas consuman tanto? ¿Es posible optimizar las IA? Lo cierto es que sí. Las estrategias de optimización serán claves.
La descarbonización debe ser abordada por todos los sectores, aunque algunos de ellos son piezas claves para otros. Sin el 5G es posible que los objetivos climáticos resulten inalcanzables. Es por ello que las telefonías han de trabajar por desplegar esta red mientras, por el camino, compensan sus propias emisiones a través de diferentes acciones.
Imágenes | Jakub Pabis, Ericsson
Redactado por M. Martínez Euklidiadas