Los videojuegos pueden fortalecer nuestra salud mental en épocas de crisis

Consejos y trucos

En contra de lo que dicta el tópico, hay muchos estudios que inciden en que determinados videojuegos, con la debida guía paterna, pueden ser buenos para niños y adolescentes. Y esto resulta aún más relevante en épocas de crisis globales como la actual.

Cuando parecía que se empezaba a vislumbrar el comienzo del fin de la pandemia provocada por la COVID-19, la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha dado pie a una importante crisis humanitaria. Esto ha generado un clima de inestabilidad económica y política sin precedentes recientes. Ante este incierto panorama, ¿puede ser positivo jugar a videojuegos?

Juegos de guerra, pero antibelicistas

En una época en la cual los titulares están copados por noticias tan desalentadoras como las que provoca una guerra, quizás sonará frívolo afirmar que un videojuego pueda ser de cierta ayuda. En la mente de muchas personas, de hecho, cuando se hace referencia a esta industria se puede pensar en cierta banalización de la violencia.

No es descabellado afirmar que ciertos títulos, siendo algunos de ellos además grandes éxitos de ventas, utilizan recursos narrativos cuestionables que asocian actos de extrema violencia con el humor. Sin embargo, no es conveniente hacer generalizaciones de una vía de expresión artística que, a estas alturas, resulta tan diversa como otras disciplinas, como la literatura, el cine y la música.

De hecho, hay juegos de temática bélica que, como las grandes películas del género, se consideran emblemas del pacifismo. Estos últimos meses se ha recordado un título independiente creado por el estudio polaco 11 Bit, ‘This War of Mine’, que pone el foco en las devastadoras consecuencias que tiene la guerra sobre los civiles, sobre todo en aquellos más vulnerables.

Narrativas alternativas para darle la vuelta a la historia

Los analistas acuden con frecuencia a ‘Spec Ops: The Line’ para explicar cómo la narrativa de un juego bélico puede reflejar el dilema moral de la guerra. Al mismo nivel que una novela como ‘El corazón de las tinieblas’ o una película como ‘Apocalypse Now’. En esa línea se sitúa ‘The Last of Us Part II’, éxito de PlayStation que aprovecha su contexto posapocalíptico para hablar de empatía y criticar el ciclo de la venganza.

Son ejemplos concretos que resultan adecuados para un contexto como el actual. La reflexión sería igual de acertada si nos remontamos a los inicios de la pandemia. La poca información disponible en aquel momento, las primeras cuarentenas obligatorias y el parón global de la economía nos llevaron a un lógico estado general de incertidumbre y nerviosismo.

¿En qué puede ayudarnos un videojuego? Tal como explica la experta de ‘The Guardian’ Keza MacDonald, va más allá de una mera distracción, ya de por sí útil en un contexto en el que la evasión proporciona momentos de paz y sosiego. Ser capaces de entender las mecánicas y los retos del juego para poder superarlos otorga una beneficiosa sensación psicológica de control.

Activismo a través de plataformas de juego

Comprender las normas, ordenar el caos, arreglar lo que está roto y mejorar el entorno son otras ideas positivas que esconden. Incluso hay potentes moralejas como la que subyace tras un título como ‘Death Stranding’. A través de su modo de multijugador, con usuarios anteriores dejando pistas y ayudas a lo largo del camino, reivindica el poder sanador de lo colectivo.

Hay juegos que, además, se han propuesto concienciar sobre las enfermedades mentales. Son los casos, por ejemplo, de ‘Hellblade: Senua’s Sacrifice’, cuya épica historia ambientada en la mitología nórdica camufla una sensibilización sobre la psicosis. O el título español ‘Gris’, cuya evocadora estética, que trasciende de forma progresiva hacia exuberantes colores, se transforma en un relato sobre cómo afrontar la depresión y el duelo.

Se dan casos también donde juegos en apariencia casuales se convierten en herramientas para el activismo. En los últimos años, ha sucedido con ‘Animal Crossing’, cuya plataforma colaborativa sirvió para protestar contra la censura en China. Y con ‘Los Sims’, convertidos en Rusia en símbolo de la lucha por los derechos de la comunidad LGBTQ+.

El debate que no cesa

Esto no significa que, como ocurre al hablar de los efectos de la universalización de las redes sociales, todos los videojuegos sean adecuados en cualquier situación. Los problemas de salud mental asociados a un uso abusivo están considerados como trastorno por la Organización Mundial de la Salud desde 2018. Y China ha reducido por ley la utilización de juegos online a menores a tres horas por semana.

Los estudios confirman que no hay una correlación entre videojuegos y conductas violentas. Según la neurociencia, hasta los juegos de acción, cuya fama no es la más positiva, conllevan importantes beneficios cognitivos. Mejoran distintos tipos de atención y la eficiencia en el control de los mismos, además de aumentar la velocidad de proceso de información.

Estos asuntos siempre generan polémica. Para empezar, porque la prohibición nunca será tan efectiva como la educación, la protección y la prevención. Una guía y acompañamiento por parte de los progenitores, como en cualquier otra situación, se hace imprescindible a la hora de garantizar que se aprovechan las ventajas y se disminuyen los riesgos.

Por Pablo Vinuesa

Imágenes | Portada: foto de JESHOOTS.COM; interiores, fotos de Lorenzo Herrera y Tyler Lagalo, todas en Unsplash.

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