Las videollamadas se han integrado en nuestras vidas y se han convertido en una manera más de comunicarnos con la familia, las amistades y los compañeros y compañeras en entornos laborales o académicos. No cabe duda de que la pandemia aceleró su utilización y descubrió esta posibilidad a mucha gente ajena a las cámaras frontales.
Hasta hace muy poco, contar con una cámara en la parte frontal, junto a la pantalla, era más una molestia que una utilidad, pero cada día que pasa va ganando relevancia. Los fabricantes son conscientes de ello y están creando mejores soluciones con las que poder grabarnos a la mayor calidad posible.
Como todo, en esta evolución de especificaciones y componentes hay un comienzo que data de finales de los años noventa. Hay que darle el crédito a varias compañías japonesas, territorio donde las tecnologías móviles estaban mucho más avanzadas que en el resto del planeta.
Antes de los teléfonos móviles, hubo un Picturephone
Es justo darle su lugar en la historia a Bell, como primer fabricante en desarrollar un sistema de videoconferencias con carácter doméstico. En 1964 los prestigiosos laboratorios estadounidenses mostraron su primer prototipo operativo y realizaron una primera videollamada pública entre Nueva York y California (Estados Unidos). Los protagonistas fueron los ganadores de míster y miss América de aquel año y duró diez minutos.
La tecnología demostrada con el llamado Picturephone era muy destacable, ya que retransmitía vídeo a través de líneas telefónicas convencionales. La imagen era en blanco y negro, pero su fluidez, bastante notable, con 30 imágenes por segundo y sin ningún tipo de compresión.
Tras la puesta en escena, lo siguiente que hizo Bell junto a la operadora AT&T es lanzar un servicio público de videollamadas en las principales ciudades del país. Muy atractivo, pero solo apto para grandes empresarios, ya que el coste superaba los 20 $ (algo más de 19 €) por minuto, unos 100 $ (96 €) actuales.
En 1970 apareció una segunda versión del dispositivo con unas expectativas de ventas muy altas, pero la realidad de mercado puso al Picturephone en su sitio. Nunca hubo más de 500 unidades en activo. Ni la gente estaba predispuesta a este tipo de comunicaciones, ni los precios del aparato y servicio acompañaban.
Los japoneses tomaron el relevo
Para considerar a las videollamadas como un escenario móvil hay que viajar al Japón de los noventa. Los teléfonos estaban a un nivel superior en tecnología al resto del planeta, tanto en cámaras como en pantallas y redes de conexión.
El primer prototipo capaz de realizar videollamadas fue mostrado en 1996 y estaba firmado por Panasonic. Podía enviar un vídeo que oscilaba entre 3 y 7 imágenes por segundo. Pero el terminal que de verdad comercializó la capacidad de comunicarnos en movimiento fue el Kyocera VP-210, lanzado en 1999.
Con la llegada de la era 3G de las comunicaciones se aceleró la función de hacer videoconferencias a todo color en un móvil, con terminales tan destacados como el Sony Ericsson Z1010 (2003) y el NEC e606 (2003).
Kyocera VP-210, el primer móvil con videollamadas
En nuestros días está más que naturalizado sacar el teléfono y hacernos un selfi o montar una videollamada en cualquier lugar. Es una posibilidad que surgió a finales de los noventa. Se comenzó a jugar con ella cuando se introdujeron las cámaras en los teléfonos.
El citado Kyocera VP-210 se lanzó al mercado japonés en 1999 con una cámara colocada en el frontal superior del teléfono, bastante grande en tamaño y decente en calidad para el momento tecnológico, con un sensor CMOS de 0,11 megapíxeles.
La cámara estaba muy bien acompañada por una pantalla de 2 pulgadas capaz de mostrar 65 000 colores. La tecnología utilizada era LCD TFT reflectante, muy inferior a lo que se ofrece hoy en día pero suficiente para imágenes y vídeo.
¿Cómo eran las videollamadas? Como era de esperar, muy limitadas. Un vídeo de solo dos imágenes por segundo de fluidez entre teléfonos del mismo tipo.
Desde el punto de vista de la conectividad, es interesante conocer que era responsabilidad de la operadora DDI Pocket, que cobraba un gasto adicional por los datos consumidos en las videollamadas. El servicio funcionaba sobre una red móvil PHS de muy corto alcance, ya que sus antenas tienen un rango de 100 metros.
Una curiosidad sobre el almacenamiento interno es que solo cabían 20 imágenes en formato JPEG. Por suerte, podían ser enviadas por correo para dejar espacio para realizar más.
Por Kote Puerto
Imágenes | Kyocera | Labguy, a.k.a. Richard Diehl/Wikimedia | Surface/Unsplash