Gloria Lomana, la primera mujer que dirigió unos informativos en una gran cadena privada de televisión en España, está ahora volcada en la lucha para lograr la igualdad de género y fomentar el liderazgo femenino. De hecho, desde hace tres años promueve la iniciativa #ChicasImparables, en la que también participa la Fundación Orange. Hablamos con ella de la brecha entre mujeres y hombres en España y en el mundo, y de la necesidad que hay en la industria tecnológica de contar con perfiles femeninos, desde las primeras etapas formativas hasta los puestos directivos de las empresas.
Usted ha tenido una larga trayectoria como periodista en informativos de televisión de máxima audiencia. De hecho, fue la primera mujer en dirigir unos informativos en una cadena privada (en Antena3, de 2003 a 2016) ¿A qué se dedica ahora?
Ahora me dedico a las pasiones de mi vida, que son compartir todo el conocimiento que he ido adquiriendo en posiciones de liderazgo, en tiempos en que no había un reconocimiento de una igualdad real, y formar a las siguientes generaciones.
Toda esa experiencia la estoy reuniendo en 50&50GL, una consultora que he fundado y que dirijo, y que tiene dos propósitos: visibilizar los liderazgos femeninos de mujeres muy potentes que hay para hacerlos un referente y formar liderazgos femeninos de futuro.
Está embarcada en la lucha por conseguir que se cumpla el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5 de la ONU, que habla de “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”. ¿Cómo están las cosas en España? ¿Cuáles son nuestras mayores brechas de género?
La situación de la igualdad de género en España, si la ponemos en el contexto mundial, es muy buena. La legislación, según el informe del Foro Económico Mundial en 2022, cumple el 97,5% (a un 2,5% de la igualdad). Otra cosa es la igualdad real. Hay que hacer cambios de mentalidad y culturales, que es lo que más cuesta. Además, hay desigualdad en determinados colectivos y por territorios. Es decir, no todo el mundo accede a esa igualdad real.
Usted también participa en instituciones internacionales que buscan empoderar a la mujer en otras regiones del mundo. ¿Cuáles son hoy los problemas más acuciantes de las mujeres a nivel global?
A nivel global tenemos una agenda marcada por la ONU, que son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), determinados en 2015 para cumplir con la Agenda 2030. Pero lamentablemente los liderazgos de los “hombres fuertes” siguen creciendo en el mundo. Hay regímenes que siguen encerrando a las mujeres. No se acaba con la violencia hacia las mujeres, sino que crece.
Incluso muy cerca de nuestras fronteras hay mujeres que no tienen reconocidos derechos tan básicos para nosotros como la sanidad y la educación. En los últimos meses, hemos visto la prohibición para las mujeres y las niñas de Afganistán de poder trabajar, salir a la calle con libertad o ir a la escuela. En países como Irán no se permite a una mujer ir con el velo caído. Está habiendo retrocesos en numerosos países donde están avanzando las autocracias.
A pesar de que queda mucho por hacer en términos de igualdad de género, sí parece que se han visibilizado mucho los problemas de mujeres y niñas en los últimos 15 o 20 años, ¿verdad?
Cuando creamos 50&50GL, el objetivo era ayudar a las empresas a recorrer el camino hacia la igualdad. Y hemos comprobado que numerosas compañías tienen planes de igualdad y sobre todo la voluntad de incorporar todo el talento que tiene la sociedad.
Precisamente, me gustaría poner en valor todo el trabajo que está haciendo Orange para incorporar el cien por cien del talento. Sobre todo en el terreno decisivo de la tecnología en un momento de transformación digital. Necesitamos incorporar a las mujeres y apasionar a las niñas por la tecnología.
¿Cree que el movimiento #MeToo, que surge a raíz de las acusaciones de abuso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein en 2017, supone un antes y un después en esta lucha?
Sin duda ninguna. Hay una desinhibición de las mujeres para contar todas las situaciones de acoso silencioso que muchas de ellas vivieron. Y que estaban integradas en la cultura cotidiana. Ahora, cuando hablamos del tema del velo en Irán, es curioso que siga habiendo ese empeño en tapar el pelo de las mujeres, en desdibujar todos sus atractivos y hacerlas invisibles, pensando que, de otra manera, van a provocar a los hombres.
