Declaración para el futuro de internet: ¿qué es, para qué sirve, por qué ahora y con qué efectos?

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A finales de abril de 2022 se publicó la ‘Declaración para el futuro de internet’. Es un documento aprobado oficialmente Estados Unidos junto con otros 60 países (incluidos los miembros de la Comisión Europea en representación de la UE) con el fin de fortalecer el marco de cooperación internacional, bajo la égida de las Naciones Unidas. Pero ¿cuál es el propósito? ¿Y cuál es su verdadero significado?

El documento subraya el carácter «revolucionario» de Internet. La red se considera una infraestructura con importantes implicaciones que permite a las personas comunicarse, emprender y aumentar sus relaciones sociales. También se reconoce su valor «político», del que, además de los indudables beneficios asociados a su potencial, se derivan una serie de riesgos.

Entre estos, la ‘Declaración para el futuro de internet’ identifica el denominado «autoritarismo digital«. El riesgo en este caso es socavar los derechos fundamentales de las personas con sofisticadas campañas de desinformación. Las herramientas de manipulación son, de hecho, capaces de alterar el funcionamiento de las instituciones democráticas, contaminar el proceso electoral y desestabilizar la opinión pública. Con el resultado de minar la confianza de la sociedad hacia las institucionales.

De ahí la necesidad de intensificar la cooperación multilateral entre los actores interesados ​​en mantener un entorno digital inclusivo, abierto y seguro. Todo ello en contraposición con la tendencia registrada en algunos estados, donde la actividad de censura se está expandiendo con fines políticos a través del control y supervisión de los contenidos hostiles. Una deriva destinada a provocar lo que los autores denominan “splinternet”, es decir, una fragmentación progresiva de la red.

Los objetivos de la Declaración para el futuro de internet

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha declarado: “Internet ha reunido a la humanidad, como nunca antes en la historia. Hoy, y por primera vez, países con ideas afines de todo el mundo están creando una visión común sobre el futuro de internet, para velar por que los valores que consideramos legítimos offline también estén protegidos en línea, hacer de internet un lugar seguro y un espacio de confianza para todos y garantizar que internet esté al servicio de nuestra libertad individual, porque el futuro de internet es también el futuro de la democracia y de la humanidad”.

La ‘Declaración para el futuro de internet’ propone formalizar un «compromiso político» entre los firmantes, para afirmar una «visión positiva» común. Es decir, luchar contra el surgimiento de sistemas cerrados frente a una internet global y participativa. Entre los solemnes principios enunciados, se presta particular atención a la protección de los derechos humanos, como condición indispensable para asegurar la circulación del «libre flujo de información». Todo esto en el contexto de un sistema abierto destinado a promover la conectividad inclusiva entre las personas sin sacrificar la privacidad.

El documento expone el compromiso contra los sistemas ilegales de vigilancia, la violencia y cualquier discriminación. Al mismo tiempo, la ‘Declaración para el futuro de internet’ pretende reducir la brecha digital. Para lograrlo, los firmantes de la Declaración aseguran que se pondrán en contacto con el sector privado, las organizaciones internacionales, la comunidad técnica, el mundo académico y la sociedad civil. Así como con otras partes interesadas pertinentes de todo el mundo, para trabajar en asociación y alcanzar el objetivo de una internet abierta, libre, mundial, interoperable, fiable y segura.

Principios abstractos sin medidas concretas

Sin embargo, lo cierto es que la nueva ‘Declaración para el futuro de Internet’ parece tener un enfoque puramente simbólico sin implicaciones jurídicamente vinculantes. No añade nada nuevo o particularmente concreto. El documento se limita a apostar por la conservación de los sistemas democráticos existentes, confiando en una mayor participación de los ciudadanos.

Estas declaraciones de principio parecen insuficientes frente a la situación internacional que transforma la red en una herramienta de lucha entre bloques de países. Además, la ‘Declaración para el futuro de internet’, de alguna manera, contradice su propia vocación globalista cuando formaliza explícitamente la necesidad de respetar, como límite de aplicación de los principios enunciados, la autonomía normativa y judicial de las autoridades nacionales.

El llamamiento ha sido pronunciado por los gobiernos, de arriba abajo. Una dinámica que contrasta, por ejemplo, con las intenciones que animan la Web3, que apunta a una real desintermediación de la red. Por ello, resulta bastante anacrónico o, al menos, poco realista en sus enunciados de principios carentes de medidas concretas.

En cierto modo, la iniciativa impulsada por EE.UU. hacia sus socios estratégicos suena más como un ‘cerrar filas’ ante una ‘balcanización’ de la red que ya parece casi inevitable. Por lo tanto, la ‘Declaración para el futuro de Internet’ responde más bien a la necesidad de contarse dentro de un bloque geopolítico alternativo a la alianza ruso-china. No en vano, estos dos países no están entre los firmantes del texto, así como tampoco la India. Es poco probable que un proyecto real para el futuro de internet en este momento provenga de los gobiernos.

Por Alberto Barbieri

Imágenes | NASA/Unsplash, Jared Schwitzke/Unsplash, Andrew Stutesman/Unsplash

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