Farolas solares para ciudades inteligentes: la luz en una ‘smart city’

Innovación

La iluminación en las ciudades se está convirtiendo en un problema mucho más grave de lo que podría parecer. En primer lugar, por el gasto que conlleva. Según la Red española de estudios sobre la contaminación lumínica, en España se destinan 950 millones de euros anuales al alumbrado público, lo que nos coloca como el país con mayor consumo por habitante de la Unión Europea.

En segundo lugar, por la contaminación lumínica generada, un asunto que muchos ciudadanos desconocen. Si atendemos a las cifras del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha aumentado un 49 % en los últimos 25 años.

Esta provoca complicaciones para la salud como alteraciones en el sueño y cambios en los patrones de las especies autóctonas que ven afectados sus hábitos migratorios, alimentarios y reproductivos. Además de otros inconvenientes graves, como las emisiones a la atmósfera y el desaprovechamiento energético de los recursos. Si una urbe aspira a convertirse en smart city, necesita propuestas más eficientes.

Farolas solares como alternativa sostenible 

Las farolas solares puede ser la solución más sostenible. Se trata de un alumbrado que, en lugar de utilizar electricidad, se nutre de la energía procedente de los rayos del sol. 

Su elemento más importante son las placas fotovoltaicas, encargadas de absorber esos rayos y convertirlos en energía lumínica. Se colocan en la parte alta de la estructura para favorecer su capacidad de captación y lo recomendable es que estén orientadas hacia el ecuador, con la inclinación óptima según la latitud para recibir la luz de forma directa.

Esa energía se va almacenando en las baterías que, cuando llegue la noche, suministrarán la luz necesaria para alumbrar las calles. Las luminarias más usadas son las bombillas LED por su bajo consumo, pero también existen farolas solares que funcionan con lámparas fluorescentes y de sodio.

Las ventajas de este tipo de iluminación son evidentes:

Además, las farolas solares incorporan soluciones inteligentes que mejoran su capacidad y mantenimiento.

Los elementos de control para el encendido y el apagado optimizan el uso de la energía almacenada. Se pueden programar según la hora del día en la que sale y se esconde en sol, y evitar así que estén encendidas de forma innecesaria. Asimismo, suelen estar equipadas con células eléctricas que miden el grado de luminosidad y encienden la luz en situaciones de lluvia, niebla o cuando las condiciones son desfavorables.

De igual modo, existen sensores de movimiento integrado que detectan el paso de un transeúnte y la circulación de un vehículo para encender la farola solo durante el momento en que el área necesita estar iluminada. Los más comunes son los infrarrojos, que funcionan con los cambios de movimiento y temperatura, y los ópticos, que captan la energía emitida por el objeto. Todos estos parámetros son controlados y gestionados de forma remota.

Aspirando a la smart city

El concepto smart city está cada vez más extendido y la implantación de las farolas solares es una realidad global. En 2018, la Unión Europea financió el proyecto THE SOLAR URBAN HUB. Su objetivo era facilitar la llegada de la energía solar al alumbrado público y que este impulsara al mismo tiempo el desarrollo del big data urbano. A partir de la recogida de datos y su almacenamiento en la nube, las ciudades podían tomar decisiones más rentables según sus necesidades reales.

En España podemos hablar de casos como el de Sevilla, que ha instalado farolas solares en el Parque Infante Elena para mejorar la seguridad de los paseantes. La red eléctrica no llegaba a esa zona y, en cuanto oscurecía, el parque quedaba desierto. Ahora es un espacio natural mucho mejor aprovechado.

Por su parte, en Barcelona se tuvo en cuenta la remodelación del paseo de la playa de Llevant para colocar luminarias fotovoltaicas de fibra de vidrio, más resistente frente a la corrosión y la humedad del clima marino. Y en San Sebastián han situado seis modelos inteligentes en el Parque Tecnológico de Miramón.

Más allá del desarrollo tecnológico de los países del primer mundo, es interesante acercarse a proyectos como los de la empresa francesa Fonroche Lighting, que quiere llevar las farolas solares a zonas menos desarrolladas. Por ejemplo, en aldeas de Gabón en las que no tienen posibilidad de conectarse a la red eléctrica del país. O el que supone el mayor proyecto de iluminación solar del mundo: un tercio de Senegal ya está iluminado con lámparas fotovoltaicas.

El desarrollo de la tecnología solar plantea nuevos retos. En el caso de las farolas, se centran en conceptos como la durabilidad y el reciclaje. Bombillas con una mayor vida útil y materiales de fabricación que provengan de la economía circular y puedan retornar a ella marcarán la diferencia entre los fabricantes.

Por Noelia Martínez

Imágenes | iStock: Tatiana, eseruyanik

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