Hubo un tiempo en el que el papel no suponía ningún residuo. Resultaba tan escaso que era reutilizado una y otra vez. Hasta que dejó de serlo y empezó a acumularse. Las pantallas han seguido su estela y sus residuos tecnológicos crecen. La pregunta que aquí se plantea es: ¿aumentarán los residuos tecnológicos si abandonamos el papel?
No tiene por qué, pero es probable si no se toman medidas. Para evitar que un cambio de papel por pantallas sea lesivo para la biosfera, se han de cumplir dos difíciles condiciones: duplicar la vida útil de las pantallas y evitar que estas se multipliquen. Por lo que enseña la historia, supone todo un reto de extraordinario cumplimiento.
¿Es más sostenible leer en pantalla que en papel?
No cabe duda de que tanto la fabricación de papel como la producción de tabletas de lectura tienen un impacto ambiental que no es nulo. Es decir, aún no se han logrado sistemas de impacto cero, aunque algunas marcas recurren a mecanismos de compensación. Imprimir un libro y fabricar un ebook requieren del uso de energía, agua y suelo.
Como ya se mencionó en su momento, el estudio de la Royal Institute of Technology de Suecia, uno de los más completos del mundo, dató en 33 libros de 360 páginas el ‘sorpaso’. Si sobre un libro electrónico se leen más 11 880 páginas, entonces ya es más sostenible que el equivalente impreso en papel. La explicación matemática es muy sencilla:
- ‘E’ es el impacto de fabricar un ebook, un dispositivo de lectura digital.
- ‘L’ es el impacto de fabricar un libro físico, de papel, el formato convencional.
- ‘B’ es el impacto de bajar un libro digital al dispositivo electrónico.
Como es obvio, E es mayor que L (E>>L). Y, al mismo tiempo, L es mayor que B (L>>B). Por lo que, E >> L >> B. Esto da un resultado matemático muy interesante, y es que existe un número ‘N’ de libros que iguala el impacto de leer en una tableta (teniendo en cuenta su fabricación) frente a leer libros en papel. En matemáticas, se expresaría como E + N·B = N·L.
Se lee así: “El impacto de fabricar una tableta (E) y leer N libros descargados (N·B) es igual al impacto de leer N libros en papel (N·L)”. Como E >> L >> B, el número N es un número positivo. Es decir, existe en la realidad: N = E/(L-B).
Ese número es 11 880 páginas, una medida relativa que solo sirve para comparar. Siguiendo la lógica, cuantos menos libros sea necesario imprimir y cuanto más duren las tabletas, mejor, porque los recursos se optimizarán en el tiempo. El problema es que, hasta ahora, cuando algo se abarata, se produce mucho más, lo que a su vez sigue rebajando el precio. Es la paradoja de Jevons, que se verá más adelante.
Se necesitan pantallas muchísimo más durables
Desde hace unos años es muy frecuente el uso de pantallas allí donde antes había carteles y letreros. Resulta una herramienta muy conveniente porque ya no hace falta imprimir y colocar cada cartel. En su lugar, se elige una imagen distinta que emitir en la pantalla. El supuesto problema de recursos puede evitarse si se ejecuta de forma adecuada.
[Dos carteles diferentes, uno convencional fabricado mediante polímero y otro que consiste en una pantalla. Si bien el segundo es más versátil, también impacta más].
Como se ha visto en el caso del ebook, dejar atrás el papel no tiene por qué tener un impacto mayor, siempre y cuando se sigan varias reglas de oro. La primera sería aumentar la vida útil de las pantallas todo cuanto sea posible. Si en un libro electrónico hace falta leer casi 12 000 páginas para que resulte más sostenible que su equivalente en libros, las pantallas retroiluminadas suben mucho la cifra.
Inmobiliarias, restaurantes de comida rápida y salas de espera han habilitado pantallas donde antes había carteles. Para evitar un problema ambiental, será necesario que esas pantallas realicen un trabajo equivalente a decenas de miles de folletos y carteles. Algo que solo puede lograrse con tecnología que dure décadas. Esto sí es viable en el caso de los ebooks, pero los televisores se resisten.
Las televisiones actuales tienen una vida útil media de unas 60 000 horas. Es decir, 10 años si se mantienen encendidos durante 16 horas diarias. Lo que no es suficiente para cubrir sus costes tecnológicos frente a carteles de papel. Es necesario duplicar su vida útil para que sean más sostenibles que la tala, fabricación y reciclaje de celulosa.
Ni qué decir tiene que descartar un producto funcional aumenta el impacto. También se añade un multiplicador en función de cómo de brillante sea el letrero, porque el consumo continuado de luz afectará. Letreros de tinta electrónica en blanco y negro o LCD son más sostenibles.
Decir adiós al papel sin aumentar el número de pantallas
La segunda regla de oro consiste en no aumentar el número de pantallas a medida que se reduzca su impacto o su precio, dos magnitudes que suelen ir relacionadas. Esta es una norma bastante difícil de cumplir. A lo largo de la historia, la reducción de precio da lugar a un mayor impacto por un mayor uso.
Esto se está viendo con la ampliación del área de los letreros, antes en papel y ahora en forma de televisores. El anuncio que antes tenía un formato de A4 o A3 ahora hace uso de una pantalla de 40 o 50 pulgadas.
Además de evitar fabricar pantallas de más, es imperativo mejorar los sistemas de recogida selectiva y reciclaje de residuos electrónicos. Así como darle tantas vidas a la tecnología como sea posible, para evitar que los residuos tecnológicos terminen en los vertederos. Sabiendo esto, también merece la pena no digitalizar allí donde no es necesario ni resulta conveniente para el planeta.
Redactado por M. Martínez Euklidiadas
Imágenes | Bram Naus, M. Martínez Euklidiadas, Franklin Heijnen