Lo que hacen movimientos como el #MeToo es exigir a los hombres que se eduquen y que sepan reprimir sus instintos más animales. Efectivamente hay un antes y un después, como también lo va a haber en Irán con respecto a lo que pasa en Oriente Medio y en otras culturas.
Su consultora de comunicación, 50&50GL, promueve desde el año 2020 el Programa Jóvenes y Liderazgo #ChicasImparables, en el que colabora de forma activa la Fundación Orange. ¿En qué consiste esta iniciativa y qué persigue?
Queremos formar a los liderazgos femeninos del futuro. Según numerosas investigaciones internacionales, desde los seis años las niñas empiezan a atribuir a los niños trabajos de resolución de problemas que ellas no se creen capaces de afrontar. Ahí se produce la primera brecha, que se va ahondando con el paso de los años.
Hacia los 11 años también se produce una brecha en las niñas en torno a las matemáticas. Las niñas tienen mejores currículums y resultados académicos, pero ese talento luego se pierde por esta quiebra de autoconfianza y seguridad.
Por eso queremos asegurar esos liderazgos con chicas entre 15 y 18 años. Las guiamos para que aprendan a encontrar sus propias habilidades en relación a un liderazgo emocional que tiene que ver con la empatía, la comunicación, la manera de resolver conflictos, etc. En este curso permitimos que ellas descubran sus habilidades a través del trabajo en equipo, con proyectos, innovación o creatividad, que es algo que en principio ellas mismas dicen que no tienen.
¿Tendrá continuidad en 2023 #ChicasImparables?
Tendrá continuidad en 2023 y espero que durante mucho tiempo más. Mientras que la sociedad no alcance este 50-50 para el que nosotros trabajamos. Lamentablemente esa igualdad no creo que se consiga pronto. Y ahí seguiremos formando a las chicas. Queremos hacer crecer el programa, y que no se limite a un número presencial.
Ya hemos tenido 400 alumnas en ocho ediciones celebradas en estos últimos tres años. No hemos suspendido ninguna edición, ni siquiera en las olas más fuertes de la pandemia. Hay que destacar también que con #ChicasImparables hemos creado la primera asociación de mujeres adolescentes de España. Ellas están conectadas y nosotros seguimos trabajando para acompañarlas en su construcción de liderazgo profesional.
Una de las brechas de género más notorias tiene que ver con la formación en las llamadas carreras técnicas y científicas (las llamadas STEM). En España, en titulaciones como Física o Matemáticas solo un tercio de las matrículas son hechas por mujeres. Y en Telecomunicaciones o Informática ellas no llegan siquiera al 20 % del alumnado. ¿Por qué pasa esto y cómo se puede revertir la situación?
La respuesta a por qué pasa esto no puede ser una. Hay muchos factores. Creo que como sociedad estamos haciendo muchas cosas mal para que esto suceda. Hay que ayudar a las niñas a pensar que no tienen que ser perfectas ni triunfar en la belleza. También tendremos que reflexionar sobre el hecho de que, desde que nacen, perciben roles en torno a los cuidados y ven a las mujeres que las rodean renunciar a sus carreras profesionales, en beneficio de los hombres.
También tendremos que ver cómo hacemos las matemáticas más prácticas para que ellas las entiendan. Las mujeres somos mucho más pragmáticas que los hombres y necesitamos entender para qué sirven algunas de las materias que se dan. Y, por supuesto, tendremos que acercar más la tecnología a un mundo que les interese a ellas, y que, en cambio, se percibe como muy competitivo y frío. Hay que explicar cómo nos facilita la vida el internet de las cosas o la ciberseguridad.
Ellas siguen percibiendo que esos espacios son muy masculinos y cuando se incorporan ahí no se sienten cómodas. Hace 20 años, había tres chicas y 120 chicos en una clase de ingeniería. ¿Cómo iban a sentirse cómodas las ingenieras que ahora tenemos? Eso me lo comentaba una de las mujeres CEO de este país. De todas formas, todo esto es un problema no solo de España, sino de todo Occidente.
Además, la brecha digital es la madre de todas las brechas. Necesitamos el alma femenina en la programación para que los sesgos y los estereotipos no sigan en las máquinas. Porque vamos a tener un componente adicional de discriminación. Urge darle una pensada y, sobre todo, pasar a la acción, uniendo los esfuerzos públicos y privados.
Por Juan I. Cabrera
Imágenes | 50&50GL, #ChicasImparables